Taehyung aparcó la camioneta en el estacionamiento de un viejo motel que estaba en medio de la carretera, pues no había nada mejor a cien kilómetros a la redonda.
Había avanzado ya unos kilómetros para llegar a Ulán Batón, pero debido al tormentoso clima y al largo tiempo que Jungkook se había tomado en el cementerio, era mucho más seguro dormir en ese hotelucho de quinta que continuar.
Jungkook lo miró de reojo al percatarse de la pinta del hotel y le dedicó una sonrisa burlona. Parecía uno de esos lugares donde los esposos se follaban a sus amantes, o algo por el estilo.
—¿Dormiremos aquí?—preguntó él, en un tono divertido.
—Dormirás. Yo estaré vigilándote. —le respondió Taehyung apagando el motor.
—¿En serio crees que podrían llegar hasta aquí?
—Te sorprenderías de todo lo que son capaces, bonito. —el chico intentó bajar de la camioneta para descargar las armas del vehículo, pero la voz de Jungkook lo detuvo.
—¿Puedo preguntarte algo?
Cuando Taehyung lo escuchó decir eso, supo de inmediato a qué podía estar refiriéndose, porque él tampoco se podía quitar la imagen de ambos besándose. Tocándose. Sintiéndose.
—Dime —le dijo, volviendo a acomodarse en el asiento. Sin mirarlo, siempre sin mirarlo.
—¿Qué ha sido lo de antes? —la voz de Jungkook era lo más tierno que él había oído nunca, y lo era todavía más preguntándole eso. Le sabía demasiado mal ser frío con el chico en ese instante.
—¿El qué?—disimuló él, y apretó levemente sus manos contra el timón.
—Me besaste. — Jungkook fue directo. Taehyung endureció la mandíbula.
—Jeon...
—¿Ha sido otro calentón de los tuyos? —el chico enarcó una ceja, mirándolo tan fijamente que Taehyung pensó que no resistiría más estando inmóvil en su sitio. Ciertas emociones empezaban a despertarse en él cuando Jungkook lo miraba de esa forma. Emociones que lo llevaban a excitarse muslo abajo.
—Supongo. —contestó él.
—Oh, vale.
—No te molesta ¿o sí?
—Supongo que es normal para ti ir y besar hombres como si nada ¿verdad? —preguntó Jungkook de forma sarcástica, un tanto herido interiormente por la apática respuesta de Taehyung y por su maldito cambio de carácter frecuente.
—¿Estás enojado?—Taehyung se giró para mirarlo. Dios, cabreado otra vez. Aquello le fastidiaba. No por el hecho de que lo estuviera, sino porque él era el causante.
—No. —negó Jungkook y bajó de la camioneta, a grandes zancadas.
El muchacho puso los ojos en blanco y dejó escapar un suspiro repleto de frustración, bajando de la misma forma del vehículo. Cargó la pequeña bolsa de ropa que Jungkook había traído y también bajó el portafolio mediano que contenía sus armas, caminando detrás del joven hacia la recepción del hotel.
—¡Buenos días! —les saludó un hombre calvo, viejo, con mirada inquietante y una camisa manchada de grasa —¿En qué puedo ayudarles?
—Quiero dos habitaciones. —Taehyung dejó los paquetes en el piso y sacó la billetera.
—Claro que no, tengo una habitación perfecta para parejas como ustedes. —el calvo le tendió una llave que tenía inscrita el número 19.
—No somos pareja. —contestaron los dos, Taehyung y Jungkook al mismo tiempo.
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Antidote | Taekook
CasualeLos rumores de un antídoto que salve a la humanidad de una posible epidemia son reales: se encuentra en la sangre de un chico. Para esa importante misión, los gobiernos del mundo solicitan los servicios de uno de sus mejores agentes, Kim Taehyung...