Capítulo 29.

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Liz

Apenas llego a mi piso tomada de la mano de Luz, mis papás nos reciben con cara de pocos amigos...

—Buenos días, señores Evans —saluda Olíver, pero es ignorado. 

—Jovencita, tiene mucho que explicarnos… —riñe mamá.

La media sonrisa burlona que esboza Blake me irrita. 

—¿Qué les dijiste, imbécil? —le espeto.

—Nada, cosita —responde con clara mofa, pero mis padres ni en cuenta —sola la verdad, que estoy muy decepcionado porque me hayas dejado por tu jefe quien, para variar tenía novia… 

Mi madre niega con la cabeza con evidente desaprobación. 

—¿A eso te hemos mandado a estudiar? —cuestiona —para que te metas en relaciones ajenas ¿no te da vergüenza?. 

El pecho de me hunde al ver su cara juzgadora y la de papá. 

—Eso no es verdad, señora —interviene Olí. 

—Cállese y mejor deje en paz a mi hija que no necesita problemas —le responde mamá. 

—Escúchanos, mamá —le pido —todo lo que te haya dicho este imbécil está sacado de contexto. 

—¿Y que tengo que escuchar? —inquiere —¿como este señor te engatusó y caíste redondita con quien sabe que promesas?. 

—¡Mamá! —la riñe Luz —ya te dijo que las cosas no son como las planteó este tarado impotente. 

Oliver suelta a reírse cambiando si, cara de tragedia al igual que Estela quien había estado como estatua detrás de ellos. 

—¡Yo no soy impotente! —le gruñe Blake. 

—Ah, pero si un tarado —sigue Luz. 

—Basta, Blakec lárgate que no tienes nada que hacer aquí —le exijo. 

—Si, vete o te saco mucho peor de lo que dejé la última vez —le advierte Oli. 

—Lo ven, encima es un violento…. 

Él maldito de mi ex niega lastimero. 

—El único que se va a marchar es usted, señor —le dice mi papá al que era mi jefe, pero este en vez de hacerlo, me agarra la mano y entrelaza nuestros dedos sorprendiéndome. 

—Señores, no se que les habrá dicho este imbécil, pero si me dejan explicar que yo con su hija quiero algo enserio… 

—¿Enserio? —cuestiona Blake y tengo apretar el dorso de Oli para que no se le vaya encima —¿Convirtiéndola en tu amante?. 

Mis padres jadean escandalizados y maldigo al idiota ese. 

—¡Mi hija no es plato de segunda mesa! —chilla mamá realmente ofendida. 

—Y no lo soy, mamá —le aseguro. 

—Así es, señora Evans —concuerda Oli  —No se que me hizo su hija, pero caí redondo…

—Oh, ya me imagino lo que te hizo —se mofa Blake —y te entiendo, lo hace muy bien tal y como lo hizo en mi departamento hace unas semanas para rogarme que no te denunciara. 

Esta vez la fuerza de mi novio me rebasa y no puedo evitar que le de un puño, y otro más bajo las cara aterrorizada de mis padres. 

—¡En las bolas! —incita Luz.

—¡Ahora si te largas! —Olíver lo sigue empujando.

Papá intenta separarlos pero olí rápidamente y del cuello como si fuera un perro saca a Blake de mi piso y de la residencia. 

Entre planosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora