Capítulo 14: Niño azul

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Al terminar las horas de clases, yo iba caminando por el asfalto presionando mis brazos fuertemente sobre mi pecho; hacía mucho frío. Delante de mí iba Yoongi, mientras yo me movía como su sombra detrás sin decir una sola palabra. 

Él sabía que yo estaba ahí, me había invitado a su casa antes de que yo pudiese ir a la mía, con palabras atascadas con otras. Me sentía indefenso, sus ojos no tenían ni una pizca de cordura en ellos, pero acepté la decisión de ir hasta allí solo porque no quería volver a casa. Hubiese preferido ir al hospital directamente, pero no podía, el horario de visitas no empezaba sino hasta las seis de la tarde y recién eran las cuatro.

—¿Vas a quedarte atrás mío todo el tiempo? 

Su voz, lejos de sonar calmada o cualquier sinónimo de esa palabra, retumbó entre un hilo de enfado y disgusto. Cesé de caminar alarmado ante su comportamiento. No sabía a qué se debía, pero no quería que lo ocurrido días atrás en su casa volviera a repetirse, así que solo pretendí escapar de esta situación mientras él volteaba mostrando su más que obvio ceño fruncido.

—¿Estás enojado conmigo? Puedo irme... Puedo volver a casa si no quieres que vaya contigo. —respondí con cuidado.

—No quiero eso.

—Entonces puedo-

—Oh, mierda, solo quiero que tomes mi jodida mano y caminemos juntos a casa, eso es todo, vamos, no es muy difícil. Me duele la cabeza. Te quiero a ti a mi lado porque sé de alguna forma que entre todas esas caricias tuyas una va a poder aliviar estas ganas que tengo de mandar a la basura cada parte de mi vida.

Cerró los ojos un momento y llevó su mano hacia la mía, acariciándola un poco. Me quedé estupefacto, pero, me aferré a su mano tan pronto como mi cuerpo pudo estar ubicado junto al suyo. Sus dedos se movieron contra los míos y creamos un pequeño enlace, casi irrompible. Miré hacia otro lado; él estaba tenso, yo estaba feliz.

«¿Por qué demonios estaba feliz con esta estúpida sonrisita en mi cara?»

El teléfono de Yoongi no dejaba de hacer un estresante ruido en el bolsillo trasero de su pantalón, no sabía si eran mensajes o llamadas, pero su ceño se fruncía cada vez más ante esto. Lo tomó antes de que pudiese sonar de nuevo, y en vez de contestar, que era algo que pensé que haría, solo apagó el aparato guardándolo nuevamente donde estaba en un primer instante. Yo seguía sonriendo y él seguía enfadado. 

Me di cuenta, de repente, que él conocía más sobre mí de lo que yo lo hacía sobre él. De hecho, dejé escapar entre todas nuestras conversaciones partes de cosas que había tenido cerradas bajo llave donde nadie pudiese encontrarlas, pero Yoongi, él solo era un cuervo herido, tan cerrado y frívolo, como para no permitir que otro pájaro se le acercara a curar sus heridas. Quizá yo era un cuervo también, pero uno que no había vivido tanto como los demás. 

—¿Por qué no contestaste el teléfono?

Sabía que no debía, sabía que había una regla invisible entre nosotros, esa que explicaba que yo no podía hurguetear en su vida pero él sí en la mía. De repente me pareció injusto, lo hizo desde un principio, pero no había tomado en cuenta cuan atrapado me podría llegar a sentir por lo que escondía detrás de su rostro cada día.

Como era de esperarse, Yoongi solo se limitó a guardar un silencio tortuoso entre ambos, apretando más su mano contra la mía, mirando hacia otro lado, perdido en lo que parecían ser un montón de pensamientos implantados en su cabeza, logrando que la mitad del tiempo solo estuviese sumergido en ellos y que su atención solo fuera hacia mí una mínima parte. Dejé el tema de lado, había aceptado ya que él no respondería a mi pregunta, pero entonces su voz, justo cuando estábamos a dos casas de llegar a la suya, interrumpió aquel pensamiento equivocado y premeditado sobre su decisión. 

—Mi madre volvió con mi padre. Ella está preocupada por cómo me he estado tomando la noticia, nada del otro mundo.

—¿Volver? ¿Estaban separados?

—Por mutuo acuerdo, sí. No había un papel que lo demostrara pero él no quería volver a verle la cara a Sunhee, así que se fue, y ella solo se mantuvo allí, llorando como una estúpida.

Supuse que Sunhee era el nombre de su madre. No pude evitar sentir pena. La voz fría de Yoongi demostraba que este tema le importaba muy poco, pero había algo en sus expresiones que me hacían darme cuenta de que eso no era precisamente lo que ocurría.

—Es por eso que estás tan molesto, ya veo...

Negó con la cabeza varias veces. —No, no estoy molesto, estoy frustrado. No puedo creer que alguien sea tan... Mierda, cómo odio lo dependiente que es de todo el mundo, y de él, que es un hijo de puta. Es imposible para mí entender cómo alguien quiere volver hacia una persona que no ha causado más que dolor. 

«Irónico, ¿no, Yoongi?»

—Ella quizá está enamorada. —mencioné lo último con un poco de ironía, mientras él deshacía el agarre de su mano con la mía para abrir la puerta de su casa cuando ya estábamos enfrente de ella.

—¿De él? No lo creo. Está enamorada de la sensación que le produce cuando está cerca, y ni siquiera eso, ni siquiera es amor, con los años eso se convirtió simplemente en necesidad. Su relación de años se construyó a base de pura mierda llena de clichés irreales. Terminaron así. Se volvieron viejos y se miraron, y un día él descubrió que realmente esto no era lo que quería. Se obligan a crear una vida antes de tiempo, parece como si fuese una regla enamorarse a pesar de que no lo es. Mamá encontró el amor de su vida mientras que él creyó que lo encontró, ese ha sido el problema desde siempre.

Dejó de hablar apenas entramos, fue un acto casi inmediato, la llave entró y la puerta se abrió, fue rápido. No había nadie en casa.

—No estará aquí hasta las siete, puedo llevarte a tu casa luego si quieres. —dijo con voz neutra.

Yo asentí de forma débil, y sonreí cuando él se volteó siguiendo su camino porque por fin sentía que estaba acercándome a saber lo que él era, sin necesidad de presionarlo. Yoongi podía haberme dicho que no era mi asunto, podía haberse cerrado como otras veces, pero no lo hizo. Mi pecho se sentía increíblemente apretado.

Había un montón de cartas apiladas en un mueble viejo y polvoreado, me acerqué a ver un poco más. Todas eran para Yoongi. «¿Por qué había tantas cartas sin leer?» Tuve que salir de allí para ir a su habitación porque no quería que se diese cuenta de que había estado curioseando cosas que él quizá no quería que yo supiese.

Me llamó un par de veces dentro del cuarto, así que entré, con los ojos perdidos en sus ojos cuando me lo encontré sentado en su cama mirando hacia mí directamente. Le sonreí, por primera vez sentía que había una pequeña parte que conocía de su vida. Me alegraba por eso. Actuaba como un niño pequeño al que le acaban de comprar un dulce. Yo solo estaba feliz, era estúpido y conformista, pero no me importaba. 

Mis ojos recorrieron la habitación antes de llegar hacia una esquina que no había visto anteriormente cuando había estado allí. Con plumón negro, sobre la desgarrada y mullida pared, estaba escrito: "Nadie te puede ayudar, nadie puede salvarte de tu mierda. Quiero que leas esto como un recordatorio de que sin mí no eres nada. No eres más que el patético niño azul con el cerebro podrido por la cocaína, y yo no soy más que la niña gris amándote incluso por sobre todo eso".

Parecía que habían intentado quitarlo, rasgarlo, e incluso había manchas de otra tinta encima, pero la letra seguía estando allí, algo borrosa, en una letra cursiva que dudé que perteneciera a Yoongi.

Quería entender de qué se trataba pero no podía.










DRAMA KING. ➸yoonminDonde viven las historias. Descúbrelo ahora