MEMORIAS DE MI HERMANA Y YO

CAPITULO 49 CONSTRUIRÉ NUEVOS RECUERDOS PARA TI.

Maximiliano Freetman

Estábamos en el aeropuerto despidiendo a mi pequeña que viajaría a los Ángeles, con su tía Valerie y Samuel. La pequeña estaba muy  entusiasmada, sin embargo,  la preocupación por la distancia estaba latente en todos.  Era la primera prueba de fuego que tendríamos con mi hija, el vuelo estaba siendo anunciado para el abordaje, la pequeña con una gran sonrisa se despidió de todos. Valerie y Samuel, nos observaron con cautela. 

─ En dos días estarán tus abuelitos en los Ángeles  y en seis días nosotros, ─ le recordé a mi hija.
─ Estamos en contacto, ─ indicó Samuel, tomando la mano de Ashley,  para dirigirse hacia la puerta que divide el paso para el abordaje del avión.

Horas después, me sentía inquieto, no lograba concentrarme en el trabajo, me dirigí al consultorio de Ivanna y ella no estaba mejor que yo.

─ Creo que ahora todos necesitamos una terapia psicológica, ─ bromeó Ivanna, abrazándome.
─ Creo que es así, ─ sonreí levantándola y sentándome en el mueble, acomodándola a ella sobre mi regazo.
─ ¿Necesitas comprar algo para el viaje? ─ Pregunté observándola.
─ Creo que no, tengo suficientes trajes de baño, ─ sonrió besándome. Yo, en cambio arrugué  la cara imaginándola en traje de baño ante tantos espectadores masculinos.
─ ¿Y tú necesitas comprar algo?  ─ Preguntó sin dejar de besarme
─ No, solo deseo que lleves lencería sexy para que me la luzcas solo a mí. ─ mencioné recordando que tenía preparada una noche especial con ella en Miami. deseaba darle una sorpresa. 
─ En cambio yo te deseo desnudo en los Ángeles, quiero cambiar esos recuerdos, ─ susurró en mi oído y eso me colocó  inmediatamente duro.  
─ ¿Ya terminó  tú guardia? ─ Pregunté esperanzado
─ Sí, señor  Freetman ─ musitó con una sonrisa.
─ Vámonos, ─ le dije tomando su mano y posándola sobre mi erección para que comprendiera mi urgencia.
─ Yo, también necesito liberar los nervios, ─ señaló sin titubeos
─ Cerca de aquí hay un hotel vamos, ─  invité.
─ ¡Uhh¡ que caliente está mi doctor,  Freetman. ─ Susurró mordiendo mi cuello provocando más alteración.
─ Bastante futura señora Freetman. ─ musité mordiendo sus labios y levantándome con ella en brazos y caminando hasta la puerta.
─ Maximiliano, nos van a ver así ─ se quejó intentando soltarse de mis brazos.
─ No importa, igual ya todos saben que estoy loco por tí ─ murmuré caminando por el pasillo con ella aún en mis brazos y bajo la mirada sorprendida de todos.
─ ¡Por Dios! ─ exclamó Ivanna, ocultando su rostro enrojecido entre mi cuello.

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Los Ángeles, no era uno de mis lugares favoritos. Observé la casa de mi suegra, recordé la última vez que estuve aquí y no me agradó el recuerdo, de paso Jordan y Abigail, nos habían invitado almorzar en su departamento. Mi hija se había comportado bien los cuatro días que llevaba en los Ángeles sin nosotros, aunque sus llamadas no habían cesado y varias veces al día se había comunicado.

Ivanna, estaba hablando con Ashley,  por teléfono, no me había dejado desempacar  las maletas y Ethan, estaba iracundo porque todavía mantenía una dieta.  Entre Valerie e Ivanna, lo habían convencido para que nos acompañara en las famosas vacaciones familiares que habían programado entre Valerie y mi madre.

─ Buscaré mi renuncia y los exámenes de Ethan, ─ mencionó mi novia saliendo de la cocina, me guiñó un ojo extendiendo su mano para que la acompañara. Teníamos apenas dos horas de haber llegado y ella notaba que yo deseaba regresarme de nuevo. Me levanté del sofá para acompañarla hasta su habitación.
─ ¿Incomodo? ─ Me preguntó sonriendo lanzándome de un empujón a su cama y subiéndose entre risas a horcajadas sobre mí.
─ Un poco, ─ respondí acariciando sus piernas, ella bajó su torso buscando mis labios fundiéndonos en un apasionado beso.
─ Te amo, ─ susurró y esas palabras fueron gloria para mis oídos. Desde que me las había regalado aquella noche en el hotel, muy poco lo había vuelto hacer.
─ Vamos a preparar lo que nos vamos a llevar, ─ susurró besándome, fruncí el entrecejo con sus palabras. 
─ ¿A llevar para dónde? ─ Pregunté esperanzado que no sea a quedarnos en el departamento de Jordan.
─ A renunciar, a que revisen a mi padre y a medir unos trajes de baño que deseo comprar, ─ pronunció y se carcajeó  levantándose apresurada antes que la detuviese.
─ Estas como muy contenta con este viaje, ─ señalé observándola abrir su clóset.
─ Te dije que te cambiaría los recuerdos, ─ mencionó sacando un bolso de su clóset, levantó la maleta con la que viajamos y sacó ropa para ella y para mi acomodándola en el bolso, igualmente acomodó nuestras pertenencias de higiene personal; fruncí el entrecejo nuevamente, no me estaba agradando la idea de quedarme en el departamento donde ella había vivido con Jordan.
─ Ivanna, no deseo quedarme en el departamento de Jordan. ─ Le di a conocer.
─ No lo haremos, recuerda que te dije que te  deseo desnudo en los Ángeles, ─ pronunció y esas palabras calaron hondo y me hicieron estremecer. Ivanna, me entregó el bolso con nuestras pertenencias, tomó los dos sobres que tenía con los exámenes de mi suegro y su renuncia al hospital de los Ángeles, saliendo de su habitación.