Vanessa
Para ser jueves por la noche el centro comercial se encuentra muy concurrido de personas.
Frida camina a mi lado observando los locales que pasamos, no ha querido entrar a ninguno y no se ve precisamente emocionada como tantas veces. Mi amiga lleva comportándose de una manera muy rara desde que Ariel se ofreció a llevarla a su casa. Quiero pensar que se debe a algún corazón roto por la rápida ilusión que mostró con el hombre, pero Frida nunca ha sido así, ella no se enamora, ella no es mujer de un solo hombre. La pelimorado disfruta de su soltería, de su libertad, hace y deshace a su antojo, es el alma de las fiestas donde va, para ella no existen ataduras, compromisos ni títulos que definan el tipo de relación que tiene con los que se involucra. Solo hubo uno en su vida que la hizo perder su equilibrio, pero eso ya es otra historia. Cuento pasado.
Vislumbro una tienda de lencería y juguetes sexuales, y no necesito pensarlo dos veces para arrastrarla del brazo y entrar. Si algo he aprendido en estos años de tener su amistad es que el pasatiempo favorito de mi chica es coleccionar todo tipo de lencería, no importa su textura, color, forma o complejidad. Lencería que le gusta, lencería que se compra.
Por eso en la mayoría de sus cumpleaños le regalo una pieza, lo cual evidentemente disfruta, no solo para tener sexo, sino para sentirse más sensual de lo que ya es.
—¡Mira, Fri! ¡Un babydoll color mostaza! —chillo de emoción cuando veo la espectacular pieza en el maniquí.
Es como si fuera un sostén, la diferencia es que este tiene las copas más acentuadas, más decoradas con encaje precioso y está un poco más largo debido al diseño, por lo cual llega hasta tres o cuatro dedos bajo los pechos. De ahí cae ligeramente a los lados mediante una tela ultra mega suave que llega a medio muslo, eso sirve para cubrir un poco el tanga que trae.
—Oh no, Osbu, si vas a comprar un babydoll que por lo menos tenga liga en los muslos y cintura —replica mi amiga, luciendo más animada. Mi sonrisa se amplía. Esta es la mujer que conozco.
—Yo no voy a comprar uno de estos. —Niego apartando mi vista del maniquí—. Es mucha sensualidad para mí.
—¡Ese es el punto de usarlo! Te hace ver sexy, te hace sentir poderosa, que tienes el mundo a tus pies. Además, tienes novio y con esto, demonios... con esto le dejaras la polla dura por una semana. Créeme, funciona perfecto.
Una de las empleadas pasa a nuestro lado, siento las mejillas arder cuando me baila sus cejas con picardía, ella escuchó el discurso de Frida. A diferencia de ella yo no soy de comprarme ropa interior sexy, me gusta estar cómoda y no sentir que traigo una maldita tira metida entre nalga y nalga. No es que un día no me anime a comprar algo así, obvio tengo curiosidad, pero no es el mome...
—¡¿Qué haces?!
Mis pensamientos se ven interrumpidos cuando Frida agarra el babydoll mostaza que vi. Mis nervios se disparan como fuegos artificiales.
—Comprarlo, osita mojigata —me saca la lengua. La misma muchacha vuelve a pasar a nuestro lado y Frida la detiene—. Quiero este en una talla más grande, es para mi amiga la de curvas peligrosas. —Su dedo me señala y me ruborizo de la vergüenza—. Tiene un novio mega ardiente y debe lucir como la diosa que es.
—Enseguida se lo traigo, señorita —responde la empleada con una sonrisa de oreja a oreja. Ahora resulta que todos están a favor de mi sexualidad.
Minutos después salimos de la tienda, yo con el babydoll que Frida me compró a fuerzas y ella con un dildo color carne que se pega a la pared, uno negro que vibra y dos tangas: una negra y otra morada.
ESTÁS LEYENDO
La favorita del guitarrista
Chick-Lit*Sinopsis detallada en el interior. *Libro apto para mayores de 18 años. Cuando lo "conocí" en aquel H-E-B yo solo quería una cosa de él: su playera rosa. Estaba tan desesperada por encontrar una que poco me importó seguir al primer desconocido que...