Capítulo 22.

2.1K 144 3
                                        

Oliver.

El padre de Fanny me fulmina con la mirada mientras ella se aferra a mi brazo.

Mis padre se ven emocionados, pero no mi hermano mientras yo solo quiero huir de aquí e irme a Narnia.

—¡Ya era hora! —celebra mamá —justo anoche pensé que este muchacho jamás sentaría cabeza. 

—Queríamos darles una sorpresa —contesta Fanny —¿verdad, amor?. 

¿Amor?. 

Cómo puede utilizar esa palabra, el amor no se obliga. 

Le asiento hipócritamente. 

—Princesa, si tú eres feliz yo también lo soy —dice el Señor Sanders brindando con su copa de champagne —Salud por los novios. 

—Estoy muy contenta —mi ahora formal novia me besa los labios. 

—Lastima que no se pueda decir lo mismo de él —masculla mi hermano. 

—¡Ethan! —lo riñe madre. 

—Compermiso… —se levanta de la mesa y muero por hacer lo mismo —necesito un poco de aire fresco. 

Se qué no está de acuerdo con esta locura, ¿pero que más podría hacer?. 

No le iba entregar mi trabajo en bandeja de plata a alguien en la que pensé que podría confiar, mejor dicho, en quien confíe a ciegas. 

Que estúpido fui. 

FLASHBACK 

—Escúchame bien, Oliver Moore —espeta mi socia —si tú no formalizas esta noche conmigo te puedo jurar que te olvidas de esta empresa… 

Mi cejo se arruga con confusión. 

—¿Te acuerdas cuando firmaste con papá la sociedad? —rememoro el día que en efecto firmé con su padre y firmé sin revisar nada porque ella me dijo que estaba todo en orden… 

—Bien, no sólo me nombra socia mayoritaria con sus acciones y las mías sino que podemos disponer de las tuyas y venderlas… —explica dejándome más confundido —hay una cláusula en la que accedes a eso y ya me estoy cansando de tus desaires y tus aventuras.

Carajo

—Eso no puede ser… —río con sarcasmo.

—Lo es cariño, así que…

—¿Como pudiste? —le reprocho —yo confiaba en ti. 

—Que pena, pero ni mi papá ni yo vamos a perder —Niego con claro disgusto —Tú decides. 

—¿Qué carajos esperas de mi? —cuestiono frustrado.

—Ya te lo dije, que formalicemos —se me acerca y engancha del cuello —para que ya no andes de mujeriego con cuenta zorra se te ofrezca. 

La aparto.

—¿Eres consiente de lo que haces y dices? —le cuestiono incrédulo que de verdad este haciendo esto.

Asiente. 

—Eso es a lo que me has obligado —me hace un puchero —pero te prometo que conmigo será suficiente… 

—No se trata de si eres o no suficiente para mi —alego —sino que yo no estoy enamorado de ti y lo tuyo ya es un obsesión, esto no va a funcionar.

Advierto, aunque dudo que lo entienda.

—Al menos lo intentaremos —insiste —ya sabes, me avisas cual es tu decisión para hablar con mis padres y mis suegros. 

Entre planosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora