39. Promesas inquebrantables.

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—No pienso ir contigo a ninguna parte.

—¿Qué?—las manos de Taehyung perdieron el equilibrio y dejaron caer la pequeña maleta al piso.

—Lo que has escuchado.—frente a él tenía a un Jungkook con los ojos temblorosos y a punto de llorar, sin embargo, en su mirada no había nada que demostrara indicios de debilidad, o duda.

Su decisión sería irreversible. Lo supo cuando lo vio, cuando escuchó aquellas palabras salir de su boca.

Pero él no podía permitirlo.

—Esto no depende de ti. —exclamó Taehyung, plantándose en frente de él.

—¡Claro que depende de mí!—gritó el chico con desesperación, acercándosele aún más —Taehyung, soy lo único que les queda. —Jungkook no pudo evitar quebrarse al susurrar esas últimas palabras.

—No, no es así. Es Corea del Sur, Jungkook. —dijo el pelinegro, mientras recogía del suelo la maleta y volvía a llenarla una vez más. En un acto desesperado por mantener el control. —Se les ocurrirá algo hoy, mañana o en algún momento. Mientras tanto tú, vienes conmigo.—sentenció determinante.

—Dame una buena razón por la que tengamos que irnos de aquí. —pidió él, sabiendo que no encontraría de todas formas una buena excusa.

—¿Tu vida no es una buena razón? —Taehyung alzó la voz en medio de la habitación, subiendo los brazos en un ademán por hacerle entender las cosas. —Escucha, esto no era parte del plan ¿está bien? Nunca nadie, en ningún maldito momento, mencionó el hecho de que tenía que sucederte algo a ti.

—Oh... —Jungkook soltó una triste sonrisa irónica. —¿Vas a decirme ahora que no lo sabías?

—¡Por supuesto que no!—explotó Taehyung, cogiéndolo del brazo y apretándolo contra él. Esta vez sin detenerse un solo segundo en demostrar su desesperación, su pérdida de cordura. —Crees que... ¿Crees que habría llegado hasta aquí para ponerte en peligro? —gritó con fuerza, con las venas marcándose en su garganta y los ojos puestos en Jungkook fijamente, viéndolo llorar. —¿Eso es lo que crees?

Ambos mantuvieron la mirada por un par de segundos llenos de intensidad, de tensión, hasta que el castaño, con una fuerza que apareció de la nada, se zafó de su agarre.

—Pues es la única salida que veo. —dijo, apartándose despacio.

—Olvídalo. —Taehyung le dedicó una sonrisa nerviosa. —Vendrás conmigo, y no es una maldita pregunta. —el chico cerró la maleta y la tumbó sobre el piso. —He empacado lo necesario, así que...

Quiero hacer esto. —la forma en la que Jungkook dijo esa última frase, heló la piel de Taehyung hasta el punto de hacerle temblar.

—¿Perdona? —le preguntó, girándose para mirarlo.

—Quiero ir a Seúl. Quiero seguir con lo planeado.

—Sí, vale... —sonriendo sarcásticamente e ignorándolo por completo, Taehyung lo cogió de la muñeca bruscamente, arrastrándolo hacia la puerta de salida.

—¡Tú no puedes decidir por mí! —Jungkook le empujó con ambas manos sobre el pecho, haciendo que el chico se tambalee sobre sus talones. —Si por un momento he creído que me conocías de verdad, pensé que habrías entendido que debo hacer esto. Que debo quedarme. —le dijo esta vez suavizando un poco el tono de su voz, intentando hacerle entender su deseo. —Te lo dije, Taehyung. Todos estamos aquí por alguna razón. Y no voy a irme sabiendo que hay personas que dependen de mí. Incluso tú, Taehyung. Hay tantas personas en el mundo que necesitan que haga esto por ellos, q—que merecen vivir mucho más que yo...

Antidote | TaekookDonde viven las historias. Descúbrelo ahora