12. MAGIA

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Simon

Aunque la espera se me ha hecho eterna, finalmente unos focos deslumbran la carretera que da entrada al conjunto de casas que conforman la urbanización.

Mi corazón se vuelve desbocado, expandiendo un torbellino de emociones que recorren todo mi cuerpo. Soy incapaz de ocultar una sonrisa.

Se paran frente a mi casa, y doy gracias de que no haya testigos: ni prensa, ni vecinos cotillas. El silencio inunda la noche pero yo no puedo evitar escuchar los latidos de mi corazón, que brincan vivos y felices contra mi pecho.

Me retiro de la ventana y me voy directamente a abrir la puerta. Mi madre se suele ir pronto a dormir, pero ha dicho que hoy haría una excepción para recibir al príncipe como se merece. Me guiñó un ojo cuando lo dijo, y yo solo pude negar con la cabeza con una sonrisa en la cara. 

Sara, sin embargo, llevaba horas en su cuarto, así que imagino que estará dormida. Mi madre también la ha dejado quedarse en casa esta semana. Hillerska estará invadida de habladurías, miradas y cotilleos que es lo último que necesitamos en estos momentos.

Con un poco de suerte, después de Pascua y del juicio, todo volverá a la normalidad. Aunque me temo que nuestra normalidad será irnos de aquí con un montón de dinero que nos permita empezar de cero en otro sitio. 

Ahora sé que no podemos ganar contra la monarquía. Sé que August va a salir ganando, y que yo perderé y quedaré como culpable a ojos de todos. Nuestro lugar aquí ya no tendrá sentido.

Mentalmente he tirado la toalla. Siento que lo de Wilhem y yo, aunque en nuestros corazones va a durar toda la vida, en la realidad tenemos los días contados. Por eso, aunque no se lo haya confesado, lo único que quiero es disfrutar con él esta semana como si fuera la última que pasamos juntos. Porque lo va a ser. Pero sé que Wilhem sigue teniendo esperanzas de que voy a ganar el juicio, así que, intentaré ocultar mis verdaderos pensamientos para no amargarnos la semana.

El primero en bajar del coche es Jan Olof. Como siempre, me mira de lejos con su cara de gruñón. El conductor, a quien no había visto en mi vida, también se baja para ayudar a Jan Olof a sacar el equipaje de Wilhem.

Salgo de la casa y el frío me invade de golpe, provocándome un escalofrío. Y por fin, Wilhem sale del coche, con su abrigo largo y oscuro acompañado de su querida bufanda.

Nos miramos y nos sonreímos, y lo que hay alrededor deja de existir, como cuando nos vimos después de las vacaciones de navidad, en la fiesta de los de tercero. De repente ya no siento frío, ni me fijo en como Jan Olof y el conductor pasan a mi lado, metiendo el equipaje en mi nueva casa. Escucho a lo lejos la voz de mi madre, dejándoles pasar.

Wilhem se acerca sin apartar su mirada de mis ojos. Su sonrisa ilumina su cara, y me doy cuenta de lo mucho que echo de menos verle sonreír. Desde que murió Erik y, más tarde, cuando rompí con él, vi en sus ojos cómo su corazón se rompía. Sé que no puedo devolverle a su hermano, pero si puedo darle todo ese amor que no le he dado estos últimos meses. Aunque sea solo por esta semana.

Cuando Wilhem llega hasta mí, por fin mi cuerpo es capaz de reaccionar y mis brazos le envuelven el cuello. Me responde al abrazo al instante, hundiendo su cara en mi cuello y rodeándome las caderas. Me eleva del suelo unos centímetros y yo me río en su cuello.

Me besa el cuello varias veces y me susurra un "te quiero" en el oído. La piel se me pone de gallina, y sé que no es por el frío. Aparto mi cara de su cuello y le miro. Él me imita y me devuelve la mirada. Noto como le brillan los ojos, y en cuanto me mira los labios, no me puedo contener más.

Pego mis labios con los suyos, y Wilhem los abre para recibirme sin dudar. Es un beso lleno de amor y de ganas, pero quizá de algo más que antes no teníamos del todo. Seguridad, sinceridad, confianza. Un beso que nos reafirma como pareja, sabiendo que todo el mundo sabe que estamos juntos. Y que no nos tenemos que esconder más.

YOUNG ROYALS 3: EL CAPÍTULO FINALDonde viven las historias. Descúbrelo ahora