Capítulo 25.

1.2K 101 6
                                    

Liz.

La semana se me pasó rápido. En la oficina me he tenido que tragar todos los insultos qué tengo en contra de Fanny por lo que le está haciendo a Oliver. 

Entiendo que esté enamorada, pero ¿chantajearlo con su empresa para que este con ella? Es que ya ni las villanas de las telenovelas usan esas bajas tácticas. 

Evans, mi café —chilla mi tormento por el intercomunicador. 

—Enseguida —gruño dejando el papeleo qué estaba haciendo para ir por su bendita taza de café. 

Una vez que sale de la máquina, lo sirvo y lo endulzo, luego me dirijo a la oficina principal. 

Sin tocar entro y le dejo lo que pidió en el escritorio. Agradezco que Oliver no esté porque estaría sentada en sus piernas comiéndoselo a besos ocasionando qué mi bilis se eleve sin poder reclamar nada. 

—Está asqueroso —se queja como siempre cuando le da un sorbo. 

—Si no le gusta el café qué le preparo entonces no se porque me lo sigue pidiendo a mi en lugar de irselo a preparar usted misma. 

Me atrevo a responderle. 

—Que insolencia —se burla —lo hago para que te quede claro cual es tu lugar en esta empresa. 

—oh, qué considerada pero yo si se cual es mi lugar aquí —le refuto —y ser su sirvienta personal no lo es. 

No solo me pide café, sino también qué le limpie su espacio o le ordene sus cosas como si por hacerlo ella se le caerían sus uñas acrílicas rojas. 

La he aguantado para no ocasionarle más problemas a Olí. 

Sigue sonriendo con superioridad mientras me rodea. 

—Mañana viajamos, espero que te mantengas alejada de mi novio —me advierte —no quiero ningún tipo de acercamiento ¿entiendes?. 

—Si, claro —me mofo descaradamente —pero no entiendo cual es su miedo, él la eligió a usted o ¿acaso no confía en su novio? —sigo arremetiendo y ya apreta la mandíbula —o ya sé, en la que no confía es en mi ¿verdad?. 

—Exacto, jamás confiaría en una arribista como tú que solo le ha traído problemas. 

Me reprocha y ahora la qué tensa mandíbula soy yo. 

—Mire, no me quiera dar un poder qué disfrutaría mucho ejercer sobre usted por el gran privilegio de su inseguridad —le advierto. 

—¿Insegura, yo, de ti? —suelta a reírse —no sueñes tanto, mujercita. 

¿Enserio me acaba de llamar mujercita?. 

—Si no es así entonces no me ataque qué no soy su enemiga y con su novio no pasó nada… 

La última afirmación me hace querer vomitar o quizás sea el asqueroso desayuno qué me obligó a comer Estela para aumentar mi hierro.

—Está bien, confiaré en la cuestionable dignidad qué alegas tener y en que no te rebajaras en ser la otra… 

—Tenga por seguro que será así, compermiso. 

Salgo de allí cuestionando si realmente podré con todo esto, lo he soportado. Verlos juntos, pero no se cuanto más podrá hacerlo por que si, me mata la idea de él este con ella, pero más me mata el hecho que él está atrapado y que no puedo hacer nada al respecto cuando ya cedió al chantaje. 

Por un lado lo entiendo, esta empresa es su vida, pero por el otro no creo que valga la pena estar con una mujer que se supone y no quieres. 

O quizás y si, si la quiere porque no lo he visto tan incómodo sabiendo guardar su distancia conmigo. 

Entre planosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora