(X) Heridas del Pasado

345 47 18
                                    

La caída de Po dejó a todos atónitos. Shen reía a carcajadas con todos sus fuerzas, mientras los Cinco Furiosos cayeron desplomados sobre sus rodillas. Abatidos por tal trágico acontecimiento. Sin fuerzas para pelear, los maestros fueron abatidos y encadenados por el numeroso ejército de Shen, mientras este bajaba por las escaleras lentamente, mirándolos con su escalofriante ojo rojo.

Líder lobo: - ¿Qué hacemos con ellos, mi señor? -

Shen: - Encadenelos y cuelguenlos del palo mayor. Quiero que toda China sea testigo de su derrota. - Dijo cínicamente mientras sostenía la barbilla de Tigresa con su mano, pero esta apenas podía luchar para que sus lágrimas no salieran a flote.

El cuerpo de Po flotaba tranquilamente sobre las mansas aguas del río. Chamuscado, herido, con varios huesos rotos, pero con un alentador y forzoso respirar. Flotó libremente hasta la orilla de un meandro, donde su cuerpo encalló en la tierra lodosa del lugar. Posteriormente, la sombra de una silueta se acerca a él lentamente, y se queda de pie, justo frente a su cabeza.

Po estaba en una especie de coma. Su mente divagaba contra su voluntad, separada de su cuerpo. Pero una sensación fría y molesta sobre su frente lo hizo despertar. Al abrir sus ojos, se encontraba en el interior de una cabaña abandonada, destruida por el paso de los años y el constante azote de la naturaleza.

Po logró mover un poco la cabeza alrededor, aunque le doliese bastante, y logró ver las paredes rotas, así como la hierba alta de los alrededores. Y a su izquierda, en otro rincón de la cabaña, la silueta de la extraña adivina que estaba en el palacio de Shen esperaba pacientemente con la vista perdida sobre el fuego de una hoguera. Po hizo lo posible para mover su adolorido cuerpo y levantarse sin que ella lo oyese, pero le resultó imposible.

Adivina: - Si te hubiese querido muerto, te hubiese dejado en ese rio. - Dijo aún de espaldas a Po.

Po: - ¿Por qué me salvó? - Dijo con una cansada voz y tras un largo suspiro.

Adivina: - Para que puedas cumplir con tu destino. - Dijo mientras se acercaba con una taza entre sus manos.

Po: - ¿De qué está hablando? ¿Dónde estoy? ¿Qué es eso? - Dijo al ver el extraño líquido color marrón en el interior de la taza.

Adivina: - Tómalo. Te hará sentir mejor. -

Le dijo mientras le ofrecía la tasa. Po olió con precaución y no le resultó apetecible. Luego, le dió un pequeño sorbo, pero era desagradable. Finalmente, aguantando la respiración y haciendo todo lo posible para que el brebaje no tocara su lengua, tomó dicho líquido, no sin terminar mostrando una cara de asco.

Po: - ¿Qué es este lugar? -

Adivina: - Me sorprende que recuerdes tan poco, pero... eras muy pequeño cuando todo pasó. -

Las palabras de la adivina abrieron un canal dentro de la mente de Po. Gritos de desesperación recorrieron su mente, provocándole un terrible dolor de cabeza. Po se levantó de la improvisada cama en la que estaba, pero cayó sobre sus rodillas al no poder mantener el equilibrio. Se arrastró con todas sus fuerzas hasta el borde de la cabaña mientras esas visiones que iban y venían, pulverizando su mente.

Adivina: - O tal vez si recuerdes un poco. -

Po: - Es solo una estúpida pesadilla. -

Adivina: - ¿Pesadilla... o recuerdo? -

Las palabras de la adivina abrió un profundo agujero en la mente de Po. Una inmesurable cantidad de información golpeó su mente de pronto. Recuerdos de una pacífica y pintoresca villa de pandas que vivían en paz y armonía. Y la imagen de un pequeño panda, alegre y juguetón que se reflejaba en la charca formada por la lluvia.

Adivina: - Esta era una maravillosa villa. Lord Shen estaba destinado a ser el gobernante de la ciudad de Gongmen, pero él quería más. Yo predije que alguien iva a detenerlo. Un panda. Pero nunca pude predecir... lo que pasaría después. -

Otro conjunto de recuerdos dolorosos vinieron a la mente de Po. La imagen de la villa en llamas, arrasadas por el ejército de lobos que Shen dirigía. El llanto de un bebé panda que gritaba por ayuda mientras el fuego consumía todo a su alrededor. La silueta de un pavo real con los patrones Shen dibujados sobre su cola, que le ordenaba a dos de sus soldados devorar a la inocente criatura. Y al último instante, la espalda de su padre golpeando a los lobos con su enorme martillo.

Padre: « Toma a nuestro hijo, y huye lejos. Ve. »

La madre carga al pequeño panda, y este deja caer su peluche favorito mientras veía con tristeza la silueta de su padre, de cuyo rostro no se acordaba. El peluche cayó sobre los escombros en llamas, y allí permaneció, inmóvil y paciente, a que el mismo Po volviera a por él ya siendo un adulto.

Po tomó al peluche en sus manos. Magullado y con algunos hilos descosidos, carente de un ojo y con parte de su superior consumido por las llamas. Po lo miró con tristeza, pero su cabeza retumbaba con cada flashazo del pasado que bombardeaba su mente.

Adivina: - Deja de luchar. Déjalo fluir. -

Po: - ¿Cómo se supone que enfrente todo este dolor y todas esta frustración que siento? - Le dijo mientras una lágrima se asomaba por su rostro.

Adivina: - No debes enfrentarlas. Debes aceptarlas. Ambas son importante parte de ti, y no debes negarlas. -

Po vació su mente y siguió las palabras de la adivina. Miró al cielo mientras la lluvia golpeaba su rostro, e intentó buscar la paz en la más terrible de las tormentas. Po colocó al peluche justo enfrente de él, respiró profundamente, dio un paso atrás, y se convirtió en uno con la lluvia.

Tomó suavemente una pequeña gota de agua con la palma de su mano, y la pasó de una mano a otra con elegancia y paciencia sin que esta perdiera su forma. Con cada movimiento aparentemente sin sentido, más recuerdos volvieron a su mente. Recuerdos de su madre, de cómo corría con la nieve hasta los pies en la más fría de las noches, mientras huía de la manada de lobos que los perseguía.

La gota de agua siguió elegantemente el trayecto que Po ponía a su disposición, hasta que finalmente se dejó caer suavemente sobre una pequeña que sobresalía de húmedo pasto. Finalmente, Po pudo recordar la verdad. El rostro lloroso de su madre, quién lo había puesto dentro de la canasta de verduras para que los lobos no lo encontrasen, acto seguido, huir lo más lejos posible para que sus perseguidores no encontrasen a Po, y tras ella, una sombra blanca con sus plumas teñidas en el carmesí de la sangre.

Ahora, conociendo la verdad de su pasado, Po sentía un inmenso vacío en su interior. Alimentado por la furia y la tristeza que lo consumían. La adivina, en su lento paso, se acercó a Po por la espalda, y le dijo algo que él nunca olvidaría.

Adivina: - Tu historia puede que no tenga un feliz comienzo. Pero eso no te hace ser quién eres. Es el resto de la historia quién deseas ser. -

Tras esas palabras, una pequeña luz se encendió en el marchito corazón de Po. A su mente vinieron todos los recuerdos de su vida. Desde que su padre adoptivo lo encontró, en cómo se enamoró del Kung Fu y en todas las dificultades que tuvo para llegar a ese momento. Cada recuerdo, ya fuese triste o alegre, lo hacían sentir vivo de nuevo.

Adivina: - Entonces ¿Quién eres, panda? - Po se levantó lentamente, aceptando todo lo que era y lo que fue, y con su destino grabado en sus ojos.

Po: - Yo soy Po. Y soy... El Guerrero Dragón. -

Kung Fu Panda Fanfic - El Ascenso de un HéroeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora