Epílogo

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"Yoongi.

No sé qué escribirte, pero hago de todas formas.

Yo debía pagar por lo que hice y no me lo permitiste

Mentiste, dijiste cosas que no eran ciertas, y te echaste la culpa de sangre que jamás cayó sobre tus manos. 

El amor te volvió demente, estúpido, te jugó en contra.

Caíste, y no pude sostenerte ni siquiera un centímetro.

Caí meses después preso del extrañar que me producía no poder tocarte.

Incluso cuando dormía me veía a mí mismo cegado por la culpa.

Y a pesar de todo, lo cansado que estaba me dejó permanecer un tiempo.

Solo para amarte.

Solo para desear pagar contigo las culpas de una vida que realmente no merecíamos.

Y solo para ver de nuevo tus facciones suavizarse mientras te toco.

No estoy con nadie, si eso es algo que te preocupa.

No puedo estar con nadie, no hay otro Min Yoongi en este mundo.

No hay otro nosotros tampoco.

Mis brazos están esperándote, mi corazón todavía te anhela. Quizá debiste dejarme ir mucho antes.

Quizá debimos dejar que nuestras vidas siguieran su destino; yo suicidándome, tú muerto por una sobredosis.

Si no hubiésemos seguido el camino de la línea invisible que unía nuestras almas destrozadas, no nos habríamos arruinado.

Sin ti en mi vida y sin yo en la tuya, nuestro nosotros no te habría enjaulado.

Te voy a esperar, siempre.

Toda la vida.

Aunque eso termine conmigo."






Yoongi releyó el trozo de papel en sus manos, arrugado y ya viejo. Su compañero de celda lo miraba con atención.

—Lees esa porquería todos los días, ¿es tan importante?

No respondió, se recostó en su cama y miró el techo.

Llevaba tres años ahí y hace un año y medio que no sabía nada de él. Mierda, lo extrañaba tanto. Lo extrañaba y no podía hacer nada más que patéticamente odiarse a sí mismo por todo lo que pasó.

El sonido imponente del golpear de algo contra la celda lo sacó de sus abrumados pensamientos; un hombre lo llamaba.

—Min Yoongi, tienes visita.

No se asombró, de vez en cuando venían personas a verlo que en su vida significaron algo para él.

—¿Quién?

Fastidiado, el hombre soltó con un tono de voz monótono. —Ese chico, Jimin.

Yoongi cerró los ojos esbozando una sonrisa.

«Ya era hora. Ya era la maldita hora de que se apareciera por aquí».

Su corazón se sintió pesado, y cuando se levantó solo se afirmó más al papel dañado en sus manos, como si significara algo.

Como si ellos significaran algo.












¡Gracias por leer esta historia!

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DRAMA KING. ➸yoonminDonde viven las historias. Descúbrelo ahora