Capítulo 26.

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Oliver.

Jugueteo sin hambre con mi ensalada de frutas mientras las risas de Liz y Eric se hacen más fuertes y ni siquiera se de que se ríen porque no han dicho nada gracioso.  

—¿Será que pueden reírse más bajo? —les pido irritado —es que ya me dio jaqueca. 

Ellos se quedan pasmados de golpe. 

—Oh, cariño ya te pido una aspirina —Fanny me soba la pierna. 

—No hace falta, solo me iré a recostar un rato —le respondo alzándome de mi puesto —que les aproveche el día. 

Les ironizo, sobretodo a la potencial pareja que tengo al frente. 

—Ok, te acompaño —la rubia se levanta —compermiso. 

Quisiera estar solo, pero no estoy de ánimo para discutir con ella así que dejó qué me tome la mano para dirigirnos a nuestra habitación. 

Salimos del jardín y cruzamos el pasillo hasta llegar a la puerta. Ingresamos al cuarto y me arremango las muñequeras de mi camisa, me saco los zapatos y me echo en la cama para tratar de olvidarme del imbécil que acecha a mi asistente y de ella quien parece estar tan a gusto con su cortejo. 

De reojo veo como Fanny se despunta su Short y se sa seca su camisa quedando solo en ropa interior de encaje negro. 

Se acerca a mi con la sensualidad que la caracteriza, pero no provoca nada en mi cuando se me trepa encima acariciando mis abdominales. 

—Estás muy estresado —siguen con el coqueteo que lejos de relajarme o excitarme me molesta. 

Creo que el término correcto es frustrado, estoy frustrado por no poder estar con Liz y tener que serle indiferente aguantándome las tentaciones de tocarla o besarla en la oficina para no ocasionarle problemas ni incomodarla poniéndola en la posición de la otra… 

—Basta… —farfullo evitando que Fanny pegue sus labios a los míos. 

—¿Hasta cuando me vas a castigar? —se tira a un lado resignada. 

—No te estoy castigando, solo no quiero estar contigo —cierro los ojos y solo siento como se levantan con furia de la cama. 

—Eres un idiota —la escucho reprochar a la vez que se vuelve a vestir —voy a estar en el jardín, por si te animas a salir conmigo. 

Me avisa, pero yo me quedo allí en un silencio que se ve interrumpido cuando como una hora después alguien toca la puerta, para variar a mi "novia" se le olvidó la llave. 

De mala gana me paro a abrir y todo mi cuerpo se tensa cuando me percato que quien tocaba era Liz. 

Me desvía la mirada sosteniendo una carpeta en sus manos. 

—Disculpa molestarlo, pero necesito que me firme estos papeles. 

Recibo la carpeta y reviso los permisos y las nuevas cláusulas de la construcción que tenemos con Hall. 

—Que bueno que hayas tenido un tiempo para el trabajo pese a tu cita… —le arrebato el bolígrafo que saca del bolsillo de su gabardina. 

—Oh si, como dijo su novia no todo es trabajo señor —su sarcasmo me irrita más —y la estoy pasando muy bien con el joven Hall. 

—No me provoques, Liz —advierto mirándola fijamente y no se que ve en mis ojos, pero los suyos se expanden sorprendida —hasta ahora me he contenido porque te respeto, pero si me llego a enterar que te puso las manos encima borraré cada maldito toque suyo de tu cuerpo con el mio. 

Entre planosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora