04. Disculpas inesperadas.

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—Lamentamos que haya tenido que ser de esta forma, Jeon. Pero sé que lo sabes, eres perseguido por aproximadamente veintitrés mafias rusas, treinta y cuatro mafias coreanas y un promedio de diez mafias alemanas. Eso si no sumamos las distintas agencias secretas que están buscándote desesperadamente por todo el mundo. Si no llegabas a nuestras manos antes, iban a atraparte de todas formas. Estés donde estés, hayas huido a donde hayas huido. —Jin le ofreció un pañuelo al chico, que sollozaba en voz baja para no dar a notar su miedo. 

—Estarás en buenas manos con nosotros. —le aseguró Jimin, sentado en el diván del departamento, justo en frente de él.

Jungkook se dedicó a limpiarse las lágrimas que caían suavemente por sus mejillas, una por una. El departamento en el que el grupo se encontraba había sido financiado por el gobierno de Corea del Sur y podía decirse que era bastante grande y elegante, incluso tan solo para dormir una noche como ellos lo harían. Contaba con tres habitaciones, un par de baños, cocina y una sala de estar muy amplia.

—¿Cuánto durará? —logró articular el chico.

—Un mes exactamente. Partiremos mañana a Turquía, luego Mongolia y nos instalaremos en una propiedad de máxima seguridad en China alrededor de una semana. Después viajaremos a la frontera de Corea del Norte e iremos en auto hasta llegar a Seúl. — le explicó Jin con amabilidad. Él también había visto a Jungkook muchas veces tan solo por fotografías, y ahora que lo tenía frente a él, era totalmente distinto.

El chico tenía una fuerte conexión que transmitía a cualquier persona. Verlo era sentir una especie de paz e inocencia inigualable. Y sobre todo que, además de eso, era guapísimo. Incluso su voz denotaba un ritmo sexy que ya le había puesto tenso desde que lo había escuchado quejarse en la camioneta. Era contradictorio todo lo que podía llegar a provocar.

—Quisiera saber p-por qué. —balbuceó Jungkook, con la voz entrecortada—Durante años he intentado entenderlo, pero nunca he recibido una respuesta clara, ¿Qué es lo quieren esas personas de mí? ¿Por qué están persiguiéndome todo el tiempo?

—Aquello no nos lo es permitido de decírtelo. Es información confidencial—respondió Jin, cabizbajo.

—¿Entonces cómo sé que cuando llegue a Corea no van a intentar asesinarme? — el chico se puso de pie, tirando al suelo el pañuelo que Jin le había ofrecido hace unos minutos.

—Sencillo—entonces una voz se escuchó desde la esquina de la habitación. — te lo dije en la cafetería, nosotros somos los buenos. —Taehyung se acercó a pasos lentos hacia donde estaba el grupo.

—No creo nada de eso. —Jungkook se giró para mirarlo directamente. Ahí estaba otra vez el más irritante de los tres hombres. Y el más atractivo, a decir verdad.

—Vaya, es que encima de altanero, eres malagradecido. Jeon, estamos aquí para llevarte a manos del gobierno porque ellos tienen una misión para ti, ¿Lo entiendes? Nos importa una real mierda que creas o no que somos de la CIA. El punto es que nuestra tarea solo se basa en transportarte a Corea del Sur, no servir de niñeras o putísimas guías de turismo para alguien que sabe muy bien cómo funcionan las cosas. Ahora, si intentas huir, las mafias van a atraparte y harán que te pudras en algún cementerio del otro lado del mundo. En cambio, si cooperas, las cosas serán diferentes, ¿Comprendiste?

—¿Y acaso no es mi decisión escoger dónde prefiero morir? —el menor no se quedó callado y avanzó un par de pasos más para estar a la altura de Taehyung, que soltó una risa petulante al verlo enfrentarlo. ¿Quién se creía que era ese niñato para hablarle de esa forma?

—¿Qué te hace pensar que vamos a asesinarte, bonito? —preguntó Taehyung, fijándose en esos profundos ojos oscuros que le empezaban a poner muchísimo. Junto con ese carácter tan terco...

Antidote | TaekookDonde viven las historias. Descúbrelo ahora