(XI) Po

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Este capítulo contiene violencia y descripción gráfica. Recomiendo discreción.

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La noche aún era joven, y la flota de Shen se preparaba para abandonar la ciudad rumbo al mar a través del río que atravesaba la ciudad. Los Cinco Furiosos, encadenados uno encima de otro y atados al palo mayor del buque insignia de Shen, no podían hacer más que lamentar la muerte de su querido amigo.

Shen: - Oh. Que caras más tristes la que tenéis. - Decía con ironía. - Pero ahora son tiempos de alegría. Ustedes van a ser parte de algo hermoso. - Tigresa lo miraba amenazante, mientras gruñía con rabia. - Uf. Que miedo. - Se burlaba de ella. - Una vez dejemos la ciudad... en frente de todo el mundo. Ustedes y su preciado Kung Fu morirán. - Se dió la vuelta y se empezó a reír cínicamente. - Y China se postrará ante mí. ¡Alzad las velas! -

Tras el comando de Shen, las velas de los botes Juncos en los que se transportaban se izaron y tomaron el suave viento de la madrugada mientras los inmensos armatostes de madera se deslizaban suavemente sobre las tranquilas aguas del río. Decenas de barcos, infestados hasta el más mínimo rincón del ejército de lobos de Shen, avanzaban por el canal en silencio. La luz de las antorchas enrojecían todo a su paso. Los residentes se asomaban temerosos ante tal siniestro espectáculo. Un ejército que cargaba la muerte sobre sus hombros.

Mantis: - La verdad nunca pensé morir de esta forma. -

Mono: - No podemos darnos por vencido. Po no lo hubiera hecho. ¿Verdad, Tigresa? - Mono preguntó a la de los cinco la que tenía el carácter más rígido e inflexible, pero la verdad, era que ella estaba tan destruida como cualquier otro.

Lobo: - Ustedes. Haced silencio, y esperad pacientes su hora. -

El convoy siguió avanzando por los canales de Gongmen hasta llegar a un pequeño puente que cruzaba el río de un lado al otro, donde varios de los ciudadanos miraban aterrados lo que se les venía encima.

Líder lobo: - Lord Shen. ¿Qué haremos con el puente? -

Shen: - Nada se interpondrá en mi camino. ¡Fuego! -

Al comando de Shen, los lobos usaron los cañones para derribar el puente de piedra, el cuál sucumbió ante el poder destructivo, y matando a todos los civiles que estaban sobre el puente. La flota siguió avanzando destruyendo varios de los puentes en su camino, pero los Cinco Furiosos no podían hacer más que mirar las atrocidades que se cometían.

Todo parecía estar perdido. El avance de Shen era imparable. Sus nuevas armas someterían a China y a cualquiera que se interpusiera en su camino, y si no, aquellos que osaren desafiarla tendrían la misma suerte que el maestro Rinoceronte. Y entonces, sobre el tejado de uno de los altos edificios que estaba al borde del canal, una silueta se alzaba frente a la inmensa luna llena.

Todos se quedaron sorprendidos, atónitos ante tal extraño ser. La luz de la luna ocultaba su rostro, y sólo dejaba ver su enorme cuerpo, cubierto por un sombrero cónico y un enorme y negro velo que se mecía suavemente al ritmo del viento de la madrugada.

Sin decir una palabra, la sombra saltó desde lo alto de la estructura y aterrizó en el primer barco del convoy, golpeando con todas sus fuerza la madera de la cubierta. El barco se partió a la mitad de golpe, la madera crujió con violencia, y los pobres desdichados lobos que estaban justo debajo, perecieron al instante tras sus cuerpos ser triturados por la enorme presión. El resto del lobos salió disparado del barco, cayendo sobre el rio, las casas y las calles de Gongmen. La extraña silueta se puso de pie sobre la estructura deforme del junco que se hundía, mientras una fuerte briza batía con fuerza el manto negro que lo cubría, y voló su sombrero con fuerza.

Cinco Furiosos: - ¡Po! - Gritaron con fuerza, en shock al ver a quién creían muerto.

Shen: - ¿Cuántas veces tengo que matar a ese... panda? ¡Dispárenle! -

Los lobos comenzaron a manipular los cañones que estaban sobre los barcos e intentaron apuntar a Po, pero este no les dió oportunidad a intentarlo. Sin previo aviso, Po saltó de frente y comenzó a abatir a todos los lobos que se interponían en su camino con pesados puños llenos de ira. Usó los mismos barcos para llegar hasta donde estaban los Cinco Furiosos encadenados, pero el ejército de Shen estaba dispuesto a hacerle frente.

Cual manada incontrolable, los lobos saltaron a la vez sobre Po, portando cualquier tipo de arma. Hachas, espadas, lanzas, todas dispuestas para acabar con la vida del panda, pero este no era el Po que habían enfrentado.

Po golpeó con fuerza al primer lobo que se le acercó y tomó su hacha, y con un violento giro, el panda decapitó a más de cuatro lobos a la vez. La sangre salpicó su manto negro, y un extraño fuego rojo brotaba de los ojos verdes de Po. Po había aceptado sus emociones, y las iba a usar en contra de ellos.

Po cargó de frente antes un ejército de lobos que se había paralizado del miedo al ver las cabezas de sus camaradas rodar y manchar el piso de sangre, y no fueron las únicas. Po avanzó sin remordimiento, desmembrando y decapitando a cuanto osara cruzarse en su camino. Y cuando estuvo los suficientemente cerca, le lanzó el arma a los Cinco Furiosos sólo para tomar otra.

Tigresa: - ¡Mono! -

Mono: - Yo me encargo. -

Mono capturó el hacha con su larga cola y la usó para destruir las cadenas que los retenían. Una vez libres, los cinco maestros se apresuraron a donde Po estaba, golpeando a todos los lobos en su camino.

Tigresa: - Impresionante, Guerrero Dragón. ¿Cuál es el plan? -

Po: - El plan es... hacer lo necesario. -

Los cinco maestros se quedaron extrañados antes las palabras de Po. Y su reacción fue incluso peor cuando Po le ofreció el hacha ensangrentada a Tigresa. Al principio creyeron que era una broma, pero la mirada de Po decía todo lo contrario. Tigresa tomó el arma un tanto temblorosa, mientras la sangre se escurría por el mango hasta sus dedos. Sintió miedo, pero no dudó al entender la decisión de Po.

Y así, una masacre se presentó en los canales de Gongmen. El río se tiñó de rojo, manchado de las sangre de los lobos que caían uno por uno. El resto de los maestros se unió al plan de Po sin cuestionarlo. Incluso Víbora, la que aparentemente era la más virtuosa de todos, tomó el cadáver de uno de los lobos y como si fuera una marioneta, se usó para blandir las espadas que portaba.

Shen, aterrorizado ante tal barbarie, no pudo contener su miedo y frustración.

Shen: - ¡Fuego! -

Líder lobo: - Pero señor los nuestros. - Decía también envuelto en miedo

Shen, al ver que su fiel comandante se quedó congelado de miedo, le lanzó un cuchillo que atravesó su espalda y este cayó sobre el agua carmesí del río. Shen tomó la antorcha y prendió fuego al enorme cañón que transportaba su barco insignia, mucho más grande que el resto.

La poderosa salva de tan desmesurada arma impactó justo delante de Po y los Cinco Furiosos, haciendo pedazos no solo los barcos que habían caído, sino también parte de la ciudad que estaba frente a la costa del océano. Los barcos restantes lograron salir de los canales y llegar a las saladas aguas del mar, arrastrando bajo su casco las olas de cadáveres de su propio ejército y restos de los barcos hundidos. Más, no había ninguna señal de Po ni de los cinco furiosos.

Kung Fu Panda Fanfic - El Ascenso de un HéroeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora