Capítulo 7.

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Liz

Me levanto muy aborchonada del regazo de mi jefe de un brinco que me deja a centímetros de él. 

Fanny llega al final de la escaleras donde se queda plantada mirando con suspicacia.

—¿Interrumpo algo? —inquiere mientras Oliver no me deja de mirar y ya quisiera yo que me tragara la tierra y me escupiera en el mundo mágico de Harry Potter o en Narnia. 

Sus ojos bailan entre los dos y la caja de pizza comenzada que reposa en una de las mesas para dibujar. 

—No, ya me iba —trato de irme, pero es él quien me detiene del brazo. 

—Estamos celebrando, si gustas te puedes unir —la invita. 

Genial, qué fantástica idea mago. 

—¿Exactamente qué celebramos? —Pregunta ella —¿un nuevo premio, cariño?. 

Se le acerca y se le cuelga del cuello.

—Si —esquiva el beso que le quiere dar —la señorita Evans ganó uno en su facultad. 

—¿Un premio universitario? —Bufa —ahora entiendo porque la pizza y la soda… 

Intenta disimular una sonrisita e intento contar hasta 10, pero creo que necesitaré más que eso para que me pase el coraje con esta tipa. 

—Si estás libre, mejor vamos a mi departamento… —le balbucea como si yo no estuviera presente y me asqueo de inmediato —Seguro tendremos mejores cosas que celebrar y con un buen vino, como se debe… 

Juguetea con los botones de su camisa  que están a la altura de su pecho y es demasiado para mi. 

En un impulso salgo corriendo sin detenerme y haciendo caso omiso al llamado del hombre que no puedo creer que estuve a nada de besar. 

—¡Liz, espera! —lo oigo, pero ya voy escaleras abajo lo más rápido que dan mis piernas. 

Camino por varias cuadras hasta llegar a una avenida donde tomo un taxi sintiendo que el aire que inhala mis pulmones no es suficiente. 

Le doy la dirección de mi residencia y solo veo más problemas cuando el jeep rojo de Blake está estacionado afuera. 

Me encamino a mi piso tratando de guardar la compostura. 

Apenas abrí la puerta el idiota ese está sentado en el sillón central mientras mi amiga Estela está en su escritorio organizando sus cosas, las mías ya están en su lugar y lo agradezco. Ahora en mi espacio luce el certificado que acabo de ganar. 

—¡Déjanos solos! —le pide él con la mandíbula tensa, sin mirarme. 

—Ni creas que me voy a ir de mi piso por ti, imbécil —le responde ella continuando con lo suyo —si te abrí fue porque casi me tumbas la puerta. 

Se queja y no puedo creerlo.

—Blake, el único que tiene que irse de aquí eres tú —le señalo la puerta abierta. 

Él se levanta del mueble con la peor cara de enojado que le he visto haciéndome retroceder. 

—¿Cuál era tu puta necesidad de humillarme delante de mis amigos y de ese muñequito de pastel? —me reprocha acortando bruscamente el espacio entre nosotros. 

—Pues la misma que tú tuviste para engañarme con tu maldita profesora… —lo acuso con mi dedo índice. 

—Cariño —su semblante cambia drásticamente buscando una caricia que no permito esquivando su mano —ya te expliqué que solo fue para pasar la materia, pero que no importó… 

Entre planosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora