EPÍLOGO EL DIARIO DE MI MADRE.

52 4 2
                                    

Ashley Freetman. 

Un año antes

Estaba acomodando el gorro de fiesta a Jonás, uno de los niños que estaba ingresado en el oncológico infantil. Todos los años nos reuníamos hacer la misma celebración, lo abracé y nos tomamos una linda foto.

─ Tengo ganas de vomitar, ─ mencionó el pequeño, ayer le habían hecho la quimio y todavía estaba presentando las secuelas del procedimiento. Su madre, corrió con una bandeja para que el pequeño vomitara, acaricié su espalda mientras expulsaba sus desechos en la bandeja. tío Jordan, llegó en ese momento e inmediatamente se acercó hasta nosotros examinando al pequeño, Jonás. Esta no era su área, pero con frecuencia mi tío, ayudaba a los infantes de oncología, desde que se había mudado al condado con mi tía Abigail y mi abuelo McCarthy.

Mi tía Ivanna, llegó para la celebración junto con mis hermanos  los  mellizos, así como mi tía Valerie, con mi primo Sebastián, unos años mayor que mis hermanos; las enfermeras se acercaron, así como doctores. Todos traían sus regalos a los niños del oncológico, buscándole una sonrisa y elevar sus ánimos. El Doctor Noah, quien ahora también es uno de mis profesores en mi cuarto año de universidad,  llegó con un payasito para animar y sacar las sonrisas de los niños.

Observé su rostro un poco hinchado, quizás había consumido licor anoche. Se dice que su dolor es por una mujer, quizás sea el abandono de su esposa, desde que llegó al condado todos murmuran lo mismo: “Por ella se volvió alcohólico” pero, cuando yo llego se quedan calladas.

Yo, lo recuerdo desde niña, a pesar de que no vivía en el condado, nunca se ha perdido ninguna de las misas que mis abuelos, le hacen a mi madre todos los años en el aniversario de su fallecimiento. 

También lo recuerdo en la boda de mi padre y mi tía Ivanna, en las navidades cuando llegaba de no sé dónde, a pasarla con su padre,  primero solo, luego con su hijo Jaime,  que se la mantiene en mi casa jugando con los mellizos.

Lo recuerdo en mis quince años, y nunca se me ha olvidado que  cuando bailé con él, sentí una electricidad por todo mi cuerpo, mis mejillas enrojecieron, mis piernas temblaron y mi corazón palpitó con demasiada fuerza en mi pecho. Suspiré profundamente y en ese momento entendí, porque rabiaba tanto cuando él, me trataba como una niña insignificante, pero eso no fue todo; en mi tercer año universitario me topo con él como uno de mis profesores y juro que no sentí el mismo impacto, cuando mi tía Ivanna y mi tío Jordan, también serían uno de mis profesores. Solo el atlético doctor Noah, me pone a latir el corazón a mil.

─ Doctora,  Ashley.  ¿No entiende lo que le pido? ─ ¡Oh rayos¡ salí de mi ensoñación prestándole atención a las palabras del doctor Noah.  
─ Disculpe, doctor Noah. Estaba distraída, ─ susurré apenada. Nos ha repetido un sinfín de veces que no podemos distraernos cuando estamos frente a un paciente ya que podían ser sus últimos momentos de vida y nosotros no hicimos nada para salvarlos.
─ Que le tome la presión al paciente, ─ mencionó observándome fijamente.
─ Enseguida, doctor. ─  respondí levantándome apresurada, esto continuamente lo hacen las enfermeras o nosotros los estudiantes de medicina que nos han dado la oportunidad de estar directamente en el área que deseamos prepararnos.   En mi caso, pediatra especializada en oncología infantil; sé que me falta todavía finalizar la carrera y especializarme, pero soy una de las afortunadas en estar como ayudante en el hospital donde trabaja mi abuelo Andrew, mi padre, mi tía Ivanna y mi tío Jordan, así como el doctor Noah y mi abuelo McCarthy, ya se ha jubilado, pero constantemente es requerido para que aporte sus importantes conocimientos, eso, si está por allí y no recorriendo el mundo con sus novias, que en cada viaje llega con una diferente.

La tarde transcurrió tranquila y la celebración con los niños fue todo un éxito.

─ ¿Todavía aquí? ─ Preguntó el doctor Noah, al conseguirme en uno de los pasillos.
─ Sí, voy a colaborar con la guardia nocturna, ─ le comuniqué con una sonrisa ocultando mi dolor.  Hoy mi madre, cumplía un año más de haber partido de este mundo y el sábado sería su misa. El doctor, solo siguió su camino sin darle importancia, a veces me pregunto si le caigo mal.

MEMORIAS DE MI HERMANA Y YODonde viven las historias. Descúbrelo ahora