13. LA MAÑANA SIGUIENTE

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Wilhem

Abro los ojos poco a poco, acostumbrándome a la luz que atraviesa las cortinas. Cuando veo a Simon a mi lado, abrazándome con su cabeza en mi pecho, pienso que sigo en un sueño. Aún no me creo que mis padres me hayan dejado irme durante una semana con él. Seguro que en palacio me consideraban más una molestia que otra cosa.

Le beso la frente y le acaricio el pelo un rato, pero él sigue plácidamente dormido. A los pocos minutos, me estiro y me retiro lentamente de su lado para no despertarle. Una vez me he apartado, le pongo un cojín en las manos que me sustituye, y Simon le abraza y se acomoda de nuevo.

La nueva habitación de Simon tiene baño, así que entro con mis cosas de aseo, me lavo los dientes y me doy una ducha rápida. Sigue haciendo frío pero es un día bastante soleado, y no creo que salgamos de casa a no ser que sea para pasear alrededor de la urbanización, por lo que decido ponerme unos vaqueros negros y una camiseta fina de manga larga de color granate.

Salgo del baño y Simon sigue dormido. Está claro quien es el más dormilón de los dos. Miro la hora y son las 11:33 de una mañana primaveral en Suecia. Tengo a mi novio durmiendo en su cama después de una noche mágica y estoy lejos de toda mi familia y el asunto del juicio. ¿Qué mejor para empezar un nuevo día?

Aunque me de pena despertarlo, quiero disfrutar con Simon el máximo tiempo posible durante esta semana. Además, me muero de hambre y me da vergüenza salir solo de la habitación.

Me siento a su lado en la cama.

-Simon. -le susurro mientras le acaricio el brazo. Pero no hay respuesta.

-Simon. -repito más alto, zarandeándole más fuerte el brazo. Pero nada.

-Simon, Simon, Simon. -continúo, pero Simon sigue durmiendo como si no le fuera a despertar ni la caída de un meteorito.

-SIMON. -grito. No puedo evitar reírme cuando Simon abre los ojos de golpe y se incorpora acelerado.

-¿Qué? ¿Qué pasa? -pregunta asustado.

-No, nada, nada. Es que no te despertabas y estaba preocupado. -miento ocultando una sonrisilla.

Simon me mira con los ojos entrecerrados.

-¿En serio? -me pregunta. -Tu lo que querías era despertarme para bajar a desayunar. ¿A que sí?

-¿Cómo lo sabes? -pregunto sorprendido.

-Porque te conozco, Wilhem. No eres persona si no desayunas.

Un rugido de hambre se escapa de mi tripa.

-¿Ves? -se ríe Simon.

-Bueno, está bien, puede que ese sea uno de los motivos. Pero el motivo principal era que quería que te despertaras para disfrutar cuando antes de este día tan precioso contigo.

-Te recuerdo que no podemos salir.

-Pero si podemos salir por la urbanización. -le recuerdo. -Los vecinos no dirán nada, y los guardaespaldas que supuestamente te están protegiendo solo a ti y a tu familia, no dejarán que se acerquen los periodistas. Se supone que yo estoy en palacio. No hay peligro.

-Vale, vale... Anda, ven aquí. -Simon se acerca y se para justo rozando mis labios. -Espera, ¿no te importa mi mal aliento mañanero, ¿no?

-¿Cuándo nos ha importado eso? -le digo y una sonrisa se forma en nuestros labios. Nuestros labios se juntan, e incluso mientras nos besamos, no dejamos de sonreír.

-Estás muy guapo, por cierto. -me dice Simon, interrumpiendo nuestro beso.

-Tu también. Aunque tus rizos parezcan un nido de pájaros. -me río, y Simon me empuja en el hombro, de broma.

YOUNG ROYALS 3: EL CAPÍTULO FINALDonde viven las historias. Descúbrelo ahora