Capítulo 10.

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Oliver.

Pedimos la carta, pero no puedo dejar de mirar hacia la entrada y me sorprende solo ver ingresar a Fanny que viene con su cartera Gucci y su café matutino.

—¿Y Liz? —la pregunta sale antes de que termine de llegar haciendo que me enarque una ceja. 

—No nos acompañará, tuvo un pequeño accidente con su ropa —trata de disimular la sonrisa traviesa bajo su mano —¿Oliver?. 

Mis pies se mueven solos, no se de donde sale este impulso ignorado el llamado de mi socia. 

Salgo y me alivia verla recostada en la pared esperando no se que. 

—Liz ¿que estas haciendo allí? —le pregunto mientras me acerco. 

—¿Ahora si me tutea? —le enarco una ceja.

Se despega del concreto mostrándome una vista privilegiada de su trasero que disfruto, pero no con morbosidad ni deseo sino con diversión sin poder evitar una risita al ver la mancha café que empaña el blanco de su vestido. 

—¡No es divertido! —me gruñe. 

—Oye, no se ven tan mal… —intento no volver a reírme. 

—Deja de ver mi retaguardia —se queja cuando mis ojos vuelven allí —no puedo entrar así. 

—Liz, pero esto también fue gracias a ti así que sería injusto que no partícipes de la firma del contrato —le alego. 

—Se lo agradezco señor, pero será mejor que entre y no haga esperar a sus clientes. 

Le ruedo los ojos y de pronto una idea ilumina mi cabeza. Me empiezo a desabrochar los botones de mi saco y sus ojos se expanden. 

—¿Pero que está haciendo?. 

—Te va a quedar un poco grande pero cubrirá la mancha —termino de sacarme la prenda. 

—No es necesario… —lo rechaza cuando se lo estiro. 

—Querida elfa, no quiero discutir contigo —le hago una mueca de desaprobación. 

Lo termina agarrando y se lo pone. En efecto le queda grande pero ella se lo ajusta desde las mangas y el largo en efecto le cubre su… la divertida mancha. 

Encaja los botones y luce como toda una empresaria cuando se acomoda su bolsa negra de tirantes plateados. 

No puedo evitar recorrerla de arriba a abajo con los ojos apreciando lo bien que se le ve mi ropa. 

—Vamos —le ofrezco mi mano —vamos… 

Insisto y la toma. 

Regresamos y el valet parking nos abre la puerta, toda la atención se centra en nosotros con los ojos de todos los demás visitantes y empleados siguiéndonos hasta que llegamos a nuestra mesa. 

—Señorita Evans, pensé que no nos acompañaría… —cuestiona Hall. 

—Tuve un pequeño contratiempo con mi ropa —responde ella —espero que no haberlos hecho esperar mucho. 

—Descuide, recién vamos a ordenar—me informa —permítame decirle que lucen muy bien combinados. 

Ella suelta una risita y le separo una de las sillas del comedor para que se siente, hago lo mismo en el puesto que esta a su lado. 

—Creo que deberemos contemplar un uniforme… —comenta Fanny con evidente sarcasmo. 

El camarero viene y nos da la carta, recibe el pedido y se marcha. 

—Bien, firmemos antes de que llegue la comida —continúa notablemente tensa una Fanny quien saca de mi maletín el contrato.

Hall saca del bolsillo una pluma negra con borde dorados y empieza a leer el contrato. 

—Excelente —plasma su firma en la hoja al igual que su compañero y mi socia que lo hace con algo de brusquedad. 

—Por un gran trabajo —brindamos con la copas de vino tinto que uno de los meseros descorcha y sirve.

Nuestras copas chocan para luego concretar los detalles, este proyecto es muy importante para la empresa pues será una multinacional que nos atraerá más clientes. 

—No hay duda que tendrá un gran futuro en la arquitectura, señorita Evans —le augura Hall a Liz y ella se sonroja. 

—Gracias, señor —le responde.

—La verdad, a mi también me ha sorprendido —admito —pero por algo la elegimos como nuestra pasante… 

—Pues desde ya te digo que si no la asocias otra empresa te la puede ganar… 

Suelto una risita mientras clavo mi mirada en ella que se ha vuelto poner más roja mientras se empina su copa de vino. 

—Bueno, vamos poco a poco… —contesto —Aunque lo que he visto hasta ahora, me ha gustado… 

Y demasiado, para mi desgracia…

La comida llega y el olor a albóndigas con salsa de mostaza invade el ambiente. 

Me sorprende el nivel de socialización de Liz con los clientes, es espontánea, sin posturas pero cosa que parece agradarle más a ellos que no paran de reír con sus experiencias de la universidad. 

—Pues no hay duda que ingresaste al mejor lugar para catapultar tu carrera. 

—Si, estoy muy agradecida por la oportunidad con mi amo… 

—Chiste privado —bufo de inmediato y ella solo se burla más. 

Terminamos el almuerzo, Liz guarda los contratos y los clientes se levantan. 

—Muchas gracias por el almuerzo y por su impecable trabajo —se despide Hall. 

—A ustedes por preferirnos —me gana en responder mi asistente. 

Al ver que desaparecen por la puerta ella se me engancha del cuello y me agita emocionada tomándome por sorpresa, mis manos por inercia se aferran a su cintura. 

—Ay, lo siento —se apartó dejando a centímetros nuestros rostros. 

—Demasiada emoción, señorita Evans… —Sonrio como un estúpido sin poder soltarla. 

Pero un carraspeo me hace quitarle las manos encima. 

—¿Nos vamos? —pregunta Fanny. 

—Si, nos vemos en la oficina —tomo de la mano a Liz y sin mas salimos también del restaurante. 

Puedo ver como mi socia apretó los labios pero no estoy para sus celos ahora, no cuando yo estoy lidiando con el hecho de que mi mente no ha parado de maquinar todo el viaje una excusa para evitar que Liz vaya a su dichosa cita, pero sería ridículo. 

Tengo que aceptarlo y punto. 

Nos subimos a mí auto y nos trasladamos a la oficina. 

—Necesito que junto a Margareth te ocupes de los permisos para la construcción y te contactes personalmente con el ingeniero de muestra confianza —le demando estacionandome. 

Ella me asintió bajandose del carro. 

—Ah y Liz… —la hago detenerse antes de entrar a la empresa —Si soy persistente, pero tengo mi límite y una chica con novio lo es. 

Me enarca una ceja y solo niego con diversión mientras entro.







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