CAPITULO 21 AMORES SIN DESTINOS.

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ABIGAIL GHILL.

Me sentía sudada, pegajosa, la plaga estaba dejando marcas sobre mi piel, observé las ronchas, esto no era nada bueno para mi carrera; tenía un contrato por un año en los Ángeles y había solicitado un mes de descanso.

Cuando Michael, me propuso hace dos días que probáramos en ese mes que tal nos iba juntos en su mundo, no lo pensé dos veces. Esa noche la pasamos en un hotel y al otro día, todavía muy oscuro ya me estaba montando en su avión privado, sólo sabía que sería un largo viaje, pero desconocía en su totalidad el destino; lo único que escuchaba era que este sería un hallazgo muy importante para la ciencia. 

─ Creo que la Barbie, necesita cambiarse ─  sonrió una de las mujeres que estaba en el equipo de trabajo de Michael, entregándome una muda de ropa que parecía más para un hombre que para una mujer, otra de las chicas me entregó  unas botas de trabajo con un plástico sintético horroroso.
─ Creo que prefiero usar mi ropa y deportivos ─  le indiqué a la mujer, tratando de sacar de mi bolso un suéter manga larga para cubrir mis brazos.
─ Mejor te cambias, vamos atravesar zona boscosa y necesito que te protejas de las serpientes. Las botas son especiales para evitar una mordedura en la zona que puede ser más atacada. ─ Mencionó Michael, acercándose al grupo compuesto por diez hombres y tres mujeres, que actuaban como si fuesen tres hombres más. Quizás acostumbradas a este tipo de ordinariez cotidiana entre ellos, porque hasta la forma de expresión de todos, era demasiado ordinaria y soez, incluidas las del sexo femenino.
─ ¿Es que puede empeorar aún más? ─ Le pregunté con preocupación a Michael, pensando que esto había sido el gran error de mi vida, él sólo sonrió comprendiendo mi malestar.
─ Serán solo unas horas en jeep y otras a pies hasta que lleguemos al lugar ─ mencionó buscando mis labios para tratar de calmarme, ganándose unos silbidos de burla de sus compañeros, lo cual me disgustó.
─ Y ¿Dónde me cambio? ─ Pregunté observando el lugar que indudablemente parecía un bosque donde nos habían dejado con todo un equipo de trabajo que al parecer cuidaban más que a ellos mismos.
─ Baños es lo que vas a conseguir aquí de ahora en adelante ─ indicó otra chica señalando los árboles.
─ Y cuando necesites algo más están las hojas ─ señaló la misma mujer que me había entregado las botas, enrojecí y ya no con preocupación sino con rabia
─  ¿Cómo era posible?  ¿En qué rayos estaba yo pensando cuando Michael me propuso  semejante estupidez?    ─ pensé inmediatamente.
─ Ya como que vienen los jeep ─ mencionó uno de los hombres escupiendo sobre la grama, levanté mi vista, pero ni vi, ni escuché  el andar de los vehículos. Michael, me observó con preocupación,  sabía que me estaba arrepintiendo. 
─ Te acompaño ─ mencionó Michael, tomando mi mano, alejándonos del grupo y guiándome hacia un gran árbol fuera de la visión de todos ellos, él mismo comenzó a despojarme de mi ropa.
─ Cuando lleguemos ya verás que no es tan malo, indicó observando mi cuerpo en ropa interior, pasó sus dedos por mis pezones que se notaban a través de la tela transparente del brassier, llevó su boca a mis labios buscando la unión de nuestras lenguas, abrí mis ojos observando los alrededores.
─ Están alejados de nosotros ─ musitó colando sus dedos entre mi panty y hundiendo dos de ellos en mi interior.
─ Michael ─ intenté protestar un poco nerviosa por la situación del momento, pero su boca volvió a mis labios, apoderándose completamente de la mía. Su lengua se movía con insistencia saboreándome completamente, buscando que me dejase llevar tanto como él lo deseaba. Con su mano libre bajó el cierre de su pantalón sacando su miembro en erección, sus dedos salieron de mi vagina para ser reemplazados por su miembro, haciendo que mi espalda descansara sobre el árbol.  Jadeó en mi oído con la primera estocada, mientras su boca descendía hasta posesionarse de uno de mis pechos que había sido descubierto del brassier, todo era tan extraño y placentero al mismo tiempo. Sus estocadas se hicieron más profundas y mis movimientos se unieron a los suyos, mordí mis labios tratando de opacar mis gemidos, sentía el orgasmo cerca, pero no llegaba, el solo pensar en el lugar y que cerca habían personas, no me dejaban concentrarme.

─ Déjate llevar, Abigail. ─  Susurró llevando nuevamente sus dedos a mi clítoris, mientras sus caderas se movían con fuerza sobre las mías, cerré mis ojos buscando sus labios, tratando de olvidarme de todos y siguiendo el movimiento que necesitaban nuestras entrepiernas, nuestros besos ahogaron los gemidos y los jadeos,  ambos sucumbimos en ese  placer que necesitábamos,   hundí mi rostro en su cuello tratando de calmar la respiración. Michael, guardó su miembro, levantó mi cara y besó ligeramente mis labios, tomó el pantalón kaki y comenzó a colocármelo y luego procedió con las botas que cubrían  hasta los gemelos de mis piernas  dejando parte del pantalón holgado dentro de ellas, luego fue el turno de una espantosa camisa que en realidad era de una tela fresca y mucho menos calurosa que la que yo tenía colocada anteriormente, me dio como complemento una gorra y una cantimplora de agua, me sentí lista para firmar una película de Indiana Jones.

MEMORIAS DE MI HERMANA Y YODonde viven las historias. Descúbrelo ahora