Capítulo 23.

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Liz

Una semana después. 

—Mamá, estoy bien —le digo con irritable sarcasmo a Estela mientras se cerciora que me coma mi desayuno nutritivo al que le arrugo la cara pero me lo como porque se esforzó en la  preparación de esta avena con frutas y proteína de chocolate.

—El médico dijo que nesecitabas estar tranquila, no deberías ir… —sugiere.

—Tengo que, no te imaginas las ganas que tengo de exponerlo a él y a la señora esa.

—¿Te puedo acompañar? —me pregunta. 

—Porfavor… —le suplico. 

Ella sabe que no sólo voy a tener que ver a Blake después de lo que me hizo sino a Oliver, también. 

Ha venido casi todas las noches, muy tarde, pero le he dicho a Estela que le diga que no estoy o simplemente hicimos como que no había nadie, también he esquivado sus mensajes y llamadas atendiendo solamente las llamadas de mis papás quienes han estado pendiente de mi después de enterarse qué estuve en el hospital.

Se que no fue muy profesional de mi parte, pero aquella noche me debilité tanto que no tuve fuerzas para regresar y hacer como si nada hubiera pasado entre él y yo mientras veo como está con Fanny. 

FLASHBACK

Llego al punto que muestra mi teléfono y un restaurante de esos 5 estrellas se impone ante mí que soy un desastre con la blusa rota, descalza y seguramente todo el maquillaje corrido en la cara. 

Me pego al ventanal de vidrio transparente y mis ojos se inundaron aún más y mi corazón sufrió un tirón como si lo arrancarán de m cuerpo cuando veo que Fanny besa a Oliver en frente de su familia… 

Me volteo desorientada sin saber que hacer para contenerme.

—¿Liz? —mis oídos captan la voz de Ethan y trato de limpiar mi rostro. 

Él velozmente se saca su saco cuando mi pecho queda expuesto ante él en sujetador y me cubre. 

—¿Estás bien? —pregunta reparando mi estado y le niego con las piernas temblando. 

Un mareo me hace perder el equilibrio por completo hasta que todo pierde color a mi alrededor. 

Caigo en un sueño profundo del que despierto en la camilla del hospital con su típico olor qué me va enfermar más.

—¿Alguien abusó de ella? —pregunta Ethan al médico con un atisbo de preocupación.

—Quizás lo intentaron, pero no lo hicieron —le informa —ahora lo único que nos debería preocupar es la anemia que tiene, casi está desnutrida. 

—Está exagerando Doctor —respondo llamando la atención de los dos. 

—Gracias al cielo, Evans —suspira aliviado Ethan —¿Qué te pasó?. 

Inquiere. 

—Nada, ya lo dijo el doctor. 

—Bueno, por tu estado anímico yo no diría eso señoríta —me riñe —la voy a remetir con un nutricionista. 

Le asiento para que deje el sermón, aunque una revisión en mi alimentación no vendrá nada mal. Como foránea es lo que menos reparo y ahora estoy pagando las consecuencias.

—Mi teléfono…—pido y me pasan mi bolsa de donde lo saco y llamo a Estela para que me venga a sacar de aquí. 

Ella llega minutos después y se queda asombrada por mi compañía. 

Entre planosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora