Capitulo 18

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Luego de explicarles todo, prácticamente los hecho. Yo no me quería quedar solo con ella, justo ahora. Quise irme pero ella me detuvo, se quedó en silencio esperando a que los demás salieran.

—¿Y bien, me quieres decir que hacías ahí o tendré que averiguarlo yo? —se sentó al frente de mi.

Cruzó sus piernas y sus brazos. Trague saliva.

—Me contrataron para trabajar, no tenía otras intenciones, ni siquiera sabía que estabas ahí —expliqué rápido.

—Claro que no lo sabías.

—¿Por que le dijiste, no se suponía que era un secreto? Ahora estás expuesta, por mi culpa no?.

Su silencio fue torturoso.

—Es cierto que no lo diría de ese modo, pero al final se terminarían enterando... lo que me parece curioso es que siempre que estás tú de por medio las cosas toman otro rumbo —apoyo sus codos en sus muslos —¿sabias que la curiosidad no es tan buena? Se dice que la curiosidad mato al gato.

Si lo sabía, ella era una mujer peligrosa y aquí yo estaba tentando mi curiosidad con ella.

—Debes quedarte aquí uno días hasta que las cosas se arreglen, no queremos que mueras por otros que no sea yo, cierto? —me sorprendí —tranquilo, ellas estarán a salvo.

Eso no me dejaba tranquilo.

—No me quedaré aquí Aida —,me levanté.

—Ah, no? —se levantó poniéndose al frente —¿que piensas hacer, entonces?

No lo sabía, pero mientras yo estuviera cerca las podía proteger.

—¿Piensas que con lo poco de defensa que sabes podrás contra todos ellos? —se acercaba cada vez más, mientras yo retrocedía—, te comerán vivo —puso su mano en mi hombro y me sentó en el sillón, poniendo su rodilla entre mis piernas —no lo permitiré, porque yo te comeré primero.

Mi boca se secó, una punzada corrió por mi estómago y bajo a mi pene. Sus palabras suaves y bajas me hacían estremecer internamente. Por más sadicas que fueran.

—¿Por que dijiste que era tuyo? —la curiosidad picaba más en mi.

Acercó su boca a mi oído, susurrando.

—Porque lo eres, Jack —sentí la humedad de su boca y su aire caliente, se me fue inevitable lamer mis labios.

Se separó y se enderezó.

—¿Que soy para ti? —su piel blanca parecía brillar.

Esperaba todo, menos que dijera nada.

—¿Para mi?, aún trato de descifrarlo. pero lo más cercano ahora sería que... —lo pensó unos segundos—, para mi eres un Serendipia —ladeó la cabeza, parecía un gato.

Serendipia, jamás pensé que que alguien me diría que soy un descubrimiento valioso, aunque es obvio que nuestro encuentro fue algo inesperado, fue algo accidental, ninguno de nosotros nos buscábamos o creíamos que nos toparíamos con el otro, salió algo distinto a lo que buscábamos.

—¿Que quieres hacer al final conmigo? No creo que todo sea por mis ojos —me levanté del sofá.

—No lo sé, lo averigüé —miro la ventana, calmada.

—Porque debes odiar a tu padre o no? —me acerque un poco a ella —te cansarás y luego yo donde quedo, no seré desquite.

—Te equivocas. Gracias a él tengo poder y aunque no lo amo, no lo odio. Mi sentimientos hacía el son neutros —clavó su mirada en mi.

No dije nada más. No quería que me encontrara odioso. Saque mi teléfono y pensé en escribirle a mi mamá, pero recuerdo la pelea. No me importo, así que le dije que no llegaría a casa hasta en unos días y que se cuidara a ella y a Billie.

—Puedes dormir en la habitación del fondo, igual es fin de semana. No tendrás que ir a la escuela —asentí.

Subí las escaleras a paso lento.

—Jack —me llamo desde abajo, me gire —cierra la puerta con todos los seguro —.dijo como si nada.

Asentí, Dios mío que miedo, no creo poder dormir. Solo pensar que pueden matarme a mitad de la noche en esta casa a la deriva, me hace erizar la piel.

Mi mente me traicionó y mi cuerpo también, me quede dormido como si fuera mi cama. Al despertarme por las voces baje.

Encontrándome a Fior.

—¿Aún estás aquí? —me miro con fastidio.

No dije nada.

—No se que habrás hecho para que ella te defienda así. Seguro tuvieron sexo, no es así? —afirmó.

Se equivocaba, pero no se lo diría. Así que alce mis hombros, restándole importancia.

—¿Crees que tienes oportunidad con ella? Sigue soñando. Pronto terminarás muerto o traumado.

Me amenazo, pero no me asusto para nada.

—¿Cuando he dicho que tengo oportunidad con ella? —,contraataque.

—Bueno... es una lástima, no sabes lo bien que se mueve desnuda sobre ti —sonrió, mordiendo su labio.

Solo sabe hablar babosadas. Que clase de hombres es este. Se la devolveré.

—Claramente no lo sé —metí mis manos en mis bolsillos, empuñandolas, manteniendo el control.

—No creo que le guste la clase de sexo que tú le puedas ofrecer, nosotros optamos por masoquismo y se ve que tu... eres de los que hace el amor y ella no necesita que le hagan el amor —mete sus manos en sus bolsillos con una mirada arrogante.

Rodé los ojos, que cansado me tenían sus comentarios fuera de lugar. Siempre alardeando sobre todo lo que no debe decir. Si en realidad tuvieron sexo eso no es de mi incumbencia y uno no debe andar de bocón diciéndolo a los cuatro vientos como si fuera un trofeo.

¿Que sabe el sobre lo que verdaderamente necesita ella?, yo tampoco lo sé muy bien, por eso quiero descubrirlo y brindárselo.

—¿Me recuerdas cuando te pedí tu opinión? —lo mire serio.

—Sigue molestándome y terminarás diez metros bajo tierra —me dio una sonrisa media luna —niño bonito.

El era el que me molestaba a mi, no al revés. Que tipo tan arrogante. Me llama niño y apuesto a que tenemos casi la misma edad.

—Deja de molestarlo Fior —Aida entro a la sala.

¿Será que escucho todo?, tal vez si, pero no diría nada, así es ella.

—Deja de defenderlo —se quejo.

—Entonces deja de molestarlo —repitió, tomando una manzana y mordiéndola.

Sonreí y Fior lo noto.

—No intentes bajar algo que no alcanzas —siguió tocando el tema.

Gire los ojos, haciendo como si no me importara sus palabras de niño.

—Eres un alcornoque —Fior me insultó y fruncí el ceño.

—Y tú un cansalmas —rebatí.

Refiriéndome a que es un intenso con Aida.

Una risa femenina resonó en la casa, me gire, contemplándola. Aida reía, tenía tiempo que no la escuchaba reír y estoy casi seguro de que fui yo quien la hizo reír. Aunque es difícil de saber, con ella nunca se sabe, es tan compleja de resolver.

Pecado culposoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora