17. UNA DUCHA FRÍA

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Wilhem

El silencio de Simon me hace pensar que está analizando mis palabras. Espero que por fin entienda por qué no me gusta verle ser tan cruel con su hermana. Sí, es cierto, ella se ha equivocado y le ha traicionado. Pero es su hermana, su familia, y ha demostrado que se arrepiente. Yo ya la he perdonado, a pesar de todo. Y espero que Simon lo haga algún día. Espero que entienda la suerte que tiene de tener a su hermana con vida.

Por la tarde, para distraernos, jugamos un rato al Mario Kart, al Uno (aunque es más aburrido solo con dos personas) y, antes de cenar, nuestros labios terminan gruesos y rojizos de tanto besarse. Nos encontrábamos con tantas ganas de mimos que la usual sesión de sexo nocturna, ha pasado a ser hoy a última hora de la tarde.

-¿Nos duchamos juntos? -le pregunto. Nunca nos hemos duchado juntos, y me parece otra forma de intimidad que me gustaría probar con él.

-Claro. -sonríe.

Entramos desnudos y, debido a la estrechez de la ducha, nuestros cuerpos se rozan.

-¡Ay, qué fría está el agua! -exclama Simon.

Dejamos correr el agua hasta que su temperatura se vuelve más cálida y agradable. El chorro del mango de la ducha es bastante amplio así que nos moja a los dos. El agua envuelve nuestros cuerpos y nos damos un par de besos con los labios húmedos, pero no demasiados para no ponernos a tono de nuevo. Se puede tener intimidad sin sexo.

Cierro el grifo y, con mis manos, le doy la vuelta a Simon para que quede de espaldas a mí. Me pongo champú en las manos y se lo restriego por la cabeza, hasta que queda todo bien enjabonado. Aprovecho para darle un masaje en la cabeza con mis dedos.

-Mmm, qué a gusto. -comenta Simon.

Después Simon hace lo mismo conmigo, aunque, debido a mi altura, le cuesta un poco más llegar a mi cabeza. Me agacho un poco para que me pueda masajear mejor.

-Qué exagerado, llego perfectamente. -me dice Simon.

-Si, si... - me río, y vuelvo a mi altura normal.

Nos quitamos todo rastro de jabón de nuestros pelos con los ojos cerrados para que no nos entre nada. Después, pongo gel de baño en una esponja y se la restriego a Simon por todo el cuerpo. Empiezo de arriba abajo: cuello, hombros, brazos, pecho, tripa, espalda, culo, piernas, e incluso los pies. Simon hace lo mismo conmigo. Aunque queríamos evitarlo, una erección se asoma en nuestros cuerpos y nos reímos.

-Apenas me he recuperado de esta tarde. -le digo riéndome.

-Yo igual. Serán las hormonas. -me dice Simon y se acerca a mi para darme un beso.

Vuelvo a abrir el grifo, y lo muevo para que salga el agua un poco más fría.

-¿Qué haces? -me pregunta Simon.

-Intentar bajar la temperatura, ya sabes.

-No, odio el agua fría. -Simon vuelve a mover el grifo y el agua cálida vuelve a invadir nuestros cuerpos, que elimina todo rastro de jabón.

Aunque ya estemos duchados, el agua sigue cayendo sobre nosotros. Nos besamos como si nos estuviéramos besando bajo una lluvia cálida y limpia. Nuestros cuerpos están pegados, restregando nuestras erecciones, y nuestras manos envuelven nuestros culos, pegándonos aún más.

El beso se intensifica y siento que quiero ir a más. Cierro el grifo para no malgastar tanta agua.

-¿Para qué nos hemos duchado si vamos a volver a ensuciarnos? -me río.

-Bueno, si nos ensuciamos lo bueno es que podemos volver a limpiarnos rápido. -Simon envuelve mi erección con sus manos y la acaricia de arriba abajo. Yo hago lo mismo con la suya, y, mientras tanto, nuestras lenguas se entrelazan en un beso que cada vez se vuelve más descontrolado, al igual que el movimiento de nuestras caricias.

YOUNG ROYALS 3: EL CAPÍTULO FINALDonde viven las historias. Descúbrelo ahora