El olor de la comida y del una esencia de manzana que desprendía la casa me tenía inquieto. Parecía un niño regañado por haber jugado, mi espalda dolía de tanto tiempo estar derecha, Aida por el contrario estaba en su teléfono, de lo más relajada. Espere a que me dirigiera la palabra, pero nunca sucedió, esperé mucho.
Su mamá no dejó que la ayudara, siento que ella quería que pasara el tiempo con Aida, que habláramos como jóvenes normales, era obvio que se equivocó, Aida no soltaría una conversación al azar solo porque yo esté incómodo.
—Lamentó si te incomoda que esté aquí —levantó su mirada, pero no estaba enoja, ni incómoda.
Alzó sus hombros restándole importancia, mientras subía sus piernas al cojín.
Su mamá terminó de cocinar, su querida mamá se la pasó hablando de cosas tan normales, pero jamás dijo nada sobre el pasado ni algo raro, me pregunto muchas cosas normales, pero a la hora de yo devolverle la pregunta cambiaba de tema.
—Me alegra que mi niña tenga nuevos amigos, es decir solo se la pasa con Fior y con Gemma o sola—Aida dejó de comer para mirarla —no digo que no me guste, esa chica es muy linda y educada al igual que el, pero no me transmiten muy buenas vibras, en especial Fior...
Quise sonreír pero me lo guarde. Su mamá me prefiere a mi y eso que solo me acaba de conocer, antes que al tal Fior que conoce hace años.
Aida siguió sin decir nada y la velada terminó ese día.
—Vamos viejo, será un rato, estarás antes de las doce en casa —Isaac me codeo —Justo cómo la cenicienta que eres mi lady —se burlo y rode los ojos, con odio.
—Si tuvieras hermana lo entendería.
—Seguro que si, yo sería el típico loco protector, no lo niego —abrió la puerta de mi casa, invitándome a salir.
Isaac siempre fue fan de las fiestas y los bares, yo no. Es mucho que asimilar, desde que vi a Aida en el la discoteca aquella vez, no he vuelto a ir y no es como que me haga falta. Aún así, estuve pendiente a mi alrededor, en busca de ella, pero no la vi.
—Parece que estás buscando a alguien, ¿quien es la afortunada? —mi amigo tendió el vaso de whisky.
—Deja de ser chismoso, en una hora me voy —bebí del vaso, viendo a la multitud.
—¡Pero si acabamos de llegar hace dos! —reprochó cómo niño.
—Debes dejar ese mal hábito de irte a beber siempre que tengas problemas —le aconseje, cosa que no tomo bien, porque su rostro se endureció, mostrando disgusto.
—¡Koalita! —una voz femenina conocida apareció.
—¿Gemma? —gire mi rostro.
Se acercó y revolvió mi cabello. Me aleje al contacto, escaneándola. Gemma siempre me pareció hermosa, no tanto como Aida, su cabello fuego estaba más largo y aquel vestido rojo esculpido a su cuerpo dejaba poco a la imaginación. La mía no iba lejos con ella, pero si con Aida.
—¿Por que me apodaste así? —sonrió, traviesa.
—Porque luces como uno, tan tierno, quieto y asustadizo —se acercó —que me dan ganas de comerte —lanzo una mordida al aire, en mi dirección y retrocedí —¡viste!
Fruncí el seño. Sabía que ese comentario era sádicamente retorcido para ser un chiste.
—¿Quien es este chocolatito? —se alejó, prestando atención a Isaac.
Mis alarmas se encendieron.
—Soy Isaac, mucho gusto —su cara de disgusto se había ido —¿son amigos?

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Pecado culposo
RomanceSiempre fueron polos opuestos, se dice que los polos opuestos se atraen entre sí, justo como un imán. Jack quien es un "alma pura" se terminara encontrando con Aida, quien le dará un gran giro a su vida, cambiándolo en el proceso y defectuosamente a...