(VII) La Caída de los Furiosos

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La llegada de Po a la villa no pasó desapercibida. Los pandas que habitaban la aldea corrieron a darle la bienvenida al hijo de Li, que a pesar de todo, también era el señor guerrero de la aldea.(*)

Sin embargo, al otro lado del paso montañoso, una tenebrosa sombra avanzaba lentamente hacia el Valle de la Paz. Frente al salón principal del palacio, el maestro Shifu miraba el suelo, preocupado. Había mandado a Grulla y a Mantis a una misión de reconocimiento. Según algunas fuentes de la región, Kai se encontraba oculto en los desiertos del norte de China, así que maestros del Kung Fu de todas las casas acudieron a una intensa búsqueda, pero sin ningún resultado.

Sin embargo, Shifu no estaba sólo. A su alrededor había miles de cartas provenientes de todos lados, anunciando la desaparición de cada maestro en toda China. Junto a él, los maestros Víbora, Tigresa y Mono miraban con preocupación el semblante de su maestro.

Mono: - Es de las provincias del Este. - Dijo tras agarrar una flecha en pleno vuelo, la cual contenía una carta envuelta con malas noticias.

Shifu: - Maestro Lagarto, maestro Buey, maestro Águila. Todos ellos Cada maestro de China... ha desaparecido. -

Tigresa: - Maestro. ¿Qué está pasando? -

Shifu: - Kai ha tomado su Chi. Y ahora vendrá a por nosotros. - Shifu miró con preocupación la fachada del palacio. - Vayan al pueblo. Evacúen a todos. Debemos prepararnos para lo peor. -

Tigresa: - Como ordene, maestro. -

Shifu: - ¿Alguna noticia de Grulla y Mantis? -

Tigresa: - Aún no, maes -

Víbora: - Esperen. - Interrumpió a Tigresa al divisar una sombra volando en el cielo. - ¡Son ellos! - Exclamó al reconocer la silueta de sus amigos, pero algo andaba mal.

La silueta de Grulla dió una vuelta al palacio dejando a su paso una espesa niebla verde que oscureció la punta de la montaña. Los cuatros maestros quedaron impactados al poder percatarse que Grulla ahora se había convertido en una estatua de jade. Tal cómo le ocurrió a los demás maestros.

Grulla sobrevoló sobre ellos con fuerza provocando un potente viento que hizo que los árboles perdieran muchas de sus hojas. Y las nube verde, era una especie de miasma que drenaba la energía de las plantas y el suelo. Grulla aterrizó con fuerza justo a unos metros de donde ellos estaban, y luego, Mantis, quién había estado sobre ella todo el tiempo, aterrizó a su lado, también convertido en jade.

Antes que los maestros pudieran tan siquiera levantarse, una aterradora sombra atravesaba la densa miasma verde que cubría la entrada. Con unos brillantes ojos verdes, su silueta se hacía presente mientras hacía chispas golpeando la roca de suelo con sus afiladas espadas de jade encadenadas.

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Se trataba de nadie más que del mismísimo Kai, quién había atravesado el país sólo para aclamar su venganza. Una macabra sonrisa complementaba su maquiavélico rostro, mientras sus articulaciones se contraían de una forma algo antinatural.

Kai: - Bueno. Bueno. Bueno. Mira quién tenemos aquí. Los patéticos alumnos que no llegan ni a la sombra de lo que Oogway una vez fue. -

Shifu: - Kai. Tu presencia no es bienvenida aquí. -

Kai: - ¿Ah sí? - Dijo con ironía. - ¿Y quién va a detenerme? -

Tigresa: - Nosotros lo haremos. -

Kung Fu Panda Fanfic - El Ascenso de un HéroeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora