Capítulo 35

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Liz

Estoy recogiendo mis cosas y guardandolas en la bolsa que me trajo mi amiga Estela quien se acaba de ir a sus clases, solo me trajo algo de ropa para cambiarme, ya que no aguantaba estar con la bata del hospital, y un poco de comida para reponer fuerzas.

Luzco un conjunto deportivo negro cubierto por una gran sudadera color durazno que me llega por debajo de los muslos. Todavía siento algo de dolor al respirar e hinchazón en la cara, pero con unos analgésicos y antiinflamatorios pasará según el doctor. 

Solo de recordar lo que pasó me hace humedecer los ojos, Blake es una bestia que jamás debí provocar. 

Creí que serían mis últimos momentos de vida, que moriría lejos de mi familia y jamás volvería a ver a mi Olí. 

Los ojos me arden queriendo botar más lágrimas solo de pensarlo. 

—¿Lista, amor? —mi novio me llama desde el umbral de la puerta y le asiento mientras se acerca lentamente —¿Puedo abrazarte?

Su consulta mientras limpias mis mejillas húmedas por las lágrimas que cayeron me toma por sorpresa.

—Claro que sí, cariño —le respondo y soy yo la que lo rodea de su cuello con mis brazos, quedo de puntillas ya que por obvias razones no estoy usando tacones. 

—Oliver, abrázame —le pido cuando siento muy esquivo su contacto pese a que fue él quien lo quiso. 

—Lo siento, es que no quiero lastimarte… 

Le niego con la cabeza. 

—Tus brazos jamás me lastimarán. 

Él por fin me rodea la cintura, aun con cuidado, y hunde su rostro en mi hombro. Lo confirmo, sus brazos son todo lo contrario a los de mi ex. Aquí me siento segura, me proporcionan calor aliviando el frío del aire acondicionado de la habitación y hasta un poco los dolores.

—Todo estará bien —le digo. 

—Si —susurra —ya todo estará bien, Elfa. 

—Me llevas a casa, por favor —le pido separándome y solo me da un asentimiento mientras agarra el bolso azul pequeño que se cruza en su espalda. 

—¿Liz? —detiene nuestra marcha antes de cruzar la puerta. 

—¿Si, mi adorado Mago? —inquiero. 

—Te quiero —las palabras se desvanecen en mis oídos y alteran mi respiración —Me gustas mucho, pero también te quiero y no sabes lo que daría por aliviarte todos esos golpes o ser yo el que cargue con el dolor que debes sentir. 

Me quedo como idiota mirándolo intentando no quebrarme. 

—Olí… —apenas logro articular mientras acuna mi cara en sus manos cálidas. 

—No tienes que responderme, solo no quería guardarmelo más —confiesa —Han sido las peores 24 horas de mi vida, pensando en que… no se que hubiera hecho si… 

Le siseo poniendo mi índice sobre sus labios, débilmente.  

—Yo también te quiero —admito, ignorando lo último, no voy a dañar el momento pensando en el que hubiera —creo que me has hechizado… —trato de sonreírle aunque eso provoque punzadas de dolor en mi rostro. 

—¿Prometes no decírselo a nadie? —le asiento y junta nuestros labios tan delicadamente que me permite saborear su boca —tengo una reputación que mantener. 

Le frunzo el cejo con desaprobación. 

—Quítame ese sello, Elfa —me rueda los ojos —Era una broma ¿acaso no viste la entrevista que hice contigo diciendo que eres mi bendita novia? 

Entre planosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora