Capítulo 38: Un demente Jimin

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Ya luego de horas, la mitad estaba media muerta en el suelo mientras que la otra se repartía entre bailando, follando, y bebiendo aún. Yoongi estaba apoyado en su mano mirando hacia mi dirección mientras yo me reía como un idiota. Él no sabía, pero mientras no estaba viendo saqué de su bolsillo un puñado de pastillas y me las tomé. Diez, quince, lo que sea, me daba igual.

De todas formas estaba tan aburrido que cuando vi a un chico apunto de subir por las escaleras, me acerqué a él, lo miré mucho tiempo, luego sonreí. —Eres muy lindo. Tengamos sexo. 

Me sonrió de vuelta como si aquella propuesta era todo lo que necesitaba en ese momento. Seamos claros, en una fiesta donde la mitad ya estaba muriendo por una resaca, nadie quería tener nada con nadie, o la mayoría ya lo había encontrado. Este pobre diablo no iba a encontrar algo mejor. Le di un beso porque en estos momentos mi yo antiguo salía siendo liberado completamente, ese al que no le importaba una mierda ni nombres ni rostros, ese que quería ser tocado, besado, deseado. 

Ese era yo, era mi realidad.

Me tambaleé porque en algún momento el efecto de las pastillas tenía que surgir; me sentía tan bien, todo esto se sentía como si fuese correcto. Como si lo necesitara. Solo fue entonces cuando las cosas cambiaron abruptamente y mis ojos se movieron con lentitud, desviándose desde el rostro sonriente del chico más su mano en mi cintura hasta el fondo de la habitación donde la luz entraba por una ventanilla.

«Patético, patético, patético. Tan patético».

No sabía cómo describirlo, pero era como si lo demás se hubiese desvanecido por completo. Tuve que pestañear otras tres veces antes de mirar al frente. —¿Por qué dijiste eso?

Estaba tan confundido, tan jodido. No entendía qué había sucedido pero no era normal, porque nunca antes me había pasado algo como eso.

—Yo no dije nada. ¿Vamos o no?

Volví a sentirlo pero más leve, y empujé el cuerpo que se aferraba cada vez más al mío solo para soltar una pequeña risa e irme hacia atrás.

«¿Quién es? ¿Quiénes son? ¿Quién eres tú? Patético, patético».

Sentí el peculiar sonido de la silla rechinando algo lejos mientras mis ojos se abrían mirando hacia todos lados. ¿Esto era el efecto de la droga? Mierda, sentía como si una multitud de personas estuvieran hablando. Pero me mantuve, lo hice después de que alguien jalara mi brazo.

—¿Quién eres tú?

Esa pregunta otra vez, hacía doler mi cabeza, tuve que evitar decir algo respecto a eso porque sabía que no lo entenderían. No lo harían. Ellos no estaban ahí realmente, no conmigo. De pronto, su voz se elevó por entre el sonido de las respiración, ronquidos y algunos chasquidos de besos.

—Alguien que no te quiere ver cerca de él, así que vete a la mierda, me harías un favor.

En ese momento fue cuando se terminó, cuando lo escuché, a Yoongi, prepotente y receloso, esa típica forma que tenía él de demostrar algo tan ridículo como que yo no podía pertenecer a nadie más cuando la realidad era que no podía pertenecerle aunque quisiera. Pero el ruido, las sensaciones, la calma, el miedo, cada parte de todo, comenzó a hacerse tan pequeño, minúsculo, hasta terminar por volverse inexistente. Dejé descansar mi cabeza sobre su pecho cuando estuvo lo suficientemente cerca, sonriendo mientras de fondo escuchaba cómo peleaba con el tipo que me quería follar.

No sé por qué pero me resultaba tan divertido.

—¿Quieres irte?

No le respondí, quizás porque no quería o quizás porque no tenía ganas. Además, aún no estábamos solos completamente. Me di cuenta de que la droga en él no afecta mucho tiempo, se ve como idiota dos o una mísera hora antes de volver a actuar como siempre.

DRAMA KING. ➸yoonminDonde viven las historias. Descúbrelo ahora