27. AMISTADES NECESARIAS

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Simon

-¿Seguro que me has perdonado por mirarte el móvil? -le pregunto a Wilhelm mientras desayunamos.

-Que sí, Simon, de verdad. ¿Por qué no me crees?

-No sé... Te noto diferente.

-¿En qué sentido?

-Como si me ocultaras algo.

Wilhelm me aparta la mirada mientras mastica la tostada.

Estoy seguro de que me oculta algo. Desde ayer le noto más tranquilo. No me ha vuelto a hablar del juicio. El interrogatorio que me hizo ayer sobre qué haría si ganáramos el juicio y pudiera reinar Suecia con él. Sobre mi pasado, mi padre, mis sueños y la visión futura de mi propia vida.

Siento que me estoy perdiendo algo.

A pesar de haberse tragado ya el trozo de tostada, sigue sin responder.

-Dijimos no más secretos, ¿no? -le pregunto con las cejas arqueadas.

-Si, si, lo siento. No lo veía necesario, pero bueno, no me importa contártelo... Espero que no te moleste.

-A ver, cuéntame... -digo fingiendo tranquilidad, aunque por dentro me sienta nervioso.

-Ayer, cuando me desperté, vi que no estabas en la cama conmigo. Bajé a buscarte y te escuché hablar con tu madre. No quería interrumpir vuestro momento, así que decidí subir y me hice el dormido cuando volviste.

Wilhelm lo cuenta rápido para después seguir comiéndose la tostada, como si no acabara de confesarme que fue testigo de una de las conversaciones más íntimas que he tenido con mi madre.

Le miro sin expresión alguna y, tras mi silencio, decide darme su opinión.

-No te puedes enfadar, Simon. Estamos empate. Tu me cotilleaste el móvil para saber lo que mi familia opina de ti, y yo me quedé escuchando la conversación para saber lo que tu madre opina de mi y de lo nuestro.

-¿Por qué me lo ocultaste?

-Por la misma razón por la que me ocultaste tú lo del móvil. No quería más discusiones.

-Ya... ¿Escuchaste todo?

-No lo sé, creo que sí. Pero... Fue precioso, Simon. Siento si te molestó que lo escuchara, pero a mí me encantó saber que sentías el mismo miedo que yo siento a perderte.

-Pues claro que sí, tonto, ¿pensabas que no? -pregunto sonriendo.

-Bueno, como dicen que siempre hay uno en la pareja que está más enamorado que el otro...

-Si eso es así, nosotros somos la excepción. Te lo prometo.

Wilhelm apoya su mano sobre la mía, la acaricia, y me sonríe.

-Por cierto, haces muy bien de dormido. Pensaba hasta que habías muerto. -me río.

-Gracias, soy muy buen actor, ¿sabes? -bromea Wilhelm, acercándose a mi y dándome un beso breve en los labios.

Las mariposas revolotean por mi estómago. Estoy seguro de que estoy sonriendo como un tonto. Un tonto enamorado.

Hoy es el sexto día. Mañana Wilhelm se irá, y no le volveré a ver hasta el día del juicio. Ya ha empezado a meter la ropa que no va a usar más en la maleta, y aunque yo le estoy ayudando a doblarla, tengo la cabeza en otro sitio.

No sé que va a pasar, y la incertidumbre me está matando. Mi cabeza va a mil por hora con mil opciones distintas sobre mi futuro. Estoy cansado de darle vueltas y escuchar solo ruido.

YOUNG ROYALS 3: EL CAPÍTULO FINALDonde viven las historias. Descúbrelo ahora