Capitulo 8

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—¿Que propuesta y por qué solo a él y no a mi? —Gemma se quejó.

Mi sistema se puso alerta.

—Si ganas una de tres partidas, desapareceremos de tu vida y de los que te rodean —sus ojos café claro fueron sinceros.

Era muy buena esa oferta para ser verdad, sentía que estaba muy lejos de ser alcanzada.

—¿Y si no gano ninguna? —pregunté manteniendo la serenidad.

Por dentro estaba gritando.

—Deberías averiguarlo —Ato su cabello.

—¡Uy! se amarró el cabello, suerte. Esta no la ganas, amigo —Gemma palmeo mi hombro y se sentó a ver.

No sabía si creer o no sus palabras, pero luego vino a mi la escena de ella en la gala. Era más real que las películas de acción, es tan jodidamente buena en ello.

—Bien —.acepte mas por presión o porque me vieran débil, Gemma me enseñó bien.

Aida saco dos navajas y me lanzo una. La atrape, pero le temí a lo que fuera a pedirme, yo no tengo la sangre para matar a alguien, soy débil.

—Pierde cuando alguno de los dos muera —Gemma anunció y sentí un golpe en mi cabeza desde adentro.

La miramos y luego mire a Aida, no podía ser cierto, ella rodó los ojos.

—Es una forma de decirlo, no lo decía en la vida real —hizo un puchero.

—Ganas si me derribas o pones tu arma en un punto débil —asentí.

Así comenzó, no me moví y ella menos, pero el aplauso de Gemma me tomó desprevenido y vi a Aida cerca de mi ahora, lanzo un golpe a mi cara, pero alcancé a tomar su mano, casi quise sonreír, pero sentí un golpe en mi abdomen, solté su mano y sostuve mi estómago. Se posicionó de nuevo esperando a que me recompusiera.

—Golpea sin miedo, fuerte y con decisión —su voz sonó firme, amenazante.

Me puse en posición de boxeo, mi miedo era llegar a lastimarla, tenía una hermana y una mamá, no podía dejar de pensar en ello. Lance puños pero todos los esquivó sin ningún esfuerzo, detenía mis ataques y yo salía golpeado. Su empuje me hizo retroceder, tenía buena mano.
Esta vez ataque yo, opté por tumbarla enseguida, a lo que en el transcurso de caer ambos caímos de lado, ya que empujo mi cuerpo, dio una vuelta y su brazo atacó y cuello, le propine un codazo en la costilla y me soltó.

Me levanté enseguida, pero caí al suelo, su pie golpeó el mío y mis manos contrarrestaron el golpe. Di la vuelta y ella ya estaba encima de mi regazo, con la parte trasera del filo de la navaja en mi cuello. Deje caer mi cabeza al césped.

—Esa posición si que es nueva —Gemma chuleo y Aida se levantó de mi pelvis.

Sentí mi cara arder, es lo más cerca que hemos estado.

—Perdí, no dijiste que pasaba si perdía —le recordé, evitando los comentarios de Gemma.

—Nada —guardo su navaja —hasta que me ganes todo sigue igual.

Me dio un último vistazo y se fue. Genial, la risa de Gemma no dejaba de molestarme.

—Tranquilo niño bonito, no hay prisa —comenzó a caminar —deberías ir a ver a tu hermana.

Me paso una corriente caliente por la espalda, que tramará ahora.

—¿Por que lo dices y que es lo que sabes? —la detuve.

—Lo se todo, ¿crees que esperaríamos a que nos contaras sin antes saber por nuestra cuenta? Que ingenuo —se rió, entrando a la casa.

Ella tenía razón, ellos no podían pretender que sería bueno. Cada día la idea de irme de la ciudad se me hacía más tentadora. Debería irme a ver a mi hermana y a mi mamá, no quería que Gemma tuviera algo que ver con ellas, sus palabras son muy inquietantes para mi.

—¡Jack! Estás de vuelta —la señora Margot hablo con entusiasmo.

—Hola señora Margot, ¿cómo está? —la salude, amablemente y dejó su maleta en el perchero.

—Cansada pero bien, tan educado —llegó a mi y frotó su mano en mi brazo, gentilmente —¿te queda o ya te vas?

—Oh, no. Ya me tengo que ir, tengo planes con mi hermanita —su cara de decepción me tentó a quedarme un rato más.

—Lastima iba a cocinar para todos, me la saludas —comenzó a sacar cosas de sus bolsillos del uniforme.

—Fior, Gemma —seguí su mirada y los estaba saludando, fue más seria que de costumbre.

—Margot —Fior asintió con su cabeza.

Por que la saluda como si el fuera el mayor, qué tal, por eso ella pensaba que no eran buenos para Aida, y quien sabe por qué más.

—¡Señora Margot! —Gemma agitó su mano en un saludo amable y ella sonrió en respuesta.

—Espero vernos pronto, Jack. Si le avisas a Aida, podría cocinarte tú comida favorita, ya sabes que soy buena en la cocina  —.Asentí dichoso, creo.

Salió de la sala a la planta de arriba.

—Y se lleva mejor que tú con Margot —Gemma le dijo a Fior, en tono de burla —choca los cinco, niño bonito —tomo mi mano y chocamos las manos.

—¿Y que me importa eso a mi?, No se ha ganado a Aida —se cruzó de brazos.

Si sigo el hilo de la conversación, se podría deducir que estaban hablando de mi relación con ellos y que yo si me llevo bien con la mamá de Aida pero Fior no, aunque el se lleva mejor con Aida.

¿Que tan dispuesto estoy yo a llegar para demostrarle que soy mejor que el?

Lo mire con gracia y me fui sin decir nada más.

—Hijo ¿Pagaste los recibos del la casa? —Mi mamá estaba viéndolos con la nota de pago impresa encima de los recibos.

—No tienes que preocuparte por eso, ¿Leonard a que hora viene, no se está demorando mucho?  —no dejaba de caminar desde que llegue por toda la casa.

—Tranquilo, es su papá. No para nada —se acercó acariciando mi espalda calmándome.

Justo a tiempo sonó el timbre y salí disparado a la puerta.

—¡Hola tú! —Billie me abrazo desde abajo.

—¡Hola tú!, entra, te traje postre —se emocionó y se despidió con la mano de papá.

—Jack —me saludo, pero no dije nada —que bueno es ver que estás bien, te ves bien —me escaneo —¿haces ejercicio?

—¿Desde cuando te importas por mi? —rascó su cabeza —deberías irte, nos vemos.

Cerré la puerta con el corazón en la garganta y el cuerpo caliente, mi sangre y mi sistema se disparaba cada que el pisaba esta casa o se llevaba a mi hermanita. Aún así, debía aceptarlo, el juicio declaró que debía ser así, aunque yo quería acompañar a Billie, no podía. Cada vez me ponía de los nervios.

Pecado culposoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora