Vanessa
Con nuestras manos enlazadas, y con una conversación amena, seguimos nuestro camino por al menos siete cuadras más. El cine es enorme, de aspecto asiático, casi asemejando a un templo antiguo. Tiene las letras TCL Chinese 6 Theatres escritas en un mediano letrero dorado.
Adrik le dice algo al señor que cuida la entrada y este nos da dos pequeños boletos rojos, supongo que es para saber cuántas personas entran al lugar.
Caminamos otro tanto hasta entrar a la recepción donde puedo ver las máquinas de palomitas, refrescos y uno que otro juego. Pedimos un combo extra grande con dos hot dogs, nachos con mucho queso y dos vasos de gaseosa de Sprite. Adrik parece un completo niño cuando pide una bolsita para agarrar dulces que están muy acomodados en una vitrina de cristal. Levanta la tapa y comienza a llenar la bolsilla transparente con gomitas de colores, gusanitos endulzados, chicles, y otras tantas golosinas que ni conozco.
La amable señorita comienza a teclear apresurada en la caja registradora y rápidamente le tiendo mi tarjeta antes de que a Adrik se le ocurra pagar. Este, cuando nota lo que he hecho, me observa de una forma que me hace reír. Le guiño mi ojo y regalo una sonrisa inocente que lo hace negar con diversión.
—Muchísimas gracias, señorita —reviro amable, tomando mi tarjeta de regreso.
La joven morena abre sus ojos como búho. Supongo que ya cayó en cuenta a quien atendió. Y no, no me refiero a mí, sino al hombre ardiente que está agarrando la bandeja con nuestra comida. Sin embargo, ella no dice nada y solo nos observa, atónita, casi derramando baba sobre la caja registradora.
—A... ¡A ustedes! ¡Disfruten su película!
Nos alejamos de ahí antes de que el caos surja pues hasta ahorita hemos tenido suerte de no encontrarnos con las fans del guitarrista. De otro modo, creo que nuestra cita estaría arruinada.
—No debiste gastar tu dinero, nena. Se supone que eres mi invitada y salí invitado —replica Adrik, con el ceño fruncido. Me detengo frente a él con los brazos cruzados bajo mis senos.
Otra vez, justo como en la camioneta, baja por instantes su mirada grisácea a mi pronunciado escote e ignoro por completo el cosquilleo que siento en mi vientre. Tener a un hombre tan guapo frente a mí, mirándome así, es refrescante.
—No gasté mi dinero —replico, y ladeo mi cabeza hacia la izquierda—, solo adquirí algo que ambos vamos a disfrutar mientras vemos esta increíble película. No le veo nada de malo darse un lujito. Además, no quiero sonar pretensiosa, pero trabajo, Adrik, y soy muy creyente de que la mujer también tiene el derecho de invitar al hombre. ¿Sabes en el tipo de sociedad machista en que vivimos? ¿La cantidad de personas que profesan que el hombre siempre debe pagar por todo? Además, ayer tú me compraste un perfecto kit de menstruación, es justo y necesario que ahora yo pague esto.
—Vale, no discutiré contigo luciendo así. —Me barre con sus ojos con una deliberada lentitud que me desarma—. Eres mucha, demasiada, distracción para mí que en serio no logro hilar algo coherente para decir. Así que mejor me dejo consentir. Pero para la próxima, pagaré yo y eso no es discutible.
—Pues tendrás que ser más veloz, guitarrista. —Doy pasos hacía él y palmeo cada uno de sus bíceps con mis manos—. No vaya ser que mi tarjeta te gane la partida.
—¿Es una amenaza? —baja su cabeza un poco para que nuestras narices rocen. Mis ojos se clavan en sus labios y después ascienden a sus ojos, esos que noto de un gris turbio tan hermoso y provocador.
—Tómalo como una amigable advertencia de la chica que se llevó tu playera tras provocarte caer.
—Eres increíble...
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La favorita del guitarrista
ChickLit*Sinopsis detallada en el interior. *Libro apto para mayores de 18 años. Cuando lo "conocí" en aquel H-E-B yo solo quería una cosa de él: su playera rosa. Estaba tan desesperada por encontrar una que poco me importó seguir al primer desconocido que...