Capitulo 30

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Gemma no volvió a visitar durante una semana y Fior tampoco se apareció. Probablemente Aida evitó que pasaran por aquí. Estos días fueron aburridos, cuando no estaba en el gimnasio o con Isaac, estaba en la casa solo o con Drax, en la casa o lo sacaba a la calle. Extrañaba a mi hermanita, su risa y como siempre iba a molestarme a donde estuviera.

Aida se la pasaba trababan en las tardes y para cuando llegaba yo me había dormido temprano. Comencé a pensar que podía marcharme, podía faltarle el respeto a mi palabra e irme de una vez, no debía porque quedarme aquí y pasarla mal sin mi familia, eran fiestas de fin de año y yo iría luego de esto a estudiar, no podría ver a mamá o a mi hermana tan seguido como quisiera, en cambio estoy aquí con alguien que me pidió quedarme y que ni siquiera está presente.

—¿Estas aburrido? —Drax salió corriendo a ella.

—¿Tú que crees? —me acomode en el sillón.

Por un momento pensé que me pediría hacer algo.

—Le preguntaba a Drax —,jugó con sus orejas.

—Cierto, por que pensé que me hablabas a mi —me levanté de la cama y subí las escaleras.

Me equivoqué.

Vivir con alguien es jodido, la convivencia y la comunicación lo son todo. Es como si ni siquiera viviéramos en la misma casa.

–¡Jack! –mi hermanita gritó al otro lado de la línea –le estaba diciendo a mamá que te extrañaba, ¿cuando vuelves?, Aida ya te tuvo demasiado tiempo, yo te necesito más –se quejo y me reí.

Aida estaba en la puerta, le baje el volumen al teléfono, tal vez eso la enojó. Me levanté de la cama y fui a ella.

–¿En serio? ¿Quieres que vuelva? –cerré la puerta en su cara y le puse seguro.

Hablamos un rato, me contó cómo jugaba con sus primos y a donde había ido, fue a la playa y me contó que su corazón latía con tanta fuerza cada que corría. Quise llorar, debía estar allá.

Me enoje. Debería ir a tomar aire, salí de la habitación y ella seguía ahí. Me detuve en seco.

—Me cerraste la puerta en la cara —si tono detonó enojo.

Debió escuchar toda la conversación.

—Así es, ¿que harás? —la reté.

—¿Quieres que arranque la puerta? —tenso la mandíbula. Estaba enojada.

Veamos hasta donde llega esto.

—Haz lo que te plazca, es tu casa al fin y al cabo, no? Siempre haces eso —la esquive.

—¿Estás enojado?, ¿Hay algo de lo que quieras hablar? —me freno.

No tienes ni idea.

—¿Hay algo de lo que tú quieras hablar, Aida? —esperaba que si, pero no dijo nada, como siempre —,estoy cansado si vamos a discutir mejor no hablemos.

—¿Discutir? Ah, —me gire —eso es lo que piensas, cada que hablamos termina de esa manera, ¿o es que prefieres que tengamos sexo? —fruncí el ceño —nos entendemos mejor en la cama, después de todo.

Mofe.

—¿Para esta mierda querías que me quedara? —,la mire de arriba abajo desde mi altura —,si quieres coger solo debes decirlo, no me quedaré aquí si vas a seguir así, pareces un puto niño indeciso.

Me miro indignada.

—¿Indecisa? Tú eres el indiferente, comencé a mostrarte esa parte "buena" —usos sus dedos para enfatizar —de mi, a ser como te gustan que sean las viejas —su pecho se agito.

Pecado culposoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora