Capítulo n°15: "Una advertencia dolorosa"."

34 10 0
                                    

Willom.

Si alguien dijera que debemos huir mis piernas no responderían porque es tanta la cercanía que nos separa con Aedus, que mi corazón ya se fue a pasear por alguna parte.

Sumado a eso estoy envuelta en una toalla frente a sus ojos hermosos que no dejan de recorrer todo mi cuerpo. Mi piel se ha vuelto de gallina hasta mis manos sudan de los nervios que estoy experimentando en su presencia.

- ¿Qué haces aquí...? - sonríe con malicia.

-Pues esta es mi casa - tuerce su boca ya que claramente le divierte la escena - Mmmm... llamé y como no respondía tuve que entrar...

-Esta... bien... - apreté con fuerza la tela cuando vi sus intenciones de acercarse y lo hizo.

-Dime, Willom - suspiro enredando su dedo índice en uno de mis rulos - ¿Qué pretendías entrando a trabajar a la empresa de mi padre? Porque yo no me creo tu cuento.

Conocerte a ti, mi conciencia era una traicionera.

Cordura, Willom. Es lo que necesitaba, pero se había esfumado también.

No podía despegar mis ojos de los suyo provocando oleadas de calor que asfixiaban.

-Solo fui una reportera más...

¡Genial! En el momento que debía sonar segura estaba tiritando todo por la borda y a punto, de ser descubierta.

-Sigo esperando - enarco una ceja pasando su dedo pulgar por mi labio inferior y cerré los ojos estando perdida por su tacto.

Su cálido aliento rosaba mi cuello provocando que mis piernas flaquearan. Apoye la cabeza en la puerta del baño y él su mano, una sonrisa se dibujó en sus labios volviendo hablar.

-No sé qué es lo que tienes, pero... - dijo centrándose de nuevo en mi - me gusta lo que provocas en mi...

El sonido de su teléfono nos interrumpió cuando pensé que me besaría, sin embargo, lo agradezco porque iba a caer en su tentadora trampa.

Resbale por la madera hasta quedar sentada en el piso. El frío del mismo amortiguo el calor en mi cuerpo. Respire agitadamente estando sola dentro de la habitación que me parecía una hoguera.

Luego de unos minutos me vestí para irme definitivamente por ahí. Volver a casa no era una opción. Había olvidado el episodio con mi hermana que recordarlo me dio una sensación amarga.

Tendría que huir de Aedus ya que tampoco tengo ganas de hablar con él. No, después de lo que sucedió hace instantes.

Los pensamientos dan vueltas y medito cual es la mejor idea para escabullirme de sus garras.

Agarro todo lo que traje conmigo, aunque es nada. Solamente mi alma es la única compañera y seguirá siendo hasta que mi vida se apague.

Antes de abrir la puerta husmeo si él anda rondando el pasillo. Al estar segura salgo deslizándome por la escalera sin hacer el menor ruido posible. Pero como la tonta que soy, creí que no me descubriría sí que lo hizo.

Casi lo atropello cuando me doy la vuelta para cerciorarme de que no me seguía.

- ¿Cuál es la prisa? - cuestiona revolviéndose el pelo.

Y no puedo estar más enamorada de sus ojos. Son como dos luceros, mejor dicho, como dos aureolas de diferentes colores que pueden ofrecer la belleza que quieras ver.

-Creo que ya debo irme - suelto intentando esquivarlo - ya di demasiadas molestias.

-Bien, pero primero charlaremos y luego te vas.

El hombre de mis Fantasías (Completa)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora