31. EL DÍA DEL JUICIO

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Wilhelm

Las ojeras bajo mis ojos reflejan lo poco que he dormido esta noche (y las anteriores). Por mucho que confíe en el plan, solo existen dos posibilidades para terminar el día: con él o sin él. Y la opción de "sin él" sigue presente en mis peores pesadillas.

Intento silenciar el ruido mental: "con él, con él, con él". Aunque no me lo termine de creer, quiero engañar a mi mente. Darme esperanzas. Si no, ¿de que habría servido todo lo que hemos hecho Sara y yo esta semana?

Dos posibilidades. Un destino. Una vida. Juntos o separados.

Termino de abrocharme la chaqueta del traje elegante que me ha comprado mi madre. Me alegra ver que lo ha elegido de color azul marino, si hubiese sido negro, esto sería como ir a un funeral. Un funeral para despedir la vida soñada que podríamos tener juntos. O no...

Una furgoneta negra, con los cristales tintados, nos espera fuera. Puedo escuchar a los periodistas desde lejos. La prensa vuelve. El mundo vuelve a estar pendiente de nosotros.

El agobio comienza a presionar mi pecho, pero intento calmarlo acariciándolo con mi mano, imaginando la de Simon sobre la mía.

Avanzamos despacio por la carretera, y mientras observo lo sorprendentemente soleado que está el día, termino de repasar mentalmente lo ocurrido en la última semana sin Simon.

Videollamadas hasta dormirnos que no son suficientes. El olor de su piel y el sabor de sus besos no traspasa la pantalla.

Conversaciones interminables con Sara, ultimando los últimos detalles de nuestro plan.

Las comidas y cenas silenciosas con mis padres, llenas de pequeñas conversaciones sobre lo buena que está la comida o del frío que hace.

El vacío de Erik en cada rincón. La profunda tristeza en la mirada de mis padres desde el día que nos dejó. Unos padres jamás deberían tener que enterrar a un hijo.

Mis solitarios paseos por los jardines de alrededor de palacio, pensando que de qué sirve tanto lujo si no tienes con quien compartirlo, con quien sentirte vivo. Con quien reírte y a quien contarle tus más profundos pensamientos.

Simon. Pase lo que pase hoy, todo ha merecido la pena. Todo.

Llegamos.

Prensa, flashes de las cámaras, gritos.

Entramos al tribunal y ocupamos los sitios reservados.

Silencio, tensión. Murmullos.

Simon vestido con una camisa verde oscura. Verde. El color de la esperanza. ¿Será un mensaje del destino?

Se da la vuelta y me sonríe. Le sonrío. Linda y Sara se giran y también nos sonreímos.

August entra por la puerta y ocupa su asiento junto a su madre y su padrastro. Estamos sentados detrás de ellos en vez de detrás de Simon y su familia.

-No quiero estar sentado aquí. Yo voy con Simon. -le susurro a mi madre.

-Wilhelm, por favor, es por protocolo.

-Me da igual.

-Compórtate.

Ante la mirada asesina de mi madre, decido resignarme.

Los hombros de August se ven tensos, y observo como busca la mirada de Sara. Una mirada que Sara no le corresponde.

El juez entra, los abogados ocupan sus sitios. Simon y August se levantan, posicionándose junto a sus abogados.

Silencio.

Esto empieza.

Simon

Es increíble como, a veces, un silencio puede decir tanto. Percibo la tensión del ambiente en cada parte de mi ser. Me siento rígido y noto como toda mi atención está puesta en el juez, esperando a que de permiso para escuchar las primeras declaraciones de los abogados.

YOUNG ROYALS 3: EL CAPÍTULO FINALDonde viven las historias. Descúbrelo ahora