CAPITULO 19 ¿QUÉ SABES ABIGAIL?

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Jordan McCarthy.

Entre besos nos despojamos de nuestras ropas, sonreí al verle uno de los conjuntos de lencería que le había comprado y que encajaban perfectos en su cuerpo. Sentí mi erección al dolor  solo con esa imagen, pero el deleite de desprenderla con fuerza de su cuerpo no me lo perdería.

─ Jordan,  cielo.  No traje más ropa interior ─  susurró observándome cuando los encajes de su panty quedaron en dos porciones de tela en mis manos.
─ ¡Ummm!  Entonces por todo el camino de regreso podré irte tocando ─  sonreí lanzando al suelo alfombrado los dos pedazos de tela rasgados.
─ ¿A riesgos de accidentes de tránsito? ─ Musitó buscando mis labios los cuales correspondí con desesperación apoderándome de su lengua, mientras comenzábamos un baile frenético con ella. La mano de Ivanna, se fue a mi miembro eréctil, para masajearlo en un suave vaivén; mientras mis dedos se apoderaban de su clítoris.
─ ¡Ahsssss! ─ Ese sonido tan enloquecedor que emitían sus labios.
─ Te quiero, Ivanna. ─  Susurré en su cuello.
─ Yo también, cielo. ─ Susurró.  La levanté entre mis brazos y nos fuimos a la cama, lamí sus pechos con desesperación, mordisquee sus pezones, mientras masajeaba sus pechos, los succioné con deleite; necesitaba tanto de ella que no podía contener el deseo de poseerla.

Con desesperación por probarla llegué a su vagina, hundí mi lengua en su profundidad saboreándola completamente, haciéndole el amor con la lengua. Chupé sus labios vaginales y los mordisquee, sus sonoros gemidos llenaban la habitación, para después apoderarme de su clítoris hermosamente hinchado y lubricado con sus fluidos y la humedad de mi lengua y su grito de liberación fue lo más delicioso que había escuchado en todos estos días.

Me levanté llegando a sus labios para morderlos y chuparlos mientras rodeaba mi cuello con sus piernas y la penetraba en esa posición tan sexualmente ardiente y posesiva. Sentía el chocar de sus glúteos y su vagina en el suelo de mi miembro mientras la embestía con fuerza. Los gemidos, los gritos y los jadeos de ambos, no se hicieron esperar.

Ambos nos deseábamos y necesitábamos, chocábamos nuestras caderas, embestíamos con fuerza, gritábamos nuestros nombres, mordíamos nuestros cuerpos y la liberación de ambos llegó con sus fluidos ardientes y mi semen caliente, ambos desbordando de nuestro interior. Giré mi cuerpo acomodándome sobre la cama rodeando totalmente a Ivanna y acomodándola sobre mi pecho mientras nuestros cuerpos se calmaban.
 
─ Tengo miedo, Jordan. ─ Siseó y sus lágrimas comenzaron a rodar por sus mejillas llenando mi pecho, allí me di cuenta cuanta falta nos hacemos ambos.
─ Todo va salir bien, cielo. La cirugía será un éxito, Ivanna.  ─ Le animé apoyándola.
─ No soportaría perderlo también a él, primero mi hermana que muere en un repentino accidente y ahora mi padre con cáncer. ─ Mencionó con angustia y no podía detener su llanto, necesitaba que se desahogara, quizás todo este tiempo conteniendo su temor, para parecer una mujer fuerte ante sus padres y su pequeña sobrina la estaba afectando más de lo que pensaba.
─ Yo, también te he necesitado tanto, Ivanna. ─ Le aseguré tratando de sacarla de la angustia de su padre. 
─ Lo sé, cielo. El enfrentamiento de tú padre y tú abuela, fue muy difícil. No sabes cuanto desee estar aquí contigo ─ aseguró y no pude evitar que unas lágrimas también comenzaran a desbordarse.
─ Nunca pensé que fuesen tan oscuros, tan mal intencionados y hay demasiada maldad y odio en ellos ─ mencioné con rabia, dolor y pesar al mismo tiempo.
─ Tú, saliste como Hailey, cielo. Heredaste sus genes, su buen corazón ─ alegó,  sonreí con esa declaración. Lo que menos deseo en esta vida es parecerme a mi padre biológico y a mi abuela, aunque físicamente era la imagen de él.

Tomé las nueces y comenzamos a disfrutar de ellas, así como las almendras y las uvas; tal y como lo hicimos en su primera vez.

─ Ivanna, ¿Maximiliano no ha intentado aclarar contigo lo de esa noche con tú hermana? ─ Pregunté y ella tomó una respiración profunda, seguía acariciando mi pecho.
─ Él, insiste que ella lo engañó esa noche, haciéndose pasar por mí ─ susurró.
─ ¿Y tú sigues pensando lo mismo? ─ Pregunté y volvió a suspirar.
─ No había forma de que nos confundiera, Jordan. Él, mejor que nadie podía diferenciarnos a distancia.

MEMORIAS DE MI HERMANA Y YODonde viven las historias. Descúbrelo ahora