22. EL AMOR DE VERDAD

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Simon

-¿Es por Wilhem? Me he fijado en que come poco.

-Ah, sí, bueno... Él está bien, creo, es por su ansiedad que se le quitan las ganas de comer. -respondo mirando mis dedos, que se mueven inquietos.

-¿Ansiedad? -mi madre me mira preocupada.

-Si, bueno, ya sabes, es por la presión de su familia y por todo un poco, supongo.

-¿Sus padres lo saben?

-No lo sé. Creo que no, aunque Wille estuvo yendo al psicólogo de Hillerska.

-Bueno, por lo menos ha recibido ayuda. ¿Ya no va?

-Desde el discurso no. Pero supongo que seguirá yendo cuando volvamos.

-Hijo, si con todo lo que ha pasado tu también necesitas ir, dímelo.

-Estoy bien, mamá. Además, no creo que podamos pagarlo.

-El de Hillerska seguro que no, pero, habrá otros más baratos por ahí, ¿no? Solo dime si lo necesitas.

-Vale, mamá. De momento estoy bien, aunque un poco agobiado con todo lo que ha pasado, claro.

-¿Por eso has llorado y no has dormido nada?

Madres... ¿Por qué lo tienen que saber todo siempre?

Decido abrirle mi corazón, aunque no puedo mirarla a los ojos mientras lo hago. 

-Bueno, es que... Mamá, sé que solo tenemos dieciséis años. Pero te prometo que lo sé. Sé que le quiero y que estoy enamorado de él. Ya sé que te puede sonar ridículo que con mi edad ya sepa lo que es el amor de verdad. Pero te juro que lo siento tan dentro de mí que hasta duele. -la voz se me rompe y me tapo los ojos, secando las lágrimas de mis ojos antes de que me empapen la cara. Siento el ardor en mis ojos de haber llorado tanto.

-Cielo... -noto como mi madre se acerca a mí, me tapa con la manta y me abraza, acurrucando mi cabeza en su pecho y acariciando mis rizos. Me besa el pelo y me tranquiliza acariciando mi espalda con la otra mano, acunándome como a un niño pequeño.

Mi pecho sube y baja con dificultades para respirar por la sensación de llorar y angustia mezcladas. Aunque sea con la voz rota, trato de continuar.

-Sé que nunca voy a amar a nadie como le amo a él. Lo sé, mamá. No quiero volver a perderle, no quiero volver a pasarlo tan mal. 

El abrazo de mi madre provoca que mi respiración vuelva a la normalidad poco a poco y pueda contener las lágrimas.

-Hijo, espero que esas lágrimas sean de felicidad, porque haber encontrado a la persona indicada tan pronto, es una suerte. Hay personas que se van de este mundo sin haberlo experimentado.

Las palabras de mi madre me relajan y me hacen reflexionar sobre lo afortunado que soy, a pesar de mis miedos y la complejidad de la situación.

Trago saliva y me aparto de su pecho para mirarla a la cara. Su mirada dulce y comprensiva me enternece. Sonríe y me pasa una mano por mi mejilla, y yo aprovecho para apoyar mi cabeza en ella, y recibir su caricia.

-¿De verdad lo piensas? ¿No crees que esto es solo un amor adolescente con fecha de caducidad?

-Claro que no. ¿Sabes? Yo también estuve enamorada de tu padre, pero la vida le puso en mi camino no porque él fuera el amor de mi vida, si no porque mi destino era ser vuestra madre. Sara y tú sois el amor de mi vida. -una gran sonrisa se apodera de mi expresión, la misma que hace un momento estaba enterrada en lágrimas.

YOUNG ROYALS 3: EL CAPÍTULO FINALDonde viven las historias. Descúbrelo ahora