Capítulo 23: Blanco

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—¿Y? ¿Pasa algo? ¿Qué es de lo que querías hablar? —pregunta Jungkook después de que comience el primer receso, ya habiendo pasado varias horas de clases, sentados sobre el pasto del jardín trasero.

Muy cerca, está Yoongi, fumando un cigarrillo con sus pupilas dilatadas todo lo que es posible, mirando hacia aquí, con cara de que no está muy feliz al respecto. 

—Quería que habláramos porque creo que es tiempo de contarte la verdad, de cierta forma. Todo lo que te dije fue cierto, ¿entiendes? Al principio de todo, cuando nosotros comenzamos a ser cariñosos juntos e incluso después de tener sexo, yo te dije que no le pertenecía a nadie —suspiré, porque sabía que por más claras que siempre dejara mis condiciones todos siempre las olvidaban—. Te dije que no iba a enamorarme, que si tú lo hacías eso sería tú problema, no el mío. Pero ya a este punto creo que te estás dañando demasiado, yendo detrás de mí con esas ganas de dañarte a ti mismo que realmente considero masoquistas. 

—Lo hago porque me gustas.

Vi el ceño de Jungkook fruncirse, apretando los puños, y supe que dentro de su cabeza estaba pensando acerca de ir hacia donde estábamos. Negué, lo hice hacia él, para que entendiera que no era momento para sus estúpidas escenas de celos. 

—Y yo hago esto porque te aprecio. Mira, dejemos de hablarnos, dejemos de vernos. Yo no quiero usarte, tampoco quiero que te sientas usado. 

Sus ojos expresaban completa necesidad, Jungkook quería acercarse a mí, pero tenía temor a que lo hiciera y Yoongi se aproximara solo con el mero fin de hacerle daño. No quería eso para él. Tampoco imaginarlo queriéndome de la forma en la que lo hacía, era demasiado bueno para mí.

—Me sentiría peor sabiendo que dejaremos de hablarnos que siendo consciente de que estoy siendo usado, porque aún así mantendría tu presencia. 

—¿Por qué…? —mi voz se cortó, mi mano fue hacia mi cabello tirándolo hacia atrás en un acto de estrés. Su actitud necesitada de mí estaba causándome un completo remordimiento; no podía ver a alguien así, no por mí. Y no si ese alguien es él— ¿Por qué te aferras a mí de esa forma?

—¿Por qué tú no lo haces? —contraatacó sin dejar de mirarme, tocando mi mano aún si yo había tomado una distancia prudente— ¿Por qué no quieres aferrarte a mí de la forma en la que yo lo hago? 

Bajé la mirada a sabiendas de que Yoongi probablemente estaba escuchando todo esto. No me importaba en absoluto. —Conocí a alguien, ¿entiendes? Y él está demente, jodido, y probablemente lo quiero más de lo que podrá quererme alguna vez. Pero esa es la razón, lo quiero. Ya me aferro a él, ya tengo a quien necesito por más enfermo que parezca lo nuestro. No tengo esos sentimientos hacia ti, y lo siento tanto, en serio lo siento tanto. Si yo pudiera hacer algo... cambiar las cosas… elegir a quién querer… nunca habría ido por este camino equivocado. 

—¿Es Yoongi?

Asentí. Mi cara se sintió caliente de repente, debía haberme sonrojado, no entendía la razón.

Jungkook soltó una carcajada antes de volver con una sonrisa casi diminuta expuesta en su rostro que demostraba estar completamente herido. —Con razón recibí una paliza suya. Si tú fueras mío de esa forma tampoco dejaría que alguien te me arrebatase. De todas formas creo que mereces algo mejor que eso. 

—No, tú no lo entiendes. Yo ni siquiera merezco esto, tenerlo a él, mucho menos voy a merecer a alguien como tú a mi lado, o a alguien mejor, eso no existe, no para mí. Esta lucha que yo creé, todo lo que soy, cada corazón que he destrozado entre mis manos como si no significase nada, se ha sumado a todo lo que tengo que pagar. No soy una buena persona. No me conoces. Dentro de mí hay un millón de planetas, cada uno inhabitable, pero todos forman parte de mí, explorarlos es imposible. Lo único que puedo decirte es que no soy bueno, no tengo buenas intenciones. Y si me detuve por ti, intentando no dañarte, fue porque sentí por primera vez empatía en alguien que no soy yo.

Eso era todo lo que soy, un egoísta pensando solo en mí, lo que quiero, lo que necesito. Ocupándome de mis propias necesidades sin preocuparme de si el resto sale lastimado. Y, lo peor de todo, es que no me arrepiento de ninguna mierda. De nada. Todo lo que he hecho, cada corazón que he roto, cada persona que he tenido entre mis manos, absolutamente todo eso, nunca me ha importado. Solo a Jungkook, por tener mi estima, lo quité del camino.

—No quiero tu lástima, Jimin —se levantó junto a sus palabras salían, enfadadas, de una forma que nunca había escuchado antes—. Yo soy capaz de escoger si quiero que algo me dañe o no. Y no soy un tonto, cuando te vi supe que serías un problema pero no me importó, justo como ahora cuando tengo el jodido corazón hecho mierda porque… ¿Sabes qué? Te quiero más que ese imbécil. Te quiero hace más tiempo. ¡Ustedes solo se conocen unos jodidos meses! Pero me da igual, no pienso alejarme de ti simplemente porque no quiero.

Me da un último vistazo antes de que su espalda sea lo único que puedo ver entre la multitud de personas que entran y salen del lugar. Y entonces, como si esta fuese su orden de entrada entre el no muy sorprendido yo, mis manos temblando, mis labios formando un puchero, Yoongi se encamina hacia el lugar en el que me encuentro, esta vez, con un cigarrillo sin encender en su mano, tendiéndolo hacia mí cuando está lo suficientemente cerca. Lo tomo y miro; está rayado, palabras escritas en él de forma desordenada. Me cuesta entenderlo, pero cuando lo hago, sonrío entre lo opacado que me encontraba por todo lo que acababa de pasar.

"Lo siento, soy un estúpido", decía en una especie de tinta azul encima del blanquecino cigarrillo. 

—Sí, eres un imbécil de lo peor. —le digo.

—Pero lo siento. —me sonríe de medio lado, sentándose a mi lado mientras yo pongo mi cabeza en su hombro.

—Claro que no, tú no lo sientes —susurro, bajito, más para mí que para él—. Pero, a estas alturas ya me da lo mismo.

—Esta es tu última oportunidad para hacer bien las cosas —toma mi mano guiándola hacia el vidrio de la ventana que separa el jardín con el interior de la escuela; allí, de pie, está Jungkook intentando caminar más lejos pero siendo interceptado por una chica quien entabla una conversación—. Cambiar todo lo que eres para mejor.

—¿Y qué pasa si no quiero? —sigo teniendo el cigarrillo entre mis dedos así que lo muevo entre ellos, queriendo tener más cercanía, mientras el perfume de Yoongi se extiende hasta que puedo oler de él en su plenitud— Hace un segundo querías golpear cada parte de su cuerpo hasta que no quedase nada, ahora estás diciendo que tengo la oportunidad de irme con él, no te entiendo.

—No te estoy pidiendo que me entiendas, solo te estoy diciendo que estás desaprovechando algo que no va a volver, o que si lo hace, no estará disponible de la forma en la que ahora lo está.

Me quejé y lloriqueé falsamente removiéndome. —Me gustaría estar igual de drogado como estás tú siempre para no tener que sentir nada.

—No sentir nada no es una virtud —me aclaró con cierto enfado en su voz—. Drogarse tampoco lo es. No deberías siquiera pensar en meterte en una mierda como esa. 

—Pero yo quiero dejar de sentir.

Hizo un chasquido con la lengua buscando mi mano para apretarla con la suya, de esa forma tan cómodamente acogedora como siempre lo hacía. —¿Dejar de sentir qué?

—Esto, lo que causas en mí, impidiéndome incluso pensar en lo que he hecho mal o a la persona que acabo de destrozar.

—Entonces no lo necesitas, ese es el efecto que causa la droga; olvidarte de los problemas, quedarte estancado en un paraíso temporal. Yo estoy siendo tu droga ahora, Jiminie, ¿no lo ves? 

Me reí, porque quizá estaba en lo cierto.

La gente a nuestro alrededor nos miraba y cuchicheaba acerca de nosotros, lo escuchaba.

Esto había sido una pequeña turbulencia en un viaje que traería consigo muchas más, pero mientras mis dedos acariciaban los de Yoongi, a mí no me importaba. 










DRAMA KING. ➸yoonminDonde viven las historias. Descúbrelo ahora