7. SOLUCIONES Y NUEVOS PROBLEMAS

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Wilhem

En el coche de camino al palacio real, bueno, a mi casa, mi cabeza no puede pensar en otra cosa que no sea Simon. Desde que le conocí siento que junto a él me encontré a mi mismo, y mi vida cambió. Mi amor por él me cambió. Y fui muy afortunado al ser correspondido. Después de todo lo que hemos hablado hoy, le quiero aún más si es posible. Y sé que ese dolor que hemos sentido desde navidad no va a volver, porque esta vez nuestro amor es más fuerte que nuestras circunstancias, y, sea cual sea el plan de mi familia, no nos van a separar.

El atardecer me observa desde la ventana del coche, y yo a él, como cada vez que miro al cielo y siento que mi hermano Erik me está mirando, me está apoyando, y me manda su fuerza desde donde quiera que esté. En un lugar mejor, sin duda: sin racismo, ni homofobia, ni machismo, ni pobreza, ni desigualdad. En el cielo, en el paraíso, en la otra vida.

Jan Olof no me dirige la palabra en todo el camino, y aunque noto cierta tensión en el coche, me siento muy aliviado. Aunque suene raro, después de lo que he hecho, estoy tranquilo. Supongo que es eso lo que suele pasar cuando abres tu corazón después de haberlo tenido tanto tiempo escondido, oculto, encarcelado.

La entrada a palacio está repleta de periodistas. Por suerte, las ventanas están tintadas y no me pueden ver, pero aún así los flashes de las fotos me hacen apartar la mirada. El coche entra y los periodistas se quedan atrás, controlados por el equipo de seguridad de la casa real. Me bajo del coche y, mientras subo las escaleras del amplio porche para entrar en casa, escucho de lejos los gritos de los periodistas:

- "WILHEM, WILHEM, ¿MANTIENES UNA RELACIÓN CON SIMON ERIKSSON?"

- ¿"TE OBLIGARON A MENTIR?"

- "¿QUÉ VA A PASAR CON LA MONARQUÍA?"

- "¿VAS A ABDICAR?"

- "¿TU HERMANO EL PRÍNCIPE ERIK LO SABÍA?"

Cuando la puerta de palacio se cierra, los gritos desaparecen, y yo necesito un momento para respirar.

Los guardaespaldas me indican que mis padres me esperan en la sala de reuniones. Antes de ir, voy a mi habitación a dejar y tratar de ordenar todas mis cosas. No tengo prisa por escuchar el fatídico plan que habrá organizado mi familia.

Me doy una ducha rápida y decido ponerme la sudadera morada de Simon, que huele tanto a él que es como si estuviera conmigo, apoyándome, y le voy a necesitar para darme fuerza en la reunión con mis padres.

De camino, agarro con fuerza el móvil en la mano. Tengo muchos mensajes de Felice y notificaciones de las redes. No sé nada de Simon desde que me despedí de él en mi habitación de Hillerska, pero quedamos en hablar en cuanto supiera el plan de mis padres. Y era ese plan el que me disponía a escuchar cuando abro la puerta de la sala de reuniones y veo las caras largas de mis padres.

- ¿Has tardado media hora para venir así vestido? -me pregunta mi madre.

-Que yo sepa estoy en mi casa y no tengo por qué ir de gala. -respondo distante.

-El pijama es para dormir. -replica mi madre.

-Eso es lo que me gustaría estar haciendo. Y es una sudadera, no un pijama. -respondo.

-Basta ya. -interviene mi padre seriamente.

Me siento delante de ellos en una mesa tan larga como la de "La última cena". Jan Olof y otros miembros del equipo de la casa real nos acompañan, sentados a lo largo de la mesa, en silencio.

-Bien, a ver si podemos tener una conversación en condiciones, con respeto, como una familia. -dice mi padre. No estoy acostumbrado a verle tan enfadado, así que decido no replicar.

YOUNG ROYALS 3: EL CAPÍTULO FINALDonde viven las historias. Descúbrelo ahora