14. AMORES QUE INSPIRAN

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Simon

Para poder aprovechar los últimos rayos de sol del día, Wilhem y yo decidimos comer al aire libre. En parte lo sugerí para evitar comer con Sara y con mi madre. No quería sentir esa tensión que se genera cada vez que estoy cerca de Sara y un silencio incómodo se apodera de la situación. Su traición me sigue doliendo como el primer día.

Sé que Wilhem piensa que solo necesito tiempo para perdonar a Sara, pero cada vez que recuerdo lo que me hizo, no sé si seré capaz de perdonarla alguna vez. Sara era una persona imprescindible en mi vida, pero ahora mismo siento que con Wilhem lo tengo todo, y que con su amor puedo curar la herida que Sara abrió cuando rompió mi ciega confianza hacia ella.

Estamos sentados en una mesa de madera natural de picnic que venía con el jardín de la casa. La luz suave que despide la mañana y da la bienvenida a una tarde tranquila nos acompaña. Me fijo en que Wilhem me está mirando con las cejas arqueadas.

-¿Qué pasa? -le pregunto.

-¿Te comes los espaguetis con kétchup?

-Si, ¿tú no?

-No. No sabía que había gente que se comía los espaguetis con kétchup. ¿Es una costumbre venezolana?

Me río.

-Que yo sepa no. ¿Con qué te los comes tú?

-Con tomate y queso.

-Suena bien. Mañana los puedes hacer tu.

-¿Quieres comer mañana pasta otra vez?

-¿Por qué no? Nunca me canso de la pasta.

-Ya lo veo. Y menos te cansarás cuando la pruebes con tomate y queso.

-Qué pijo eres.

-¿Pijo?

-Ayub y Rosh también se los comen con kétchup. Igual en tu palacio te los cocinan como a los ricos.

-Simon, que yo sepa el tomate y el queso no son productos de ricos.

-Puede que no. Pero haya tú, si no les echas kétchup te van a saber muy sosos.

-¿No tienes tomate y queso?

-Con la mudanza compramos lo justo. Mi madre dijo que se pasaría por el mercado mañana antes del trabajo.

-Está bien, tendré que probar tu invento entonces.

Wilhem abre el kétchup y duda antes de volcarlo hacia los espaguetis, pero finalmente lo hace. Enrolla unos cuantos con el tenedor y se lo acerca a la boca, pero vuelve a dudar antes de metérselos. Tras unos segundos, se mete el tenedor entero en la boca y los saborea con los ojos cerrados y el ceño fruncido. Se los traga con cara de asco y dice:

-Esto es un insulto para los italianos.

Me echó a reír.

-¿Acaso has probado tu la pasta italiana?

-Si, he estado varios veranos en la costa italiana, comiendo pasta y cenando pizza. Una delicia gustativa.

-Pues guárdame un poco la próxima vez que vayas. Si es que nos volvemos a ver después del juicio, claro.

Un triste silencio vuelve a instalarse en el ambiente cada vez que sale el tema del juicio. Intento olvidarlo, pero no puedo ignorar que estos días puede que sean los últimos que paso con Wilhem.

-Simon... ¿Sabes lo que vamos a hacer este verano?

Esa pregunta me pilla desprevenido. Pensé que me volvería a echar en cara no confiar en que el juicio saldrá bien y que ganaré. Quizá Wilhem haya decidido rendirse también y aceptar que no podemos hacer nada para ganarlo. Decido seguirle el rollo para evitar una discusión.

YOUNG ROYALS 3: EL CAPÍTULO FINALDonde viven las historias. Descúbrelo ahora