36. CONSECUENCIAS

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Wilhelm

Esas últimas palabras del juez han sido lo que he soñado escuchar desde que empezó todo el tema del juicio. A pesar de haber intentado mantener la esperanza, en el fondo, siempre he sabido que nunca ganaríamos. ¿Cómo íbamos a vencer a mi familia? La gente con poder es siempre la que gana.

Necesitaba aferrarme a algo, y me aferré al plan. Yo con nuestras alianzas de Hillerska, la directora, Rosh y Ayub. Sara con su padre. Las conversaciones, los testigos, las pruebas irrefutables de la directora, la mentira del padre de Simon... Lo hemos conseguido.

Sin embargo, no fueron aplausos ni gritos de alegría lo que se escuchó en la sala después de la sentencia. Se escuchó silencio. El silencio de la familia real, por el lamento y la sorpresa de haber perdido, y el silencio de la familia de Simon, por la emoción y el shock de haber ganado.

Yo, por supuesto, estaba emocionado y en shock. Lo único que quería hacer era ir corriendo hacia Simon y perderme en sus brazos, en sus labios y en su olor.

Por desgracia, tuve que esperar un par de días para poder hacer eso. En cuanto el juez se levantó, dando por finalizado el juicio, mi madre me agarró del brazo y me levantó. Entre mis padres, Jan Olof, y los guardaespaldas, me fue imposible hacer nada más que volver al coche entre el bullicio de los periodistas al salir.

Lo último que vi de Simon fue que se estaba abrazando con su madre.

El día terminó siendo una locura. Sabíamos que la sentencia final sería filtrada a la prensa, lo que no sabíamos es que un par de periodistas se habían infiltrado en el juicio con aspecto de guardias de seguridad. No solo se había filtrado la sentencia, si no todos los detalles del juicio.

El tribunal ya les había denunciado, pero ya era tarde. Toda la información estaba siendo transmitida por televisión, por redes sociales, por la prensa, a nivel mundial.

Era el fin de August. Y Simon había quedado impune por las pastillas gracias a su padre.

Todo había salido bien. No pude ni cenar, y no por ansiedad, si no por demasiada emoción. Demasiada incredulidad. Demasiada felicidad.

Mis padres no me han dirigido la palabra, pero sé que han convocado una reunión nada más llegar a palacio. Una reunión a la que no me han invitado.

No hay sustitutos. Nadie aceptará a August como rey, ni si quiera la monarquía puede aceptarle después de su reputación.

Soy el único heredero de la monarquía sueca.

Tumbado en la cama, el tono de llamada de mi móvil interrumpe mis pensamientos.

Es Simon.

-¡Simon! Te he llamado varias veces.

-Lo sé, lo siento. Es que ha sido un día... No sé cómo explicarlo.

Su voz suena como si le costara sacar las palabras.

-Simon... ¡HEMOS GANADO!

-Lo sé, lo sé, es que... No me lo creo. Sigo en shock.

-¿Estás bien?

-Si, sí. Te lo juro. Es solo que me gustaría que estuvieras aquí, conmigo.

-A mi también. ¿Ya estáis en casa?

-Si, de hecho, nos ha traído un coche de tu familia. Se han ofrecido.

-Vaya, me alegro. -digo sorprendido. -¿Qué ha pasado después? Hemos salido tan rápido que no me ha dado tiempo ni a ver la cara de August.

-August se ha puesto con las manos en la cabeza. Literalmente. Todos se han ido igual de rápido después de ti.

-¿Y vosotros?

YOUNG ROYALS 3: EL CAPÍTULO FINALDonde viven las historias. Descúbrelo ahora