Capitulo 17

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—Vamos linda diles que no eres tú —dirigí mi vista al grupo de cuatro chicos.

Genial, esos tipos todos guapos y probablemente forrados en plata la llaman como ni siquiera yo puedo hacerlo.

—¿Y bien hablaras o debemos investigarlo a las malas? —la señora insistió —¿hiciste lo que dice Jared?

—Lo hice —La sala se callo.

Se levantó de la silla y con las manos en los bolsillos avanzó hacia el frente, pero no llegó a mi.

—No creo ser castigada, te equivocas otra vez Jared —sonrió, feliz.

Espabile conmocionado.

—¿De que hablas? Fallaste y aunque seas la mejor de tu empresa debes asumir la responsabilidad —se acercó enojado.

—Tú fuiste el primero en romperlas, declarándole la guerra a mi y mi grupo, mataste a uno de los míos y luego enviaste un cuchillo ensangrentado —ladeó la cabeza examinándolo —y cómo si fuera poco has estado intentando sabotear mis shows. ¿No te parece que deberías ser castigado? —levantó una ceja.

No tenía miedo, no le tenía miedo a nadie de ahí y yo sabía porque. Ella era mejor que todos ellos juntos.

—¿Tienes pruebas? —rebatió Jared burlón.

—Ni te imaginas.

Sonrió satisfecha y su sonrisa me contagió, jamás había visto a alguien tan... ni siquiera hay una palabra la cual pueda describirla a la perfección, la más cercana sería esa; perfecta. A mis ojos lo era y aunque tal vez yo fuera daltónico y Aida sea una red flag viviente, no me importaría.

—¿Que es esto? No es el momento de montar este teatrito, es una gran falta de respeto hacia todos nosotros. Le pido se detengan las confecciones y esto se llevará a cabo en un tribunal de alto rango —la señora detuvo la charla.

¿Se manejan como el mundo real? Wow, después de todo son animales con clase.

—¿Yo? Yo no iré a un tribunal, solo el irá —la señora se callo indignada de aquel arrebato —al fin y al cabo yo soy una pura y los puros crean las reglas y no precisamente para seguirlas.

Confesó y mis labios se abrieron para conseguir más aire. Los guardias me soltaron y la sangre corrió por mi sistema. Acaba de confesarle a todos quien era y eso podía salir de dos maneras. Una buena y una mala.

—¡Blasfemia! ¡Son puras blasfemias, hermanos! —Jared grita —No ve lo que hace es una mujer y trata de engañarlos.

—No creo que mienta, viejo —otro chico de la misma mesa de los chicos buen mozo hablo.

—La marca, ¿puedes demostrarlo? —le siguió el de a lado.

Aida asintió. Gemma y Fior se miraron confusos, me imagino que ellos no lo sabían, me entró una satisfacción el ser probablemente el primero en saberlo.

El chico de la misma mesa alto con el cabello oscuro, llevaba las mangas de su camisa blanca remangadas y desabotonada al inicio, tenía tatuajes en ambos brazos y en su cuello. Se acercó a ella con las manos en los bolsillo.

—Demuéstrales —la animo por lo bajo.

Aida se dio media vuelta y levantó su cabello. Mostrando aquella marca que brillaba como si estuviera iluminada por una linterna interna de color azul. Era hermosa, con trazos delicados y finos.

El chico tocó la figura tratando de borrarla, su toque me erizo la piel, quise que dejara de tocarla, pero por más qué pasó sus dedos no salió, sonrió satisfecho.

—Dice la verdad —se giró —compruébalo tú Jenna si no le crees, sabrás quiénes son de los tuyos, no?

La señora del inicio, con el cabello aún negro puro y la piel firme, bajo de la tarima y se aproximó a Aida con elegancia. Así que ella también era una de los puros.

Hizo lo mismo y retrocedió, mirando a todos los lados.

—¿Pero cómo es posible?, solo somos veinte —escaneo a Aida.

Pero nadie dijo nada más.

—Ahora, como es debido haré las pruebas para mostrarle al consejo que soy una pura. Pero mis peticiones van primero —todos prestaron atención, como si Dios proclamara —Jared va a juicio y me devuelve lo que es mío —dirigió su mirada a mi.

Mi cara ardió de vergüenza.

—Parece justo o, ¿quieres una pelea a muerte? No creo que ganes siendo ella una pura —el chico tatuado se burlo de Jared y otros le siguieron.

—No me importaría —Aida se burla y el resto de la sala también. Abuchean invitando al caos.

Fior y Gemma se acercan a Aida.

—No creo que sea lo mejor Aida, aún no hemos terminado —Fior la calma.

Le cuesta unos minutos pero asiente.

—Sácalo de aquí y váyanse, luego te hablaré para aclarar todo —la señora Jenna le dijo a Aida y esta hizo caso.

Vino a mi y me tomó del brazo, yo aún estaba conmocionado. El chico de tatuajes intimidante me regalo una sonrisa y sentí un escalofrío.

Íbamos a paso apresurado, temiendo a que nos siguieran y empezaran una pelea. Llegamos al bote que nos llevó a la orilla del puerto nuevamente. Aida no me soltaba, su agarre era fuerte, pero no me atrevía a decir nada, tuve suerte de que ellos no me mataran.

—¿Puedes explicar que fue todo eso, por que no nos dijiste nada? —Gemma llamó la atención, enojada.

—No debo explicar nada —nos bajamos del bote y me arrastro al auto. Donde entraron todos, nos sentamos atrás.

No me soltaba, como si haciéndolo yo fuera corriendo hacer otro desastre, la entendía. Cómo un niño pequeño, que acaba de hacer algo malo y necesita ser regañado.

—¿Por que les contastes? Había dicho que no lo harías, porque correrías peligro —la mire, pero su mirada seguía al frente, sería.

Me retracté. Su toque era caliente, y su mano era suave, aún así apretaba. Estoy seguro que si quisiera podría romper mi hueso.

—Espera, ¿el lo sabía todo? —Fior miro por el espejo, mientras manejaba. Pero nadie dijo nada —, es una puta broma, verdad? —bufó.

Llegamos a la casa cabaña y me bajé siguiendo a Aida. Aún como un niño pequeño. Entramos a la casa y imaginé cualquier escenario posible. Yo aún no describía a Aida, no sabía jamás cómo iba a actuar.

—Ya puedes soltarme —lo hizo, me tiro al sillón y abro los ojos sorprendido. Pero no hizo nada.

—Eres justo lo que estás pensado. Un niño pequeño —se sentó a mi lado —¿que haré contigo?

—¿Cómo que que harás? Mátalo, esto es muy peligroso Aida. Los puros vendrán por ti —Fior no se cansaba de insistir.

—¿Por que vendrían por mi?, si ellos me crearon —confesó y ambos se dejaron caer en el sillón.

—Deberías explicarlo todo si quieres ayuda —Gemma insistió.

¿Se desataría una guerra?, ¿acaso estaremos a salvo? Confío en Aida, se a ganado mi confianza y haré lo que ella diga. Igual estoy en deuda tanto en plata como en vida con ella.

Pecado culposoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora