Willom.
Desde que desperté espero con ansias su regreso. Sera posible ¿Qué se haya marchado sin mí? Tampoco comprendo su actitud.
Primero hace todo lo que tiene al alcance de sus manos para estar cerca mío, pero se va cuando hay demasiada confusión.
Alguien golpea en la puerta sacándome de mis profundas reflexiones con sabor a amargura.
-Esto es para usted - dice el chico vestido de rojo depositando una nota en mi mano y una bolsa.
-Gracias ¿Ha visto al señor Aedus Lennox Taylor? - la pregunta salió de mi boca ansiosa por conocer su paradero.
-Ya se fue - atina a decir yéndose por el pasillo.
Una punzada de decepción atravesó en mi alma, corazón y mi cuerpo desprovisto de abrigo.
Cerré la puerta con solo un impulso. Sentándome en el sofá individual coloque mis rodillas a la altura de mi cara para abrazarlas perdiéndome en el llanto que ya no podía contener.
Después de una hora de estar divagando en mis pensamientos de su repentina ausencia, aunque todo iba bien. O eso creía ver yo. La realidad me ha golpeado bastante duro.
Con el dorso de mi mano seco las cuantiosas lágrimas que no pretender dejarme hasta que esté en mi casa. Cojo la bolsa y abriéndola, saco su contenido. Es ropa, rápidamente voy a vestirme para irme y olvidar de una vez una ilusión, que hacia latir con fuerza mi corazón, pero se quedó a medio camino.
Presiono el botón del ascensor esperando unos minutos para que me deposite en la planta baja. Deberé buscar un taxi porque prácticamente me han dejado varada aquí, salgo y un joven me intercepta.
-Señorita Brown - llega corriendo hasta mi - ese vehículo la llevara hasta casa - señala el auto negro aparcado en una de las plazas.
-Bien, gracias - la necesidad por desaparecer de este lugar me lleva a ser descortés.
No quiero que sienta lastima por mi estado deplorable. Imagino que mis ojos estarán rojos e hinchados de tanto llorar por ser una ilusa que cree en cuentos de hadas. O una idiota por mal interpretar las cosas, sin embargo, no tenía derecho de abandonarme como un trapo, el cual ya no le sirvo para nada.
El conductor me saluda, pero yo solo fuerzo una sonrisa que apenas se puede apreciar. Me enfrasco mirando por la ventana para no pensar en nada.
Realmente duele. Si esto era el principio de algo horrible ya no quiero averiguar el resto.
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Aedus.
El naufragio de mi abatido corazón ha decido frenar esto antes de comenzar. Las olas rugen su nombre esperando de que desista de una idea absurda, no enamorarme de la luz. Porque llevo viviendo en la oscuridad mucho tiempo, que una vela encendida al final del túnel es mi única esperanza.
Soy un tonto, idiota, imbécil y todos los calificativos que puedan encontrarse en un diccionario. Seguramente, en el futuro me arrepienta, pero el sentir dolor te lleva a apartarte de lo que más quieres solo para que ellos no sientan lo mismo que vos.
¿Es una justificación? Si lo es, porque cualquiera se atrevería a enfrentar sus demonios por amor. Sin embargo, yo soy cobarde.
La querré desde la penumbra de mi soledad, la cuidare desde las sombras e intentare olvidarla para no darles tormentos. No seré el cabrón que arruina su vida por un capricho del destino.
<Eres demasiado injusto contigo mismo> alardea mi conciencia. Puede que tenga razón, pero ya tomé una decisión.
"Dejarla ir" será lo mejor para ambos.
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El hombre de mis Fantasías (Completa)
Romance¿Se puede amar a una persona que solo aparece en tus fantasías? Muchos dirán que no, pero una mujer está a punto de experimentar una situación que parece un deja vu. Aunque no lo es en absoluto. Conoce a un hombre igualito a como ella se lo imagina...