Capítulo 45: Rescatado

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Hambriento y balanceando mis pies, apoyando mi cabeza en la pared de su habitación probablemente tres o cuatro horas después de ser rescatado. La palabra "perdón" había salido de mis labios al menos cien veces. Ojos llenos de arrepentimiento habían observado a Yoongi en todo momento, viendo su rostro serio y su mandíbula apretada.

Un desastre, probablemente era la única definición que podía tener su casa en esos momentos; latas de cerveza por todos los rincones, cigarrillos apagados, bolsas de droga amontonadas cerca de un ropero. Cuatro o cinco personas desconocidas sentadas en el comedor. Hoseok durmiendo cerca de mí, respirando suavemente y con tranquilidad, después de que Yoongi solo dijera "el raro se queda"; no hicimos nada al respecto, ni una sola palabra rebatiéndole.

Y entonces entró, musitando palabras distantes, mirándome de reojo. Salté de ahí apegándome a su cuerpo y sintiendo cómo se relajaba. Adormilado, lo insultaba un millón de veces, reclamándole con mi voz somnolienta que estaba dejándome solo. Aun cuando todavía no le había comentado en su totalidad todo lo que en ese lugar había pasado. Sabía que si lo hacía, esto sería una gran tormenta desagradable donde podría perderlo todo. Yoongi es para mí como ese lugar al que corro para sentirme a salvo, y si aquello desaparece, ya no tendré dónde ir. 

Solo, perdido, con tan solo veinte años, jamás llegaría a ninguna parte. 

A veces tenías que mentir para no dañar a los demás, para no dañarte a ti también; aun si ese pensamiento era egoísta, admitiendo que los errores que cometí eran en su totalidad mi culpa y debía enfrentarme a ellos. Pero tengo miedo, hago cosas sin explicación, no me entiendo.

Nadie puede culparme de enloquecer, de ser promiscuo, de haberme aferrado a todo esto.

—No quiero que vayas conmigo, quédate aquí. —Yoongi me dijo.

Y negué con desobediencia, aferrándome más a él.

Escuchándolo bufar por lo bajo, abrió la puerta, recibiendo unas risotadas que se callaron justo cuando mis ojos se toparon con cada uno de esos hombres, más Jiyeon. Yo aseguraba que no la había visto cuando llegué, pero ahí estaba, sentada, viéndose perfecta como siempre ante mis ojerosos ojos. 

Comenzaron a hablar de cosas cuando me senté al lado de Yoongi, acurrucándome más cerca, y sintiendo su mano abrazarme más hacia el lugar en el que estaba. Como en casa. Y así, cuando abrí los ojos, vi los rostros de esas personas observándonos con suma sorpresa. Yoongi se inclinó preguntando si quería algo, si estaba bien, con una suavidad que me hizo ronronear.

—Todo está bien ahora, no te preocupes. 

Quizá sonreí, porque hacían esas muecas de sorpresa al darse cuenta de que yo podía hacer que Yoongi se volviera de esta forma. Algo que ninguno de ellos podría lograr aun si lo intentara con dureza. Era mío, yo era suyo. Podía ser una mierda la mitad del tiempo, pero aquel control que ambos teníamos el uno por el otro no podía compararse con nada. Lo veían como un monstruo con armadura de acero, completamente indomable, y no podían creer que ahora mismo, conmigo, estuviera prácticamente dejando que yo le acariciara con todo el consentimiento del mundo.

—¿Es esto un jardín infantil o algo parecido? —murmuró como chiste uno de los tipos.

Él tenía un mazo de cartas en su mano y tiró una hacia la mesa donde había más. Había una bolsa transparente llena de dinero justo en una punta, aquella que todos estaban mirando pero que dejaron de hacerlo desde que entré en el lugar usando un ancho suéter de Yoongi.

—Yoongi, ¿me extrañaste? —musité, olvidando por completo el chiste estúpido. Lo dije de una forma en la que solo él pudiese escucharme.

Me dijo que sí en mi oído, luego me recordó que había sido un completo tonto por hacer justo lo que me dijo que no hiciera. Estuve tentado a soltar todas las verdades que se veían amarradas a mi boca, pero no podía.

—Te amo, imbécil o no. —admitió, besando mi cabeza levemente mojada por una reciente ducha. 

—Oh, creo que todos sabemos eso. —interceptó Jiyeon riéndose nerviosamente mientras dejaba una carta sobre la mesa, asegurando con ello que aquellas palabras de Yoongi habían sido escuchadas por ella. 

—Ay Jiyeon, no veo por qué debería preocuparte, se ve cómo es de esos que follan con todos pero se sienten seguros con uno que les costó, y por aquello, no lo van a dejar ir. —la voz medio gruesa del mismo chico de antes se escuchó, ásperamente. 

Sentí cómo Yoongi gruñía intentando decir algo, pero me acerqué más a él, sonriendo. —Eh, tranquilo.

Estuvo a punto de tranquilizarse, pero...

—Sí, Yoongi, hazle caso. Debe ser bueno en la cama, tanto, que puede manejarte como a un títere solo con unas palabras.

Estaba harto, y supe por qué Yoongi no quiso que viniera.

La sonrisa cínica de Jiyeon detrás me hizo ponerme serio, quitando cualquier mueca de mi rostro.

—¿Puedes callar la puta boca un segundo? No tienes idea de lo que lo nuestro es. Que seas amigo de Jiyeon no te da derecho a meterte en mis relaciones. Vete a la mierda, Changkyun.

Se tiró hacia atrás el desconocido que de repente tenía nombre, y seguidamente asintió sonriendo de medio lado, quizá irónicamente. —Cuidado a quien le hablas, Yoongi. Sabes que digo la verdad, lo veo en su rostro, es el sarcasmo que muestra en cada una de sus acciones. Está escrito en todas partes que no es más que una puta cualquiera que se ha acostado con todo lo que se le cruza.

El tipo apoyó su rostro en su mano mojando sus labios levemente, disfrutando esto. Viendo la expresión molesta de Yoongi que cada vez crecía. Y las cosas pasaron de ser amenas a volverse un infierno en cuestión de minutos.

Yoongi se levantó, lo tomó del cuello, pero yo tiré de su camiseta hacia atrás intentando que me escuchara. Ya era suficiente de esta mierda.

—Sabes que nada de lo que él diga me importa, ¿verdad? Sabes que es cierto, sabes que yo lo acepto. Pero también sé que estás seguro de que te quiero, joder, te quiero más que a nada. Él es irrelevante, todos en esta puta sala lo son para mí. No conozco estos rostros, pero veo el tuyo. Veo el tuyo y no tengo necesidad de que golpees a este hijo de puta para que me demuestres que te preocupas por mí, que te importo. Yendo a buscarme a ese lugar fue una prueba que durará por siempre para mí.

Él retrocedió y me vio unos segundos, manteniendo su puño cerrado.

El imbécil seguía sonriendo sin importarle el hecho que Yoongi estaba queriendo romper su cara, pero se alejó. Y entonces lo vi, el arma que tenía en su pantalón resaltada un poco. Supe por qué no tenía miedo, y supe que los otros allí, con él, también estaban armados.

Luego, me quedó más que confirmado que Yoongi lo sabía también, sin embargo no le importó levantarse a pelear.

—¡Jimin!

Hoseok salió de la habitación entre abriendo la puerta levemente, con sus ojos inyectados en pánico, como si esto le estuviera poniendo nervioso. Solo estaba en ropa interior con una camiseta, y sin pudor alguno, salió. Sus ojos y los de Changkyun se encontraron, y su sonrisa, esa irónica que adornaba su rostro en todo momento, de repente desapareció, alejándose levemente. 

—¿Quién es ese? —preguntó.

—Eso no te importa. Pero escuché mucho de lo que dijiste y no me gustó. No vas a decir esas cosas sobre Jimin, porque es mi amigo, el único que tengo. Voy a matarte si escucho otra cosa sobre él saliendo de tu boca. —Hoseok vociferó molesto pero seguidamente sonrió burlesco, logrando que la atención de la mayor parte de los que estábamos ahí se posara por completo sobre él. 

Pudieron reír, porque en fuerza todos ellos le ganaban, pero Changkyun levantó su mano haciendo que todas las muecas burlescas desaparecieran por completo.

—Eres alguien interesante. —admitió acercándose. 

Hoseok solo se movió detrás de mí agarrándose de mi suéter. 










DRAMA KING. ➸yoonminDonde viven las historias. Descúbrelo ahora