11. Eres nuestro príncipe

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Vanessa

El día siguiente llega y amanezco algo nostálgica y sin ánimos, incluso me atrevo a decir que también con una flojera tremenda, tanto que no soy capaz de mover un solo músculo fuera de mi cama.

Estiro mi mano hacia el buró y agarro mi celular. Este se encuentra descargado por lo cual suelto un bufido frustrado. Justo hoy se le ocurre morir sin autorización, pero bueno, ¿qué esperaba? Anoche solo me bañé y caí como tronco en mi cama, ni siquiera le avisé a Diego que había llegado tal cual lo pidió.

Alguien toca mi puerta.

—Pase —digo gruñendo como león. Giro un poco la cabeza y me encuentro con mi brócoli. En automático mi estado de ánimo fatídico es iluminado y transformado.

—¿Te desperté, Nessy? —musita tímido, acomodando sus abundantes rizos en un moño varonil muy lindo. Ciertos mechones se escapan de las orillas y frente. Me hago a un lado y palmeo el colchón con una sonrisa en mis labios.

—Para nada, brócoli. Llevo despierta un buen rato, pero mi pereza de oso me indica que debo estar en modo lagartijo y no mover ni un músculo.

Alí ríe ante mi comparación para nada coherente.

—Entonces seamos unos lagartijos juntos. ¿Qué tal te fue ayer?

Ayer...

Adrik...

Sus labios con los míos...

Yo sobre su regazo...

Yo contra la puerta de mi casa siendo besada por él...

¡Ufs! De solo recordar siento mi cuerpo entero arder, doler, aclamar algo que no puedo tener porque de seguro él, justo en este momento, se encuentra en algún vuelo rumbo a no sé dónde para su concierto mientras yo estoy aquí recordando nuestra maravillosa cita.

—¡De maravilla! Vimos la película de Loco y Estúpido Amor, y comimos unas palomitas bañadas en mantequilla. Después fuimos a comer hamburguesas.

—¿Te trató bien?

—Se comportó como todo un caballero, Alí.

—¿Segura?

—Muy segura, hermanito.

Alí se queda en silencio durante minutos eternos que me resultan preocupantes pues él siempre tiene algo que decir. Dicho silencio suyo me hace girarme de ladito para observar su perfil encontrándome con que tiene la mandíbula tensa.

—Algo te pasa, brócoli. ¿Deseas contarme?

—Me da... Me da algo de pena, Nessy.

—¿Es algo malo?

Pero mi hermano no responde, de hecho, vuelve a quedarse en silencio lo cual no me agrada en lo absoluto. ¿Qué le pasó? Recuerdo perfecto que antes de irme a la cita estaba bien, entonces, ¿qué cambió? ¿Discutiría con mamá o con Diego? No lo creo, de otro modo ellos me lo habrían dicho.

—Yo... He estado teniendo pensamientos desviados. No puedo controlarlos y no me parecen muy normales considerando que soy hombre —confiesa abatido, cubriéndose el rostro con ambas manos—. Te juro que yo no quiero pensar de esta forma, me asusta, pero es inevitable. No sé qué me ocurre, y no quiero hablarlo con Diego porque se va a burlar de mí o tal vez me va a juzgar y no... ¡Dios! ¡Solo ayúdame, por favor!

—Hey, hey —tomo su mano entre la mía para darle un suave apretón. Sus ojos recaen en mí y el miedo junto a la confusión que miro en ellos me alarma porque él siempre ha sido un chico muy seguro—. Estoy aquí para ti, Alí. Cuéntame, ¿qué pasa? Solo así podré ayudarte.

La favorita del guitarristaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora