Maratón de #Nessik parte 2 de 4.
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Vanessa
Abro mis ojos cuando siento un calor invadirme el cuerpo. Me remuevo un poco y veo que estoy atrapada. Lo único móvil en mi cuerpo, justo ahorita, es mi cabeza y un brazo. Adrik me usa como su almohada personal. Una de sus piernas está bajo la mía y la otra está en medio de modo que tiene a ambas atrapadas e inmovilizadas. Su brazo izquierdo, tan fuerte y musculoso, está bajo mi cabeza y el otro rodeando mi cintura, por lo cual mi tórax hace contacto con el suyo que está desnudo. Intento empujarlo al otro lado de la cama, pero es inútil, Adrik es un hombre muy pesado y grande, eso sin contar que tiene atrapado mi brazo derecho bajo su costado. En pocas palabras, me ha enjaulado para no escapar.
Respiro profundo y veo su pectoral debido a que no puedo mover mucho la cabeza. Su fuerza es increíble incluso estando dormido y su habilidad para usarme así, sin inmutarse, más. Supongo que ya es de noche porque el sol ya no está iluminándonos como cuando llegamos, o tal vez si está, pero la cortina negra que adorna la habitación no deja que se filtre nada. Así que, a ciencia cierta, no sé. En cuanto pusimos un pie en Alaska, sobre todo en esta pequeña cabaña que rentamos, decidimos que lo mejor era descansar un par de horas antes de explorar la ciudad como lo hicimos en los anteriores Estados. Me duché, se duchó, nos acurrucamos en la cama y ya no supe nada hasta ahorita.
Con mi lengua dibujo círculos en su pectoral y después busco su pezón con ese arito metálico que ya le estoy conociendo. Le doy unas cuantas lamidas antes de perderlo entre mis labios y succionarlo con mimo. Algo comienza a crecer entre nosotros, estrellándose con mi ombligo. Sonrío ante el efecto que le produzco y me detengo.
Tal vez ya está a punto de despertar.
Dejo un último besito en su pectoral y le hablo para que despierte, pero él no responde, solo gruñe y me aprieta más contra su pecho. Pierdo la fe en encontrar alguna escapatoria y mejor lo observo, tiene el rostro ligeramente ruborizado, sus largas y espesas pestañas negras le enmarcan su bronceada piel, su ceño está ligeramente fruncido, lo cual me causa ternura. Su cabello, una maraña de hilos suaves color negro, cae desgarbado por toda su sien. Lo tiene muy largo. De pronto, Adrik se impulsa hacia delante, supongo que es un reflejo, y pica más mi abdomen con esa parte de su cuerpo que ya ha despertado por completo. Vuelve a impulsarse, esta vez más duro y luego ya no se mueve en lo absoluto. Resoplo con fuerza.
Nuevamente hago el intento de despertarlo, esta vez hablando más alto, pero nada. Parece un tronco durmiendo. Inicio la lucha contra él para intentar zafarme, hago acopio de todas mis fuerzas y esta vez logro salir fuera de su agarre mortal.
—¡Sí! —chillo, extasiada, pegando un brinquito, pero en el proceso me enredo con la sábana y caigo de lleno al puto piso.
—Eso te pasa por aprovechada. ¡Pervertida!
A regañadientes me levanto y vuelvo a subir al colchón.
—¡No soy ninguna pervertida! ¡Solo estaba besando tu pectoral para que despertaras! —me quejo, dramática, pero antes de poder decir otra cosa, una mano se coloca entre mis piernas, presionando un poco y ocasionando que gima.
—Alguien está más que lista... —ronronea contra mi oreja para después acariciarla con su nariz. Mi cuerpo se enciende—. Ahora dime, nena, ¿aún quieres saber cómo se come a una persona? —pregunta con voz ronca, bajita. Sus dedos comienzan a hacer movimientos circulares en mi zona más sensible y yo me retuerzo. Mi corazón late más rápido—. Dime, ¿quieres que te coma ahorita?
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La favorita del guitarrista
ChickLit*Sinopsis detallada en el interior. *Libro apto para mayores de 18 años. Cuando lo "conocí" en aquel H-E-B yo solo quería una cosa de él: su playera rosa. Estaba tan desesperada por encontrar una que poco me importó seguir al primer desconocido que...