La favorita del guitarrista

20. Nuestra unión

¡Holis! Lamento mucho la demora. Tuve una semana demasiado intensa con la universidad y apenas logré tomarme un respiro. Espero disfruten mucho este capítulo. ¡No olviden dejar sus comentarios! Me gusta mucho leerlos :3

Vanessa

—¿Cuál es la diferencia entre coger y hacer el amor, Jass? —pregunto de forma inocente, y toda la gaseosa que Jassiel bebía sale disparada de su boca. Él abre sus ojos como si hubiese visto a un monstruo de veinte cabezas y dientes afilados, tras de mí.

—Este... ¿A qué viene eso, nena?

Mi amigo alza ambas de sus cejas, muy sorprendido y descolocado por el asunto, pero no entiendo cuál es lo raro, digo, si fuese pecado mi hermano no habría estado platicando sobre eso con papá.

—Diego le contó a mi papá que siempre ha cogido, pero que nunca ha hecho el amor con una mujer, así que me pegó la curiosidad pues no sabía que tener relaciones íntimas con alguien tenía diversos significados.

Tomo la dona glaseada que está en mi plato y le doy una grande mordida para luego masticarla despacito y beber de mi chocolate caliente. Este desliza por toda mi garganta, llenándome de un calor que necesitaba pues el frío que hace fuera de la nevería es insoportable.

Para nuestra fortuna, Salvador, el dueño de este lugar, tiene calefacción.

—Coger es un acto que las personas hacen para obtener placer sea con su pareja o algún desconocido. El fin solamente es sentirse bien físicamente y por lo regular no hay sentimientos de por medio. —Hago un asentimiento con mi cabeza para que siga hablando. Él luce incómodo, pero no se silencia—. En cambio, cuando se hace el amor no solo estás buscando satisfacer tu cuerpo sino tu alma, tu corazón, tu piel... tus sentidos. Todo.

—¿O sea que hacer el amor es algo romántico?

—Sí. De hecho, dicen que es el acto más puro y hermoso que puede existir entre un hombre y una mujer.

—¿Dicen? ¿No lo has corroborado? —Jassiel niega y un ligero rubor le colorea las pálidas mejillas—. ¿Por qué?

—La mujer que deseo es menor de edad —me dice en un susurro y mi corazón se detiene por instantes para luego latir con furia porque acaba de confirmarme que no es el único pensando en cosas de ese tipo.

Con el calor en el rostro, abandono mi lugar para ir a su lado. Tomo su rostro entre mis manos y dejo un suave beso en su mejilla.

—Algún día quiero que tú me hagas el amor a mí, Jass. ¿Aceptas?

Pero él no responde, en cambio, me abraza y entierra su nariz en la curva de mi cuello donde aspira mi aroma a vainilla, una fragancia que él me regaló el año pasado cuando cumplí los diecisiete años.

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Nuestra primera escala es en Las Vegas, ese pecaminoso lugar donde los recuerdos y sensaciones se quedan entre las calles, las habitaciones, los casinos, las tiendas; en donde se puede ser desenfrenado y perder la brújula del tiempo para dejarse llevar por las circunstancias electrizantes que te rodean.

Adrik pide un taxi de sitio en cuanto salimos del aeropuerto. Quedo sorprendida ante lo rápido que nuestro conductor llega. Subimos las maletas a la cajuela y emprendemos un pequeño recorrido de media hora al hotel más cercano.

Bajo la ventana del auto y me pierdo entre el paisaje y la arquitectura, incluso cuando es de noche se percibe cada detalle de la ciudad como las fuentes de aguas de colores con luces, algunos restaurantes pequeños pero modernos, ciertos monumentos entre otras tantas cosas.