Capítulo 8: Verdadero Yoongi

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Probablemente no debí, pero no pude evitarlo. Jungkook, unos de los chicos con los que literalmente tenía sexo casual, me buscó. Iba camino al hospital para ver a Jihyun cuando me topé con él, quien me miró con ojos de cachorro diciendo que no quería dejar de verme a pesar de que sus otros dos amigos no quisieran ni siquiera verme la cara, yo asentí y nos besamos. Lo dejé besarme. Estaba bien.

Se sintió bien el hecho de que alguien se preocupe por ti de forma que te haga saber que no va a alejarse por más que lo demás lo hagan. 

Me aseguró que no iba a dejar que Dongwon siguiera haciéndome daño; fue sumamente comprensivo y lo agradecí. En su voz no había una pizca de rencor o sufrimiento, eso me agradaba, saber que él realmente solo se aferraba a la sensación de sentirse amado y no a mí. Nadie debería aferrarse a mí jamás.

Ahora, después de una larga tarde llena de proyectos y trabajos de mierda, estoy sentado en la cafetería picoteando mi ensalada. No tengo hambre, o sí, quizá sí tenía hambre, pero mi mamá no dejó de decirme esta mañana lo mucho que debía mantener mi figura y lo gordo que aparentemente estaba. Eso es lo único que hace cuando está en casa: ser un maldito peso en mis hombros. Ni siquiera sé desde cuándo lo que ella me dice me importa, pero no estaba bien, a mí me gusta lucir bien y no iba a negar que ese último tiempo había estado comiendo mucho debido a la ansiedad; la comida regularmente me quitaba un poco de ello.

Pronto, sentí a alguien parado a un costado. Sabía que no podía ser Hyerin porque me había mensajeado diciendo que estaba enferma y no podría venir, así que no me asombré porque ya tenía mis sospechas de quién podría tratarse.

—¿Ensalada otra vez?

Yo solo asentí ante la voz de Yoongi hacia mí.

Él negó con la cabeza un par de veces posicionándose a mi lado con su hamburguesa grasosa y un montón de papas fritas que me hicieron prácticamente babear. Deslicé mi mirada hacia otro lado, «jodida mierda, cómo odio a mi madre».

—Estás hecho un palo, Jimin. ¿No quieres comer algo? Ten. —me tiró la charola con comida.

Y yo me enfadé. ¿Desde cuándo Yoongi se encontraba preocupado por mí?

—No tengo hambre.

—Mentir te va pero del asco.

Bufé ante la mirada que me estaba dando, así que a regañadientes tomé la hamburguesa de su plato y le di un mordisco. —Ya, ¿feliz?

—Bastante, para serte sincero. —me envió una sonrisa.

A diferencia de otros días, él estaba extraño; bastante más cercano y pacífico. No pude sonreírle de vuelta porque sinceramente aún seguía pensando en lo que había pasado hace unos días.

—Sigues molesto. —comentó.

Miré hacia otro lado, con disgusto. —No.

—Como dije antes: mentir te va pero del asco. Vamos, dímelo.

—¿Qué quieres que te diga?

—Todo eso que te tienes guardado. Yo sé que estás odiándome ahora, puedes decirme lo que se te dé la gana, no voy a enfadarme.

Llevé mis manos al pliegue de mi short y lo apreté con fuerza; movía mis pies nerviosamente. Sus ojos sobre mí, y de repente, su mano sobre mi muslo. Yo realmente no podía con estas sensaciones; era nuevo, era real, lo sentía allí, algo que no conocía picoteando mi pecho con fuerza. ¿Realmente era posible que yo… esté tan hundido por alguien como él? 

—No te odio, no digas eso, no podría odiarte —me apoyé levemente en su cuerpo cerrando los ojos; estaba cansado, no había podido dormir bien anoche así que el sueño me invadía por completo—. Está bien para mí. Esto. Tú solo estabas siendo sincero conmigo; tenías razón. No te importa lo que yo sienta; está bien. Soy un idiota porque sabía que así sería apenas te conocí, sin embargo, yo siempre me quedé esperando un poco más.

—Lamento no haber llenado tus expectativas.

Fruncí el ceño más de lo que ya lo tenía. —No es eso, no son expectativas. Yo te puse alto sobre lo que yo soy, te tomé como una meta inalcanzable. Me sentí un perdedor cuando me di cuenta de que a pesar de haber llegado hasta ti no era capaz de atraparte por completo. Tú no quedaste sostenido en mí tanto como yo me quedé de ti, ¿entiendes? Ese es el problema.

—¿Y cómo lo sabes?

—¿Eh?

—¿Cómo sabes que no estoy enganchado en ti de la forma en la que tú lo estás? Porque mis pensamientos nunca han sido fáciles de ver, en cambio tú, eres un libro abierto que ya he leído un millón de veces.

La conversación estaba dejándome cada vez más colgado. 

—Lo sé porque simplemente tú me lo has demostrado con la forma que tienes al tratarme. No te importo, me lo dijiste, y yo lo tengo claro.

—Estás equivocado respecto a mí, Jimin…

Puso su mano sobre la mía que aún seguía aferrándose con fuerza al pliegue de la tela, y la acarició hasta que yo dejé de presionar, aflojando mis dedos y logrando que con ello él pueda tocarlos, posando mis manos sobre la suya para luego unirla en un acto afectuoso. Posiblemente de una forma tan cercana como nunca la habíamos estado.

—Yo no soy ni la quinta parte ni de lo que hago ni de lo que digo —continuó—. Estoy aquí siendo una sombra de mi propia sombra, jamás salgo a la luz, dejo que la droga opaque mis sentidos y me enceguezco con ella. No me gusta ser yo, porque ser yo no es algo de lo que me sienta orgulloso, así que me fundo en otras formas que opaquen mi propia personalidad. Me gusta tu forma de ser, ¿sí? Es solo que te haces el fuerte y eres tan jodidamente frágil que incluso me da miedo tocarte sin pensar que podrás salir lastimado.

—Eso no es verdad, yo no soy débil en ningún aspecto. Siempre he podido con todo, nada es tan fuerte como para romperme, no-

—Excepto yo —me interrumpió sin importarle qué fuera lo siguiente que iba a decir—. Porque yo sí supe cómo colarme entre tu capa de inseguridad, de miedo, desconfianza, y la otra que está en la superficie que te dice "¡hey, mírame, estoy aquí, soy fuerte, puedo con todo!" Pura mierda disfrazada. Eres un ser humano, y yo sé que he sido un idiota por no haberlo visto antes. Sé que no he podido tratarte de otra forma que no sea como a una basura, pero me enojas, tú, la forma en que desperdicias todo esto tan hermoso que guardas dentro solo para mostrar una parte de ti que realmente no es la verdadera.

—¿No es irónico? Porque opino lo mismo de ti, Yoongi. Haces exactamente lo mismo que yo. ¿Cómo es que debemos actuar ante esto?

—No es lo mismo, tú-

Y nuestra conversación fue nuevamente interrumpida, pero esta vez, por alguien ajeno a nosotros.

Jungkook tocó mi brazo con una fuerza mediana logrando que rompiera el enlace y toda la burbuja en la que Yoongi y yo nos habíamos metido.

—Bebé, ¿puedo hablar contigo un momento? 

Yo sabía que eso lo había cagado todo. Realmente lo sabía. Y más cuando sentí el gruñido de Yoongi por lo bajo a la misma vez que su mano se apoderó de mi cintura con una presión que se me hizo innecesaria. 

Rogué que esto no terminara en algo de lo que después iba a sentirme culpable. 











DRAMA KING. ➸yoonminDonde viven las historias. Descúbrelo ahora