Capítulo n°39: "Es una trampa".

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Aedus.

Sentir el agua fría acariciar la planta de mis pies es una sensación de paz que me abraza, no quiero soltarla tampoco irme de su lado. Mi sitio favorito, la playa y sus brazos.

¿Qué haríamos si tuviéramos la capacidad de detener el tiempo? ¿Disfrutaríamos de lo que tenemos o avanzarías sin percatarnos de ello?

Cuantas veces quise hacerlo. Tantas, quería que al cerrar mis ojos desapareciera la pesadilla en la que vivía. Quería olvidarla, odiarla, pero conseguí ahogarme yo mismo. Corregir errores o no cometerlos te salvaría de una tormenta catastrófica, sin embargo, la culpa se apodero de mí.

He vivido sin vivir. No iba hacia ninguna parte ni me detenía. Bloqueaba mi mente con alcohol, paseando entre las olas. Amo su silencio porque no te juzga te permite ser libre y naufragar en ella. Su agua te cobija ante tanta incertidumbre, miedo y angustia. Tus lágrimas se confunden con el agua cristalina es transparente muestra tu reflejo, te hundes, pero no hay peligro. Lo único que quieres es ser salvado. En medio de una penumbra encontré una mano de piel suave y chocolate, dispuesta a reparar el daño, pero yo no estaba dispuesto ni seguro que era lo correcto.

El precio de amar es ser lastimado. Yo lo hice, fue la peor experiencia y pagué un alto precio para olvidarla. Perderme a mí mismo.

No obstante, el destino es terco necio y se empeña de ponerte el camino correcto. A veces perdemos oportunidades por andar en puertas equivocadas, pero debo reconocer que Willom ha sido un ángel caído.

Su risa retumba en el espacio abierto. Corre a darse un chapuzón, la ola viene y se estrella en su cuerpo bañándola completamente. Grita al sentirla tan helada, pero comienza a nadar adentrándose en lo más profundo.

─Aedus date prisa. ─ pide esperando por mí.

Dando un trotecito llego a la orilla. Siento la arena humedad pegarse a mis pies, el agua moja mi pantalón mientras me saco la remera y la tiro en la orilla.

La ventisca transforma el cielo despejado con sol trayendo nubes y oscureciendo de pronto.

─Willom...Willom...

Se hunde a metros de mí. Intenta mantener la cabeza fuera, pero una feroz ola la atrapa arrastrándola. Cada musculo se me tensa desesperándome en nadar y sacarla a la orilla.

─Aedus... ─ escupe agua nadando contra la corriente. ─No me sueltes...ven por mi...

Mi pecho sube y baja. Nado en círculos la tormenta nos tomó por sorpresa sometiéndonos a su furia, Willom ya no la veo y el pánico quiere salir a flotar.

─ ¡WILLOM! ─ grito con la voz desgarrada. ─ ¿Dónde estás? ¿Willom?

Siento los huesos entumecidos por el frio, pero no dejo de buscarla. Mis brazos resienten el cansancio de tanto nadar y no dar con ella ni su cuerpo.

─Por favor...no me dejes. ─ susurro al viento. ─Jamás te vayas...

Doy golpes en el agua salpicándome y gritando. Dejándome caer por el llanto.

La oscuridad es un pozo sin fin. Sondeo la playa siento el pulso acelerado a mil por hora, pero no hay nada, nada...

Doy un salto al despertarme. Escucho golpes provenientes del cobertizo. Tengo la ropa mojada mientras los rayos entrando por la ventana me impiden ver con lucidez. Estoy todo sudado.

Tuve la peor pesadilla de mi vida, sin embargo, siento la necesidad de volver a Londres ahora mismo. Reviso la hora en mi móvil, 07:30 am por suerte la tormenta ya paso.

El hombre de mis Fantasías (Completa)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora