Vanessa
Bratt Foster es el agente del FBI más intimidante que alguna vez he mirado. Su cuerpo lleno de músculos grita que el ejercicio es su pan de cada día y la forma en que camina deja en claro que es un león el cual, si provocas, te clavará sus dientes en la yugular. Calculo que mide un metro con noventa, tal vez más, lo cierto es que a su lado me siento diminuta, como un borrego el cual puede desgarrar con facilidad si así lo deseara. Su rostro es otro asunto: hermoso, pero severo. Tiene una grande cicatriz que va desde su ceja izquierda hasta su mentón e incluso baja más allá del cuello dejando en claro que esa batalla la ganó.
Está frente a nosotros, mirándonos con meticulosidad, midiendo nuestras reacciones. Trago saliva e intento relajarme, él no es mi enemigo, sino mi salvación.
—Podría sermonearlos por saber información confidencial del FBI —espeta, inclinándose hacia el frente y colocando sus codos sobre sus muslos—. Pero no lo voy a hacer ya que a su edad también indagué en cosas que no debí. Ahora, hablen.
—James Castillo, bueno, Adriano Vescovi, está viviendo en mi casa —suelto la bomba sin rodeos. Eso provoca que Bratt frunza el entrecejo y que su mandíbula se tense considerablemente—. Hace días me intento asfixiar e incluso amenazó con lastimarnos, y hoy... —Evito mirar a Kevin ante lo que diré—. Hoy intento violarme en el auto. Me... Me colocó una navaja en el cuello posterior a romperme la ropa y me... me tocó.
La piel de mi mejor amigo se pone lívida, pero en sus ojos noto la furia, esa rabia que siempre se ha guardado porque él no es violento.
—¿Estás segura que es Adriano?
—Ella no, pero yo sí —interviene Kevin, tomándome de la mano para darme un soporte que no pedí pero que agradezco—. Lo miré hace semanas en el colegio. Iba con la mamá de Ness.
Bratt parpadea un par de veces y suelta un resoplido antes de sacar una foto de su chaqueta de cuero. El impacto que recibo al ver a James en su estado natural me abruma.
Es una foto policiaca de él luciendo el uniforme de la prisión, tiene el cabello largo y barba crecida, aun así, sus asquerosos ojos verdes son inolvidables al igual que su nariz y la forma de sus labios.
—¿Cómo terminó en tu casa, Vanessa? —me pregunta el agente del FBI, sacando una especie de grabadora que me eriza los vellos de la nuca porque he mirado series y esto que estamos haciendo cuenta como una especie de declaración.
—Supuestamente balearon su casa y mi mamá le permitió quedarse en la nuestra.
—¿Qué relación tiene con tu madre?
—Es su pareja.
Bratt hace un asentimiento con su cabeza, pero luego frunce el entrecejo y eso me alarma.
—¿Tu mamá es joven? —pregunta el agente a lo que niego. Su entrecejo se frunce más.
—¿Tiene algo que ver que mi mamá no sea joven?
—Mucho —espeta y siento como la piel se me pone tan helada como un hielo. Aprieto la mano de Kevin con fuerza—. Adriano, además de ser acusado de asesinato, está acusado de cometer abuso sexual a menores.
—¿Pedófilo?
—Pederasta.
Mi hermano menor llega a mi cabeza provocando que mis ojos se humedezcan y tiren esas lágrimas que arden. Empiezo a negar, a sentir que el muro que logré alzar en el trabajo es destruido por una bola demoledora.
—Está diciendo que...
—Adriano Vescovi disfruta violar a menores y disfruta aún más asesinarlos para seguirlos abusando, Vanessa.
ESTÁS LEYENDO
La favorita del guitarrista
ChickLit*Sinopsis detallada en el interior. *Libro apto para mayores de 18 años. Cuando lo "conocí" en aquel H-E-B yo solo quería una cosa de él: su playera rosa. Estaba tan desesperada por encontrar una que poco me importó seguir al primer desconocido que...