13. Adriano Vescovi

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Vanessa

Casi media hora después mamá aparca frente a Deliburger. No me despido de ella de beso ya que va a notar lo rojizo en mi cuello, así que solo me despido de ella y salgo corriendo sintiendo que el peligro me asecha.

Me dirijo al baño donde saco mi pequeño neceser con maquillaje para cubrir las manchas rojas y, una vez lista, voy a mi puesto de trajo. Ahí, frente a la caja registradora, encuentro a una sonriente Catia, pero en cuanto me ve frunce su entrecejo y se cruza de brazos. Lo interpreto a la primera: estoy en problemas.

—Te toca lavar los baños, Vane. Es tu castigo.

—¡Pero si solo fueron diez minutos de retraso! —me quejo, buscando apagar el terror que siento porque necesito pensar con claridad para decidir qué hacer.

—Ya lo sé. Y si por mí fuera solo te llamaría la atención, pero justo hoy el jefe decidió pasar a revisar si todos estábamos en nuestros puestos y tú sabes cómo es él. Odia la impuntualidad, así seas la mejor en lo que haces, no lo tolera. De hecho, te salvaste porque unos minutos antes de que llegarás llegó Kevin y le tocó limpiar toda la cocina.

—Anda de malas entonces —silbo mientras me coloco en mi puesto. Catia asiente.

—Muy de malas. Creo que encontró a su novia con otro hombre.

—¿Qué? ¿Él te lo dijo?

La pena es evidente en sus ojos negros. Yo sé lo mucho que ella aprecia al jefe. Prácticamente Joe ha sido un apoyo fundamental en su vida y de seguro esa noticia la está desarmando.

A nadie le gusta ver sufrir a los que aprecia. Y menos a mí. Es por eso que hablaré con Diego cuando llegue a casa.

—Pero saldrá adelante. Lo conozco bien. Joe es un gran hombre con tanto amor para dar. Ya le llegará la indicada, eso lo apuesto hasta con los ojos cerrados —recita poética, acomodando unos mechones azules que escapan de su gorra—. Pero deja eso, mejor explícame, ¿cómo es que mi compañera en Deliburger está saliendo con una celebridad?

Mis ojos se abren en horror.

—¿De qué hablas? Yo no estoy saliendo con nadie —me defiendo con voz chillona. Agradezco que no haya tantos clientes y que se encuentren comiendo, así puedo alejarme del mostrador y arrinconar a Catia cerca de la máquina de sodas para que me diga.

—¿No has visto las noticias, Vane? ¡Están por todos lados! Incluso aparecen en Snapchat.

—Te recuerdo que no tengo redes sociales. Así que no sé de lo que hablas.

La peliazul resopla ante mi respuesta y saca su celular de su bolsillo frontal. Teclea algunas cosas rápido y me enseña una publicación en su Facebook. Rápidamente leo lo que me muestra. Cubro mi boca con ambas manos.

"Ayer por la noche, en la sala VIP del cine en Hollywood, se le vio muy acompañado al guitarrista eléctrico de la famosa banda A7, es decir, Adrik Santana. Muchas fans afirman haber visto como él y su compañía se devoraban apasionadamente cuando el filme de Crazy Stupid Love finalizó los créditos. Véanlo ustedes mismos con sus ojos y díganos que les parece".

Un vídeo de quince segundos aparece antes mis ojos. Estoy encima de Adrik, besándolo con mucha hambre sexual mientras me restriego como una necesitada encima de su pelvis. El calor se me sube a la cara mezclándose con el miedo que provocó James causando así un abrumador sentimiento que me provoca náuseas.

"¿Quién es la chica que acompañaba al tan aclamado hombre? ¿Será que el mayor de los Santana ya está tomado? ¿Le han robado el corazón al guitarrista?"

La favorita del guitarristaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora