29. Escalofriante amenaza

5.5K 531 19
                                    

Vanessa

Tiemblo conforme camino al interior de la biblioteca de mi colegio, no porque haya algún monstruo esperando por mí para desmembrarme, sino porque ahí me espera el agente Foster del FBI y el sargento Cárdenas del ejército ruso.

Aprieto las correas de mi mochila e inhalo una gran cantidad de aire para después expulsarlo. Miro a todos lados, sintiendo la paranoia de que alguien me sigue, pero nadie está en esta ala del edificio pues los viernes en la mañana siempre está vacío ya que los del turno vespertino llegan hasta las quince horas.

Apresuro un poco mi paso y entonces pego un grito cuando veo a un chico de pelo azul salir de uno de los salones. Porta una sudadera negra demasiado ancha y sus pantalones están a medio caer. Un cigarrillo, o lo que creo es un cigarrillo, está en sus labios mientras estelas de humo escapan de su nariz.

—¿Están dando clases en ese salón? —cuestiono, pues si hay personas aquí no puedo verme con Bratt ni Santiago.

—Las clases inician hasta las tres de la tarde —responde él con voz pausada pero ronca—. ¿Eres la hermana de Morte?

—¿Morte? —frunzo mi entrecejo porque no sé de quién rayos habla.

—El dueño de Los Ángeles y todo California, chica.

—No sabía que el Estado donde vivo tiene dueño.

El peliazul me observa con mucha intensidad, de ese tipo que te eriza los vellos de la nuca e incluso hace sentir escalofríos. Jamás lo había visto por el colegio, pero desde luego que tampoco estoy pendiente a los rostros de todos los que estamos tomando clases aquí.

—¿En serio no sabes de quién te estoy hablando? —indaga más, sacando el cigarro de su boca para expulsar más humo con aroma amaderado. Toso cuando poco de él ingresa a mi nariz.

—No, en lo absoluto. Pero, por lo que dices, es alguien importante.

—Lo es. En fin, si alguien pregunta por qué huele a marihuana el pasillo, di que no sabes, ¿ok? —y con eso, el peliazul vuelve a ingresar al salón, dejándome estática en el pasillo.

Agito mi cabeza y mejor continúo mi camino a la biblioteca. Una vez frente a la puerta color ébano, hago otra ronda de ejercicios respiratorios para entonces empujar suavemente la madera e ingresar. Camino hacia donde me dijo Bratt por mensaje, es decir, al fondo a la izquierda, justo detrás de la estantería con libros de historia.

Mi corazón pega un vuelco peligroso al mirarlos, pero mis piernas me fallan cuando veo al tercer hombre con ellos, uno que está demasiado golpeado, con un yeso en el cuello, brazo izquierdo y pierna derecha. Mis ojos empiezan a arder y entonces cubro mi boca cuando un sollozo se me escapa al momento que lágrimas escurren libremente por mis cachetes.

—Qué... —mi voz sale estrangulada, demasiado afectada. Los ojos azules del tercer hombre lucen grandes hematomas que se mezclan con la sangre molida de sus pómulos y labio roto.

—Estoy bien, Ness... —susurra mi mejor amigo, intentando darme una sonrisa—. Sé que luzco como la mierda, pero estoy vivo.

—Q-Quién... ¿Quién te hizo esto?

El agente del FBI me observa con pesar y rabia, con impotencia y furia, y entonces comprendo todo obteniendo las respuestas a mis preguntas no formuladas. Solo hay una persona capaz de hacer esto y ese es Adriano Vescovi, el hombre que casi me viola en mi propia casa. Saber eso nada más empeora mi estado ya que el corazón empieza a latirme con tanta fuerza que incluso me debilito. Espantosos escalofríos se hacen presentes en todo mi cuerpo al tiempo que mis pulmones se aprietan evitando que pueda respirar con normalidad.

La favorita del guitarristaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora