CAPITULO 52 EXTRA: VARIOS PERSONAJES

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Vacaciones  en  Miami. Parte I. (Recuerdos Adolescentes)

*********Valerie********

─  Es hora de ir de compras dile a Gianna, que se levante o voy y le lanzó una cubeta de agua helada, ─  amenazo a Ivanna, antes de cortar la llamada.

Luego camino por el pasillo para sacar a mi hermano de la cama también, tiento las paredes entre la oscuridad buscando el encendedor hasta conseguirlo, lo presiono y de pronto hágase la  luz.

Escucho el sonido de sus ronquidos, su cara de estúpido feliz me dice que está soñando con Ivanna, levanto la corneta entre mis manos llevándola a mi boca y la sueno con todas mis fuerzas. El ruido sale asemejándose a la corneta de un ejército para levantar a sus soldados, mi hermano salta asustado de la cama, abriendo desorientado sus ojos de par en par; suelto una tremenda carcajada. Sus ojos me visualizan con rabia al darse cuenta lo que ha sucedido.
─  ¿Valerie te has vuelto loca?  ─  Se queja con rabia, limpiando sus ojos.
─  Ya todos estamos listo, ─  le digo caminando por su dormitorio para desplegar las cortinas y que entrara la claridad del día.
─  ¿Listos para qué? y ¿Quiénes? ─ Preguntó lanzándose nuevamente a la cama y tapando su cabeza con la almohada.
─  Para las compras de nuestro viaje vacacional. Ivanna, Gianna y por supuesto que esta  hermosa princesa. ─  respondo.
─ Los trajes de baño los podemos comprar en Miami, ve a dormir y deja de molestar cansona, ─  chilló dando la vuelta en la cama abrazando su almohada.
─  Bueno le diré a Ivanna, que tú no nos acompañarás, después no te quejes de que Gianna y yo, le compremos trajes de baño demasiado sexys y ropa muy ajustada y pequeña, ─  mencioné con una risilla saliendo de su alcoba, bajé las escaleras.
─  Buenos días, padres. ─   Saludé ingresando en la cocina y besando la mejilla de cada uno.
─  Cariño ¿Ya estás levantada?  ─  Sonrió mi madre acercándome un tazón para los cereales.
─  Quedamos en hacer hoy las compras para las vacaciones ─  musité.
─  Tesoro no hay prisa, tienen dos semanas para hacerlas,  ─  mencionó  mi padre, culminando su desayuno.
─  Ya sabes que no me gusta dejar todo para última hora papi, ─  mencioné colocando los cereales en el tazón para desayunar.
─  Está bien, ¿Tienes suficiente dinero? ─  Preguntó mi padre.
─  Creo que sí, cualquier cosa paso la tarjeta de crédito y les aviso, ─  le aseguré.
─  Bueno es hora de partir,  el hospital me espera, ─ se despidió mi padre de ambas besando mi frente y los labios de mi madre.
─  Cuídate amor, ─  le dijo mi madre antes de abandonar la cocina. Culminé mi cereal y mi jugo.
─ Buenos días, ─  saludó Maximiliano, besando la frente de ambas, solté una risilla disimulada al ver que ya estaba listo para acompañarnos.
─  Buenos días, cariño. ─  Respondió nuestra madre colocándole a él también un tazón para cereales.
─  Veo que los dos se cayeron de la cama, ─  bromeó un poco  mi madre.
─  A mí más bien me tumbaron de la cama, ─  mencionó Maximiliano, con amargura, mi madre sonrió disimuladamente.
─  Es mejor eso que la cubeta de agua fría, ─  le dije besando su mejilla.
─  Te espero en la casa de Ethan, ─  le mencioné a mí hermano tomando mi bolso.
─  Nos vemos luego mami, ─  me despedí besando su mejilla; caminé las dos cuadras de distancia que había de separación, toqué  el timbre y unos minutos después Ethan, abrió la puerta.
─  ¿Las chicas están listas? ─  Le pregunté besando su mejilla, pasando por un lado e ingresando a la casa de las gemelas.
─  Buenos días, ─  sonrió Ethan.
─  ¡Oh! buenos días, ─  le respondí con una risilla haciendo un puchero por mi olvidadizo saludo. Ethan, soltó otra risilla.
─  Están en la cocina, cariño. ─  respondió el hombre sonriente todavía, crucé la sala ingresando a la cocina. Gianna, fue la primera en verme, haciendo su tazón de cereales a un lado.
─  Muero por ir de compras, pero, ¿Por qué a ésta hora? ─  Se quejó acomodando su cabeza en la Isla de la cocina. Ivanna, rodó los ojos con la queja de su hermana.
─  Porque no deseo que nos tome la noche en el centro comercial, ─  le respondí en son de burla.
─  ¿Maximiliano? ─  Preguntó Ivanna y esta vez fue Gianna, la que rodó  los ojos.
─  Ya viene, quedó desayunando, ─  le informé
─  ¿Ya desayunaste? ─  Preguntó la rubia de mi cuñada, ambas vestían igual y eran idénticas, pero sabía perfectamente quien era quien. Ivanna, con sus famosos bucles y sus cintas en el cabello recogiéndolo en una coleta, un brillo labial y su ropa holgada. Gianna, con el cabello tan lacio, demasiado maquillaje en su rostro y la ropa tan apretada que parece que las tetas le quieren reventar la blusa y los pantalones le coagulan la sangre, pero no solo eso,  un lunar en su rostro hace la diferencia entre ambas y la forma gestual y su habla es muy diferente.  A Maximiliano y a mí, no se nos hace difícil diferenciarlas ya que lo hacemos con gran destreza, para los dos sería imposible confundirlas.
─  Ya lo hice gracias por la invitación, ─  le informé observándola recoger de la Isla de la cocina los tazones y llevarlos al lavaplatos, el timbre volvió a sonar.
─  Llegó Maximiliano, ─  mencionó Gianna, levantando su cabeza del mesón.
─  Buenos días, ─  saludó mi hermano ingresando a la cocina y caminando el corto espacio hasta llegar al lado de Ivanna y comerse sus labios.
─  Buenos días, Maxi. ─   Le respondió Gianna, con el diminutivo de su nombre que le había colocado Ivanna.
─  Si ya estamos listos vamos partiendo, ─  les dije a los dos besucones antes de que se acomodaran y perdiéramos más tiempo. Nos despedimos de Ethan, caminamos unas cuadras hasta llegar a la parada del transporte público.
─  ¿Por qué no tomamos un taxi?  ─  Se quejó Maximiliano.
─  El transporte público está bien, lo que tengas pensado gastar en el taxi mejor me lo das y así completo para comprar otro traje de baño, ─  le dije extendiendo mi mano. Maximiliano, rodó  los ojos y las gemelas soltaron una risilla. El autobús se estacionó en la parada, los cuatro nos subimos a él. Maximiliano, acercó el cuerpo de Ivanna, a él, para que nadie la estuviese tropezando ni manoseando.
─  Y a mí que me parta un rayo, que todos vengan y me manoseen, que me den un tropezón, que me saquen por la ventana, ─  me quejé  en son de burla.
─  Tú quisiste el transporte público, así que aguántate, ─  soltó Maximiliano, con obstinación, todavía no conocía al hombre que le gustara el shopping y mi hermano, solo venía a ser de macho posesivo con su novia, nada le enfurecía más que Ivanna, estuviese medio desnuda en las playas de Miami, lugar que nos encantaba visitar.
─ Ya llegamos, ─  mencionó Gianna, más emocionada que cuando llegué a su casa. La seguí haciendo lo mismo que ella, abriéndome campo entre la gente y chocando con otros para que me dieran campo.
─ A ésta hora el transporte público es una locura, todo el mundo va a su trabajo, ─  se quejó Ivanna, cuando llegó a nuestro lado.
─  Por poco y beso a una abuela en la boca, ─ se quejó Maximiliano.
─  Qué asco, ─  murmuró Gianna, arrugando la cara.
─  Vamos no te quejes tanto que le ibas a dar unos segundos de felicidad a la abuela de alguien, ─   le dije a mi hermano sacándole la lengua. Ivanna, se echó a reír abrazándolo, él posó sus labios sobre los de ella.
─  Hay ya con ustedes dos,  qué asco tan temprano y compartiendo saliva, ─  me quejé caminando hacia el centro comercial, cuando ellos dos sonrieron mirándose como estúpidos.
─  Que vestido tan hermoso, ─  mencionó Gianna, acercándose a una vitrina.
─  Vinimos por trajes de baño y ropa de playa para las vacaciones, no por vestidos de fiestas, ─  le dijo Ivanna, a su hermana.
─  Pero está hermoso podríamos comprarlo para la graduación, ─  siguió Gianna, insistiendo.
─  Si tienes el suficiente dinero cómprátelo tú, yo apenas tengo para comprar lo del viaje vacacional, ─  refutó Ivanna, pasando de largo por la vitrina y yo la seguí al igual que mi hermano. Sabía que Gianna, terminaría comprándose el hermoso vestido, aunque todavía no era la ocasión, ya que faltaban seis meses para la graduación y de aquí allá el vestido ya sería desechado por otro.
─ Estos me parecen bonitos, ─  mencionó Ivanna, señalando  en la vidriera  unos trajes de baño enterizo.
─  Son para ti, no para la abuela ─  me quejé  antes que Gianna, protestara y mi hermano detrás de ella, negando su selección demasiado escandalosa para nuestros gustos. 
─  A mí me parece que están bien, ─  dijo Maximiliano.
─  Cállate que tú no los vas usar, ─  le reprochó Gianna.
─  Yo no usaré un traje de baño de vieja, ─  se quejó Gianna.
─  Y ¿Por qué razón tienen que estar iguales? Cómprate otro modelo para ti y listo, ─  le dijo mi hermano y ya comenzábamos con las discusiones.
─ Porque somos hermanas gemelas y siempre hemos vestido así, antes eso a ti no te importaba para nada, últimamente protestas por todo su vestuario, quien rayos dijo que los novios salían a supervisar las compras de las novias, ─  se quejó Gianna, enfurecida.
─  Está bien,  vamos y nos probamos varios, ─  les dijo Ivanna, tratando de calmar a los dos. A mi hermano casi no le agrada la rubia de su cuñada cuando le lleva la contraria, hecho  que es muy a menudo.
─ Te queda bien, te ves hermosa, ─  le dijo mi hermano.
─  Es horrible ─   se quejó Gianna.
─  Creo que lo usó nuestra abuela hace más de cien años, ─  mencioné dándole tres juegos más de traje de baño a Ivanna, conduciéndola  al  probador nuevamente. 
─  Toma, ─  le dijo Gianna, metiendo la mano por el cortinaje para entregarle unos trajes de baño hermosos, pero que no dejaban nada a la imaginación.
─  Ivanna, desfiló los que le había dado, observándose con duda en el espejo cuerpo completo.
─  No lo sé, todavía estoy indecisa, ─  siseó mi cuñada con su visión fija en el espejo.
─  Me gustan más los que te pasé, ─  le dijo Gianna, observándola.
─ ¿Puedo ver? ─ Preguntó  Maximiliano.
─ Pasa, amor. ─  Le dijo tímidamente Ivanna, a su novio, observé a mi hermano pasando grueso y sus ojos brillaron,  el color azul a Ivanna, le quedaba perfecto, el traje de baño era de dos piezas, pero el cachetero y el brassier no eran muy reveladores.
─  Te ves hermosa, pero para público prefiero el anterior, ─   le dijo mi hermano.
─ Este te queda perfecto, lo llevaremos, ─   le dije antes que Maximiliano, la convenciera. Gianna, sacó a mi hermano del probador.
─  Pruébate éste, ─  le entregó Gianna, uno de los que ella había seleccionado y midiéndose ella el otro. Yo hice lo mismo aunque ya había decidido cuáles trajes de baño compraría.
─ Este definitivamente no lo compro, ─  chilló  Ivanna.
─ Ese es el que te queda hermoso, ─  protestó Gianna.
─  Es hermoso de eso no hay la menor duda, pero muy provocativo, ─ señalé yo, de verdad el traje de baño era hermoso, pero solo cubría los pezones en su parte superior, en la inferior un pequeño triangulito tapaba su intimidad y una fina tira se ocultaba por su trasero. Mi hermano ingresó esta vez al probador sin pedir permiso.  Ni Gianna, ni yo llamamos su atención, sus ojos solo se posaron en el cuerpo de su novia y si antes había tragado grueso ahora la estaba devorando.
─  Definitivamente no,  ─  Siseó él, sin poder pronunciar más palabra alguna y sin despegar los ojos de la gemela que era su novia.
─  Estoy de acuerdo contigo, amor. ─   Mencionó  Ivanna, con su piel enrojecida.
─  Salimos del almacén con dos trajes de baño cada una. Maximiliano, le regaló un hermoso Pareo a Ivanna, para que lo luciera en la playa, pero yo sé que su intención era cubrir los cacheteros de su novia a la cual convencimos para no comprar los trajes de baño de la abuela, y mi hermano la convenció de no comprar los hilos dentales que se esforzaba su gemela por convencerla.

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